Vespa

Tomás Richards
Chicas
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2 min readJun 24, 2022

El daño que puede provocar en ecosistemas desprevenidos la acción directa de especies invasoras sobre la población autóctona es siempre difícil de predecir. Hay ecosistemas que se dejan asolar con total pasividad. Otros se adaptan fagocitando al invasor o reaccionan de manera feroz.

La vespa velutina, o avispa asiática, es originaria de China. El alimento natural de una velutina adulta son insectos. Hormigas, moscas, arañas, mariposas. Pero cuando de alimentar a sus larvas se trata, esta avispa prefiere las abejas. De hecho, hasta su genética está diseñada para atender esa preferencia. El camouflage natural de la velutina la asemeja bastante a una abeja: su abdomen negro y sus patas presentan líneas amarillas que suelen engañar con facilidad a los legos.

La velutina merodea cerca de las colmenas y caza en pleno vuelo a las abejas. Las abejas de Asia, acostumbradas a lidiar con la vespa, poseen diversas técnicas de combate contra esta predadora. La más usual consiste en generar un enjambre alrededor de la avispa provocando un gran aumento de la temperatura corporal. Una abeja asiática puede tolerar temperaturas de hasta 45 grados. Una avispa asiática no.

A inicios del siglo XXI la República Popular China se convirtió en el mayor socio comercial del planeta. Solamente el puerto de Shangai mide diecinueve kilómetros cuadrados: una ciudad entera de grúas y containers que, herméticamente sellados, trasladan toneladas y toneladas de insumos y chucherías a los rincones más insignificantes del mundo. En 2004, un container con productos de cerámica llegó a Bordeaux, Francia. Aunque nadie lo sabía, también viajaba en él un contingente de vespas velutinas. Nuestras temidas avispas eludieron los controles sanitarios y llegaron a Europa. De Bordeaux –siguiendo el curso de los ríos, pues la velutina siempre vive cerca del agua– la colonia se expandió rápidamente hasta llegar a Bélgica, lugar en el que su predilección por las abejas provocó un descenso casi catastrófico de la producción de miel. El asunto tomó estado público y se convirtió en causa nacional. Decenas de miles de campesinos belgas y agentes del Estado cazaron durante semanas a las velutinas con aerosoles y fuego, causando también la muerte de otras clases de avispa, de abejas y de innumerables bichos camperos. Pero consiguieron salvar su industria apícola.

La República Argentina es el cuarto productor de miel en el mundo. Con el antecedente de Bélgica resonando todavía en los oídos de los apicultores y ambientalistas de todo el planeta, la misteriosa aparición de una colonia de vespa velutina en la Reserva Ecológica Mauricio Macri, en la ciudad de Buenos Aires, encendió todas las alarmas y provocó la contratación por parte del gobierno de expertos de todas partes de la geografía local y foránea.

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