Los poemas de Jeffrey Hamm

Juan Terranova
Chicas
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14 min readAug 6, 2018

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El circulo y el rayo de la British Union Fascist bordado en un escudo.

Edward Jeffrey Hamm, conocido como Jeffrey Hamm, nació en Ebbw Vale, Gales, el 15 de septiembre de 1915, mientras su padre servía en el continente durante la Primera Guerra Mundial. En 1934, siendo muy joven, viajó a Londres y escuchó en Kilburn High Road discursos de miembros del British Union of Fascists, conocido por su sigla BUF, fundado dos años antes por Oswald Mosley. Esa primera impresión no debe ser subestimada ya que en 1935, Hamm, sin contar con la aprobación de su padre, se mudó a la capital británica, donde se afilió al BUF y comenzó a trabajar como maestro en el King’s School de Harrow. No hay mucha información sobre la juventud de Hamm y sabemos que no escaló posiciones dentro o fuera del partido. Pero en el verano de 1937 fue recibido por sus pares alemanes en Heidelberg, donde entró en contacto con el esplendor de la cultura Nacional Socialista.

Poco tiempo después las asambleas del BUF eran masivas. De una movilización de octubre del 37 se conserva un excelente registro fílmico donde el saludo fascista se mezcla con banderas inglesas y una fuerte custodia policial. En las imágenes se ven jóvenes, niños y ancianos. Para ese momento, los uniformes y las camisas negras ya estaban prohibidos. En su ensayo Anatomía del fascismo, publicado por Península en el 2005, Robert O. Paxton solo menciona a Mosley en tres ocasiones, las tres para señalar que, pese a la capacidad intelectual, la oratoria y los contactos de su líder, el BUF siempre fracasó. Sin embargo, las imágenes de YouTube todavía sigue siendo una demostración de poder, adhesión y convocatoria.

El 16 de julio de 1939 alrededor de veinte mil personas se apretaron para entrar en el hall del Earl’s Court. Había curiosos, militantes y políticos. Mosley improvisó un discurso sobre la paz y la necesidad de paz. En agosto, una multitud lo siguió en London’s St. Martin’s Lane. Sabemos que Hamm participó de ambas concentraciones. También que el gobierno británico comenzó a confeccionar perfiles de los activistas del BUF.

La Segunda Guerra fue una realidad mucho antes de empezar. Mientras el BUF llenaba las calles de Londres, Martin Bormann había dicho: “La guerra llegó, todavía no se dispara, pero la guerra ya está aquí.” Un conflicto bélico a escala continental ponía a Hamm y a sus compañeros, muchos en edad de ser llamados al frente, en una posición delicada. ¿Cuál fue el plan de contingencia del BUF? ¿Qué protocolos de preservación se implementaron? No lo sabemos. Pero una tarde, Hamm leyó un aviso en Teachers’ World y aplicó para un trabajo como docente en las Falkland Islands. Como muchos británicos de ese momento, Hamm pensaba que las islas estaban en alguna parte de las costa de Escocia. Solo después de firmar su contrato conoció su verdadero destino. Por su correspondencia, podemos afirmar que viajó con resignación y entereza, quizás incluso con cierto alivio por no ser movilizado. ¿Cómo fue la vida de Hamm en las Falklands? No nos adelantemos a responder esta pregunta central.

En mayo de 1940, Hamm recibió la noticia del arresto de Mosley y de la plana mayor de los activistas del BUF, que quedaba así virtualmente disuelto. Las detenciones se hicieron bajo la Defence Regulation 18B, un edicto que permitía a las autoridades demorar a cualquiera sospechoso de ser simpatizante nazi. Hamm estaba lejos de ser una personalidad dentro del partido y especuló que nadie repararía en él, tan lejos de Londres. Se equivocó. El 30 de mayo fue arrestado por tres miembros de las Falkland Islands Defence Force. En el sitio del James Cameron Archive que funciona en las islas es posible consultar el acta de detención de Hamm. Ahí se lee que se lo acusaba de “encouraging fascism amongst his pupils.”

Convertido en un criminal, Hamm pasó tres meses privado de su libertad en las islas. Luego, el reo fue embarcado y confinado a un campo de prisioneros en Leuwkop, Sudáfrica. Ahí tomó contacto con prisioneros italianos, alemanes y croatas, así como también ingleses disidentes y otros simpatizantes fascistas o nacionalsocialistas. El MI5 redactó un informe sobre las actividades de Hamm en Sudáfrica que también se conserva. El hecho más llamativo del informe consigna un intento de fuga por medio de un túnel frustrado a tiempo por la policía local. También se dice que los contactos que Hamm hizo en Leuwkop fueron importantes, al punto que lo acompañaron toda su vida política subsecuente.

Con la British League of ExService Men and Women. “Wake up! Wake up! Join now!” Octubre de 1947.

En 1941, la guerra continuaba. Inglaterra necesitaba soldados y Hamm volvió a Gran Bretaña para terminar enrolándose en el Royal Tank Regiment. Sin embargo, de forma previsible, fue señalado como “disruptive influence” y separado del frente antes de ser dado de baja en 1944. Ya de vuelta en la vida civil, formó, con un grupo de ex miembros del BUF, la British League of Ex-Servicemen and Women. Mosley había salido de la cárcel, acusando algunos problemas de salud. Pero no podía hacer política a riesgo de volver a ser encarcelado. La British League se propuso mantener su nombre vigente. Sobre el final de la guerra, Hamm trabajó como bookkeeper en un molino y conoció al Padre Clement Russell, un simpatizante nazi y predicador antisemita de Wembley. Poco tiempo después, en una humilde parroquia comunal, Russell casó a Hamm con Marian Shelley, la que sería su mujer de toda su vida. En su libro Very Deeply Dyed in Black, publicado en 2007, Graham Macklin señala que el climax de la ceremonia se dio cuando la pareja saludó la bandera nazi.

Mientras tanto, con bastante más éxito del esperado, la British League of Ex-Servicemen and Women organizó una serie de intervenciones en Hyde Park y lideró una primera campaña de afiliación en el Metropolitan Borough of Hampstead. Su propuesta principal impulsaba la idea de que los inmigrantes no debían ocupar casas nuevas que, por el contrario, debían servir para alojar a los soldados que comenzaban a regresar de los diferentes puntos de ocupación continental. Aunque sumaba seguidores, la política de base seguía siendo agresiva y peligrosa. En 1946 Hamm y su secretario Victor Burgess fueron golpeados por militantes antifascistas. En Brighton, dos años después, Hamm tuvo que pasar una semana en el hospital después de que un meeting terminara en refriega.

Sir Oswald Mosley lanzó su Union Movement de posguerra el 7 de febrero de 1948. Los uniformes seguían prohibidos. Pero el símbolo del flash & circle no, y se lo continuó usando. La liturgia de la marchas se reanudó, sobre todo en el East London, como luego se escribiría, “with flags flying high, and drums beating proudly.”

De izq. a der. Jeffrey Hamm, Mary Allen, Raven Thomson, Victor Burgess y Oswald Mosley

Llegado este punto vale aclarar que Mosley desconfiaba de la alta exposición y la retórica inflamada de Hamm que, no obstante, se fue ganando su lugar en la conducción del movimiento. La British League se sumó al Union Movement apenas se fundó en 1948. Hubo otros incidentes y en 1949 Mosley, que seguía siendo el referente natural de la ultraderecha en el Reino Unido, mandó a Hamm a Manchester. Volvió recién en 1952, y enseguida se transformó en el protagonista de una nueva campaña antinegra de la UM, mientras junto a Mosley comenzaron a aportar con entusiasmo a la unidad irlandesa.

En las elecciones generales de 1966, el UM logró apenas el 4% los votos. Pese a eso, y sin moverse de sus consignas iniciales, Mosley, secundado por Hamm, lideró el UM hasta 1973 cuando este se retiró y su secretario tomó su lugar. El partido se transformó en la Action Society en 1978 abandonando de a poco la actividad partidaria para convertirse en una editorial. En 1983, Hamm publicó su autobiografía, titulada Action Replay, jamás traducida al castellano, y en 1988 su segundo y último libro, The Evil Good Men Do. Murió de Parkinson en 1992.

Jeffrey Hamm

Las fotos que se conservan de su adultez nos muestran a Hamm como un hombre serio, de rasgos duros pero armónicos, siempre vestido de traje y corbata, lo cual le dan la apariencia de un gángster pulcro, un juez o un soldado de civil. Y eso es irónico porque, de una u otra manera, fue las tres cosas.

Más allá de su actividad política, el vigor de sus convicciones o sus actividades proselitistas, muchas veces demasiado cerca de lo criminal, Hamm siempre escribió poesía. Pero a excepción de algunos fragmentos en revistas y panfletos, sus versos jamás fueron impresos durante su vida. De hecho, muchos simpatizantes de la ultraderecha británica desconocían que las dos líneas que podían leerse debajo del logo de The Spirit eran parte de un poema de Hamm titulado Freedom que el mismo semanario había publicado en su primera entrega. Los tres versos decían:

“To all world wealths/ I oppose my will and my body,/ my humble service, the ultimate violence.”

“A todas las riquezas del mundo/ Yo opongo mi voluntad y mi cuerpo,/ my humilde servicio, la violencia definitiva.”

Hamm también compuso la letra y a veces incluso la música de muchas de las canciones del BUF. No fue el único compositor y letrista. Abundaban los himnos, las marchas y las melodías afirmativas y guerreras que se cantaban mientras se desfilaba o después de que un orador terminara un discurso encendido. El verso “We fight for freedom and for bread” de la conocida Britain, Awake! que hoy puede escucharse en YouTube recuerda mucho del estilo de la poesía ocasional y proselitista de Hamm.

Su paso por Malvinas, sin embargo, implica un quiebre y esa producción acotada y fechada ofrece otro tipo de escritura. Aunque su carrera docente en Atlántico Sur no duró mucho, en las islas, Hamm escribió con un estilo que no había explorado antes y que, hasta donde sabemos, no volvería a reproducir más tarde, al menos con esa intensidad. Como la agitación y la acción directa en un lugar tan lejano y despoblado resultaban muy difíciles o directamente imposibles tenemos registros de la transformación del activista en un poeta más refinado, menos exhortativo, aunque no por eso menos militante.

Enhebrada o perdida entre cartas nunca enviadas, bocetos de artículos, anotaciones en cuadernos, necesariamente fragmentaria, a veces melancólica, la poesía de este momento de la vida de Hamm estaba muy cerca del olvido y la pérdida cuando fue milagrosamente recuperada.

A principios del siglo XXI, la politóloga y ensayista Elizabeth Alexander encontró, en la universidad de Birmingham, una caja precintada y donada por un anónimo con papeles personales de Hamm. En la caja había correspondencia, discursos, manuscritos, documentos, pasaportes y alrededor de trescientos poemas, terminado o inconclusos, escritos en libretas o en hojas sueltas. Algunos son largas letanías impresionistas que alcanzan los sesenta versos, otros, apenas tres líneas. También hay aforismos, observaciones, consignas y slogans. La mayor parte de esta producción se corresponde con el momento en que Hamm vivió en las Islas Malvinas.

En el 2003, Alexander publicó una selección bajo el título de Poems from the right, the Jeffrey Hamm legacy. En la necesaria introducción del libro, se explica que una parte de la poesía de Hamm tiene una clara intencionalidad política y un sesgo publicitario. Pero hay otra parte, intimista, amorosa, a veces incluso erótica, donde las metáforas se agudizan y la subjetividad gana espacio. Esta zona autobiográfica ofrece muchas veces confesiones de cansancio o duda. Las veces que estos dos universos, el de la política y la existencia privada, se interceptan y superponen llaman la atención y convocan una lectura más allá de todo facilismos o condenas. Al momento de su viaje a Malvinas, señala Alexander, encontramos que el tardoromanticismo de Hamm se ve afectado por una melancolía que marca con claridad los momentos introspectivos a los que sigue la intensidad de la convicción, muchas veces con una ligera explosión de entusiasmo. Traduzco unos versos:

“En contra de qué, a favor de qué,/ Sería fácil decirlo usando los manuales/ De esa pedagogía conocida pero/ En el principio hay que estar en contra de esos manuales,/ En contra de la docencia, en contra de las maestras urbanas y rurales,/ En contra de esos planes de estudios que nunca se completan,/ En contra de esa desidia, de esas mentiras, de esas verdades a medias,/ En contra de los discursos letrados, de los hombres que callan.”

Alexander señala que Hamm era lector de Erza Pound y de Ralph Waldo Emerson, dos poetas estadounidenses que no desentonan con el agreste paisaje malvinero. Muchas veces, al parecer, Hamm copiaba algún verso de los Cantos en sus cartas. Pero también enviaba poemas suyos.

“Sobre el final de la tarde/ el sol vencido, la luz se apaga, todavía en combate/la luz, la luz/nosotros nos retiramos, en silencio/ a la seguridad de nuestras casas/ pero el viento no cesa/ y eso me hace sentir torpe y afectado.”

Habiendo pasado más de dos años clasificando y ordenando sus papeles, Alexander asegura que la vida de Hamm en las Falkland Islands fue laboriosa. Según las cartas que no llegó a enviar, vivió en dos casas diferentes, donde le alquilaron cuartos espaciosos que funcionaban las veces de estudio con escritorio, luz eléctrica y calefacción central. Si pasaba la semana en Port Stanley, Hamm caminaba por la mañana hasta la escuela local donde lo esperaban alrededor de veinte niños de edad dispares a los cuales intentaba hacerles leer Chaucer. Aparte de inglés, enseñaba historia y matemática. Por la tarde, descansaba. Los jueves le daba clases particulares a los hijos del funcionario del Colonial Office, y los viernes, a los de tres empresarios de la Falkland Island Company. Los sábados iba al bar donde se hablaba de política y donde posiblemente se haya excedido en algún comentario. Los domingos asistía a la iglesia local. Pero esta rutina se cumplía pocas veces. La mayor parte del tiempo Hamm se la pasaba viajando por las islas, donde era bien recibido como la única posibilidad de instrucción para los hijos de los kelpers que se dedicaban a la cría de ovejas. Si había un niño, se quedaba una semana, si había más de uno, dos. No es de extrañar que durante esos viajes y esas esperas se dedicara a escribir.

La detención de Hamm fue arbitraria, cruel y bastante ridícula. Él mismo la describe así en una entrevista que le concedió a Andre Withehead en 1989 y que hoy puede escucharse en YouTube, preservada por el National Sound Archive de la British Library: “Las condiciones de mi detención fueron muy malas. Me detuvieron en la East Falkland, y fui conducido a caballo por tres miembros de las fuerzas de defensa locales armados con esposas y revólveres que me preguntaron si yo iba a acompañarlos en calma. ¿Qué se suponía que iba a hacer? Enseguida se dieron cuenta de que esposarme era innecesario y muy rápido entramos en confianza. El absurdo final fue que hicimos una carrera y mi caballo, que era muy malo, se fue quedando atrás. Lo apuré con tan mala suerte que me caí y llegué a Port Stanley con la cara cubierta de sangre y todos pensaron que yo me había resistido al arresto. Luego me embarcaron en la bodega de un barco que estaba en el puerto, una bodega horrible, infestada de ratas. Las ratas eran tan grandes que ellas cazaban a los gatos del barco.”

Muchas veces Hamm comienza los poemas más largos con la muletilla “In the Falkland Islands.” Traduzco el inicio de uno titulado No mercy for the coal man.

“En las Falkland Islands, los marineros sonríen/ y hablan de la guerra/ sin saber, sin palabras, con miradas/ y mientras comen, el carbonero los escucha./ Yo también escucho./ No hay música en las islas./ Solo son felices los que están de paso/ y también el carbonero, que en silencio hace su trabajo/ porque de la clase trabajadora será el reino de los cielos”

Falklands/Malvinas gauchos having mate at Hope Place — Saladero, East Falkland. Acuarela de William Pownell Dale. Circa 1850.

En algunos de los textos breves, que Alexander presenta como aforismos o fragmentos, Hamm usa la palabra “gauchos.” En ninguno la palabra “Argentina” o “Malvinas.” Traduzco algunas líneas.

“Al otro lado de la calle, los gauchos desprecian la mirada curiosa de los hombres y las mujeres que esperan para entrar a la iglesia.”

“Los gauchos ríen, en sus caballos, cuando los granjeros se quedan junto a sus ovejas.”

“En el almacén, un hombre gordo me dice que los gauchos odian la lluvia, pero aman el viento.”

¿Podemos entender estas líneas como actualizaciones las acuarelas que William Dale pintó cuando estuvo en Malvinas, hacia el 1850? Aparte de los gauchos, hay otros personajes corales en los poemas de Hamm. Están los marineros, siempre de paso, los pastores, los borrachos, los funcionarios y sus mujeres. A estos últimos, Hamm los describe como insatisfechos y amargados. Y a ellas, como insatisfechas, aburridas y gordas. Traduzco líneas sobre la vida en Port Stanley:

“El aburrimiento, ¿por qué la gente lo acepta? Las piedras del paisaje son más dueñas de su tiempo que los isleños.”

“Un joven desafía a otro a bañarse en el mar. Hace frío. Los jóvenes nadan y gritan y ríen. Los viejos, en la playa, los miran con recelo.”

“La mujer encendió el gramófono. La música inundó la habitación. Los hombres siguieron hablando del clima, asesinados una y otra vez por el tedio.”

Muchos poemas que Hamm escribió en Malvinas no hacen referencia directa al paisaje ni a los habitantes de las islas, pero al pie de los versos se lee la fecha y el lugar de escritura. Muchos dicen “february the 17th, 1940, Port Stanley” o “march, Falkland Islands.” Como fuere, la lectura más superficial deja en claro que al poeta le desagradaba esa comunidad cerrada, con su previsibilidad, su falta de ambición y su miedo a lo desconocido. Muchos de sus poemas hablan de eso.

“¿A quién voy a cantar sino a los solitarios/ y a los que muestran desprecio por sus opresores?/ Ser libre es complicado./ Incluso en el medio del mar, lejos de la guerra, lejos del poder/ todo te sujeta, te doblega y te lastima.// Pero la tiranía de los que no poseen imaginación/ es necia y está cansada./ Yo imagino otra vida, de trabajo, de orden, /usando mis manos frías/ pero con la cabeza en mi cuerpo/ jamás en el cuerpo de otro.”

Lo más cerca que está Hamm de comentar la situación colonial de las islas es cuando toca los temas de la patria y el amor a la tierra. Ese constituye también uno de los pocos momentos en que usa la palabra kelpers. A ellos les dedica varios pasajes.

“No aman la tierra que no es suya, sino de alguien más./ No sienten amor por las bahías, ni por la lluvia o el cielo./ No aman a los animales, /ni aman el mar, que no conocen,/ tampoco el centro de la isla, ni los pájaros, ni el fuego, ni la luz./ Ni siquiera aman el dinero./ Viven sin saber quienes son, fuera de la historia,/ viven sin ser felices,/ tampoco esperan que alguien los rescate./ Son náufragos decentes, que existen sin saberlo.”

Del año que Hamm pasó en las Malvinas, hay muchas cartas. Algunas están inconclusas y nunca fueron enviadas, otras son “documentos políticos”, de los cuales Hamm tomó la precaución de hacer copia. Todas tienen el mismo tono. Le escribe a amigos y a militantes, reclama noticias y agradece las palabras de aliento. Saludos y cuestiones domésticas se mezclan con observaciones partidarias y detalles bélicos. Elizabeth Alexander no se ocupa de estos textos pero ocasionalmente los cita. Muchas de sus cartas terminaban con líneas de las canciones del BUF o arengas proselitistas. Pero hay una que termina con un breve poema de amor. Está dirigida a una tal Vicky Turner, de la que Hamm no vuelve a hablar más allá de esa carta puntual. ¿Quién era Vicky? ¿Una amiga, una novia, una militante del BUF? No lo sabemos. En la carta Hamm le pide precisiones sobre asuntos diplomáticos, referencias de amigos en común y le dice que, pese a lo inestable de su situación, tiene fe en que pronto va a estar de vuelta en Londres. El último párrafo describe, al pasar, su vida en las islas y luego termina con estos versos:

“¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué peleamos?/ ¿No podríamos ser pastores, carpinteros o trabajar en las fábricas/ con los hombres sabios de nuestro pueblo?/ Yo no puedo hacerlo. Siempre tengo/ que estar ahí para otros/ y esa también es una forma de egoísmo./ De tus manos me queda el recuerdo./Pero es un recuerdo que tiene/ la intensidad de la esperanza.”////

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