Video Cleaning System

#Francisco Marzioni
Chicas
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2 min readApr 12, 2021

Caminó por las ruinas a paso lento y cansado. Entró en la casa de sus padres y miró sus esqueletos sentados en las sillas de la cocina. Los huesos de la mano derecha de su padre se aferraban a un mate que tenía yerba ardida. La pava estaba vacía. El agua, al igual que la carne humana, también se había evaporado. Subió las escaleras hasta el pasillo que da a la pieza de su adolescencia. Todo seguía igual que siempre, su mamá no había dejado que cambien nada, como si hubiera muerto. Solamente se había mudado a la otra parte de la ciudad, que también había sido arrasada. ¿Hasta donde llegó la destrucción?

Pero eso no le preocupaba realmente. Abrió el clóset y revolvió entre las cosas del fondo. Agarró una caja de cartón vieja, con objetos hasta el tope. La puso frente a él y fue vaciándola sin ansiedad, como desvistiéndola. Un teclado Casio chiquito, un tubo con tres pelotas de tenis gastadas, un libro de fotos, muchos casettes grabados por él mismo de la radio. Encontró lo que buscaba. Se acercó hasta el Televisor Color Philco conectado a una videocasettera Grundig que seguía, como siempre, inmóvil frente a la cama. Prendió la tele y la video. Todo andaba bien. Sacó el casette limpiacabezales, corrió la tapa azul y apretó suavemente el gotero que le había dado el líder de los extraterrestres algunas horas antes. Como le había indicado: dos gotas en el agujerito. Soltó la tapa y se cerró de golpe. El acto le trajo buenos recuerdos que creía olvidados y, a pesar del horror que había vivido en los últimos días, a pesar de tener su cuerpo ensangrentado, rasguñado por feroces animales del espacio, quemado por rayos galácticos y golpeado por crueles villanos, sonrió con melancolía dulce y serena.

Puso el casette en la boca de la video y la máquina se lo tragó de un bocado, como si hubiese estado hambrienta por muchos años. Escuchó los ruidos internos, diciéndole que todo estaba listo. Le dio play. Una luz ambarina salió de las hendijas del aparato, entre el plástico de su estructura y sus botones. Miró la lluvia gris en la pantalla por los 60 minutos aproximados que duró la reproducción del limpiacabezales, simplemente respirando, recordando las películas, los amigos, los juegos, las chicas que le gustaban, las salidas, la música, la escuela, todo aquello que había sido borrado para siempre. Cuando el casette terminó de reproducirse, escuchó una voz que venía desde abajo: “Hijo, estás ahí?”.

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