Simbiosis perfecta: Música y deporte

cerocero
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7 min readSep 29, 2016

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Por Ángel Mario Martínez

Una potente batería suena, los acordes de la guitarra eléctrica la acompañan mientras más de 50 mil personas estallan en júbilo. “Say your prayers little one, don’t forget my son, to include everyone” entona James Hetfield con su ríspida voz, las notas de Metallica y su canción “Enter Sandman” hacen que el Yankee Stadium esté a punto del colapso.

Miles de personas están de pie aplaudiendo y un hombre atraviesa la puerta del bullpen; un panameño de 43 años mira al césped mientras trota hacia la lomita, sabe que esta será la última ocasión que escuchará esta canción mientras calienta su brazo en la “Gran Manzana”. Es 26 de septiembre de 2013 y Mariano Rivera, el mítico cerrador de los Yankees, dirá adiós a su carrera como profesional.

Un pelotero centroamericano identificado con una banda de metal en la ciudad más grande del mundo es algo que sólo se puede lograr cuando dos elementos primordiales en la historia de la humanidad chocan: el deporte y la música.

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DE NOCAUTS Y MARIACHIS

Nunca tantas almas se reunieron para entonar “México lindo y querido” en un espacio tan “pequeño”. Son 132 mil 274 las personas que colmaron las butacas y cancha del Estadio Azteca, voces que cantan al unísono las estrofas “voz de la guitarra mía, al despertar la mañana quiere cantar su alegría a mi tierra mexicana”.

Sin embargo, no están ahí para disfrutar del mariachi, están presentes para ver a dos hombres batirse a golpes sobre una superficie de cinco por siete metros. Es un día histórico para el pugilismo. Julio César Chávez venció en cinco rounds a Greg Haugen ante la algarabía de todo un país.

La ecuación acordes y deporte sólo puede resultar en sentimiento y leyendas. Durante decenas de años los atletas han utilizado la música como elemento de inspiración y reconocimiento. Boxeo, beisbol, lucha libre, son algunas de las disciplinas en las que los protagonistas se han adueñado de las canciones para convertirlas en sus firmas y tarjeta de presentación.

Y es que no sólo sirven de acompañamiento, sino que tienen una razón científica que ayuda en el desenvolvimiento del atleta. La música se utiliza como técnica para cambiar los estados emocionales y la actitud psicofísica, ya que el deportista se predispone de manera entusiasta y optimista al salir al campo de juego.

Según un estudio realizado por el Instituto Neurológico de Montreal, en Canadá, los efectos de la música son comparados al placer que generan algunas drogas, ya que se activan los mismos centros del cerebro dejando fluir al cuerpo libremente en la acción.

“La música tiene un efecto psicológico poderoso, influye fisiológicamente mediante el control del ritmo cardíaco, con un mayor flujo de sangre, y por lo tanto, mayor ingreso de oxígeno lo que mejora la eficiencia del rendimiento y el ejercicio”, comentó Julia Alvarez Iguña, psicología aplicada al Alto Rendimiento en el Deporte.

Según el artículo “Music in Sport and Exercise: An Update on Research and Application” de Costas Karageorghis y David-Lee Priest, en la revista The Sport Journal, estos son los cinco puntos en que la música ayuda en el ejercicio:

1. Disociación: Ayuda a minimizar la sensación de fatiga en los ejercicios de baja y media intensidad.

2. Regulación de los niveles de estimulación: Modifica los estados de excitación emocional y psicológica por lo que puede usarse para conseguir estimular al organismo y empezar el ejercicio o, por el contrario, utilizar la música para la vuelta a la calma tras una sesión de actividad física.

3. Sincronización: La sincronización de la música con ejercicios repetitivos está asociada con un aumento del rendimiento.

4. Adquisición de habilidades motoras: Replica las formas del movimiento humano. Las letras de algunas canciones pueden reforzar aspectos esenciales de una técnica deportiva y crea un ambiente más divertido, aumentando la motivación de las personas para mejorar sus habilidades.

5. Fluidez: Puede ayudar a la consecución de un estado de fluidez, el cénit de la motivación intrínseca.

Chávez camina entre miles de aficionados rumbo al cuadrilátero. La elección de la música de mariachi tiene un propósito: involucrar a los aficionados presentes con un sentimiento de nacionalismo ante la amenaza extranjera. El mexicano sabe que en sus puños tiene la responsabilidad de mantener el orgullo intacto de todo un país, además de ser respaldado por más de 130 mil almas presentes. ¿Alguién necesita una mayor motivación?

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DE DIOSES Y GUITARRAS

“Nadie podrá nunca jugar como él, era el hombre, estaba destinado a ganar: Es Maradona, tocado por la mano de Dios, el mesías del fútbol es Maradona”, entona Torgeir Enerstvedt, vocalista del grupo de rock noruego What Came From The Sea.

En esta canción homenaje al astro argentino, cuatro “vikingos” expresan su amor a lo que el “Diego” mostró sobre el pasto: su inmortal gol ante los ingleses en el 86 y la “Mano de Dios”. Esta proeza fue tan importante en su vida cuando apenas eran unos niños (el vocalista tenía 8 años) que casi tres décadas después compusieron esta canción.

Las hazañas deportivas han servido de inspiración para las obras de arte desde hace miles de años. En la antigua Grecia los vencedores olímpicos eran celebrados por los poetas y se les componían cantos de victoria como homenaje. Algunos textos dicen que Simónides (556–467 a.C.) fue el primero en este género, aunque Píndaro (520–438 a. C.) es el más reconocido de la antigüedad.

“Supremos son los certámenes olímpicos,

por una victoria en los cuales, hemos de celebrar a Hierón.

Él tiene el cetro en Sicilia; es ornado por las virtudes todas y

cantado por muchos poetas, por él convocados”.

Oda I de las Olímpicas, Píndaro

Desde que la música se convirtió en un negocio, lo que sucede en las canchas se ha visto reflejado en las letras de muchos artistas. Simplemente con mencionar el nombre de Maradona, aparece una larga lista de cantantes que le han homenajeado con notas musicales. Manu Chao, Rodrigo Bueno, Los Cafres, Enzo Romano, Andrés Calamaro y Charly García son algunos que mencionan al ex Boca Juniors en sus composiciones.

“Carga una cruz en los hombros por ser el mejor,

por no venderse jamás al poder enfrentó.

Curiosa debilidad, si Jesús tropezó,

por qué él no habría de hacerlo”.

La Mano de Dios, Rodrigo Bueno

Si bien el futbol es uno de los deportes que más ha inspirado obras musicales al ser el deporte más popular del planeta, el boxeo y el beisbol también tienen entre sus hinchas a grandes músicos.

Bob Dylan, dentro de su gran abanico de canciones, inmortalizó la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos y la injusta encarcelación del ex pugilista Rubin Carter en su canción “Hurricane” junto a su carrera en el encordado para 1976.

Algunos años antes, en 1964, relató la trágica historia de Davey Moore, boxeador que un año antes perdió el título de los pesos pluma ante Sugar Ramos por nocaut técnico, y días después falleció por los golpes recibidos en ese combate.

En 1995, Morrissey publicó “Boxers”, donde hablaba de sentirse a sí mismo como un pugilista retirado y en el olvido, al que lo único que le queda son los golpes que recibió en su carrera.

Mientras que por la pelota caliente se mantienen muchos ejemplos y en diferentes estilos musicales. Ir a un estadio de beisbol en México, y principalmente en el Pacífico, es sentarse a escuchar un “buffet” de música de banda cuando se presenta a los bateadores. Quizá la más recordada es “Pelotero a la bola”, en todas sus diferentes versiones.

El “Rey de los Deportes” tiene en los acordes un elemento indispensable, desde las notas que el órgano toca entre lanzamientos, hasta el que es conocido ya como el himno de este deporte.

“Take Me Out to the Ballgame” de Jack Norworth es tan vieja, casi como el beisbol con 108 años de existencia. Hoy se escucha en cada parque de pelota alrededor del mundo en la séptima entrada.

Ejemplos como estos se pueden replicar en deportes como el cricket, rugby, basquetbol, etcétera. Mientras existan los deportistas y sus hazañas, la cadena seguirá creciendo.

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ACORDES ETERNOS

You never walk alone. Walk on, walk on with hope in your heart and you’ll never walk alone”, recita la canción de Gerry and the Pacemakers y que se escucha antes de cada partido importante del Liverpool de Inglaterra, Borussia Dortmund de Alemania y el Celtic de Escocia. Cuando miles de aficionados la entonan al mismo tiempo, este tipo de himnos se convierte en la motivación última para los jugadores.

Es tan fuerte el vínculo que hay entre el atleta y su música que en el Maratón de Nueva York en 2007 les fue prohibido el uso de audífonos por motivos de seguridad, algo que los corredores desobedecieron con el riesgo de ser sancionados.

“Nunca caminarás solo”, dice en español, al igual que el deporte y la música siempre irán de la mano, ya sea como entes motivadores, inspiracionales o como partes indispensables en el desarrollo de una disciplina como la gimnasia o el nado sincronizado.

Es muy sencillo, los atletas necesitan esa ayuda rítmica en sus pruebas y los músicos esas historias para narrarlas junto a sus instrumentos. Una simbiosis perfecta.

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