La ecología (política) de Dune

“La cuestión humana no es cuántos pueden sobrevivir dentro del sistema, sino qué tipo de existencia es posible para aquellos que sobreviven” — Pardot Kynes.

En 1957, Frank Herbert, entonces periodista con formación ecológica, entre muchas otras ocupaciones y estudios, se dirigía a los desiertos de Oregón [1] donde más tarde se inspiraría en los fundamentos de su ecuménica ópera de ciencia ficción: Dune.

Existe un recurrente gran y comprensible desafío para los directores que toman el riesgo de transformar una novela en película. Pero además de esto, está la muy profunda y bien elaborada complejidad de cómo Herbert concebiría el Dune-iverso [2] basándose en conceptos sólidos de ecología, economía, política, sociología, género, cultura, religión y sus dinámicas de poder. Entonces, más allá de las muchas horas que le dedicarás a mirar el grandioso trabajo del director Denis Villeneuve, si estás intrigado por comprender adecuadamente la historia, te animo a que leas, al menos, el primer libro de Dune.

Pero no te asustes si es demasiado, aquí te ofrezco tomar un sorbo de un Dunexpreso antes de ir al cine. Me centraré entonces en el primer apéndice del primer libro: la ecología de Dune (*). Y al hacerlo, me animaré a utilizar el marco conceptual de la ecología política que facilita la comprensión de las relaciones e impacto de las instituciones humanas en su ambiente y como este, al mismo tiempo, moldea la sociedad [3].

“Quien puede controlar una cosa, tiene el control real sobre ella”, dice Paul Atreides, el actual Duque del planeta Arrakis. Con esa frase, el Muadi’b (nombre Fremen de Paul y quien también es reconocido como su profeta y libertador) describe su propia realización del poder real que tiene quien verdaderamente gobierne Arrakis, un poder que además se extiende a todo el imperio de Shadamm IV a través de su sistema económico regente. Y esta fuente de poder reside en las profundidades del desierto: the little makers — los “pequeños” gusanos de arena — primer eslabón sobre el que se desarrolla el ecosistema desértico de Arrakis, incluyendo los Shai-hulud, los gusanos gigantes, productores naturales de spice melange, una droga que incrementa capacidades de la conciencia y otras facultades. Esta especia es el commoditie escencial que sostiene al universo de Dune. Y el desierto en el que se produce, es también el hogar de los Fremen, la única especie humanoide adaptada a las condiciones más duras de aridez.

“Arrakis es un planeta de monocultivo. Una cosecha. Sostiene a una clase dominante que vive como han vivido las clases dominantes en todos los tiempos, mientras que, debajo de ellas, existe una masa semihumana de semiesclavos.” Pardot Kyenes

Al mismo tiempo, hay otro elemento crucial producido por los gusanos, el cual por supuesto es invisible para la economía, pero es esencial para el desarrollo de la vida: el oxígeno, y por consecuencia, el agua. Se trata de un “descubrimiento” realizado por Pardot Kyenes, el primer planetólogo imperial. Años antes de que naciera su hijo Liet (si has visto la primera película, le has conocido), Pardot Kyenes calcula que Arrakis necesita 350 años para desarrollar condiciones sostenibles donde la biodiversidad de la vida finalmente podría florecer desde el desierto. “La vida -toda la vida- está al servicio de la vida. Los nutrientes necesarios se ponen a disposición de la vida a través de la vida, en mayor y mayor riqueza a medida que aumenta la diversidad. Todo el paisaje cobra vida, lleno de relaciones y relaciones dentro de las relaciones”. Estas reflexiones de Pardot, se convierten en el nuevo paradigma del futuro de los Fremen y su lucha existencial como pueblo sometido por la total extracción del melange.

Ahí tenemos dos variables, melange y oxígeno, ambos elementos naturales en este planeta ficticio, sobre el que se construyen todas las instituciones económicas, sociales y políticas del mundo de Dune. Es notable que Herbert imaginara todo esto en el tiempo en el que recién emergían los primeros movimientos ecológicos y posteriormente la agenda ambiental global después de la publicación de Primavera Silenciosa de Rachel Carson en 1962. E incluso años antes del embargo de petróleo de 1973 organizado por los países áreabes de la entonces nacida OPEP [4], la gran organización geopolítica que daría el primer shock a la economía mundial fundamentada en este recurso. Entendamos a ambos como un equivalente paralelo a la melange como recurso estratégico y a la Spice Guild (el poderoso actor institucional que tiene el monopolio total del comercio en todo el imperio del Dune-iverso). O la similitud del uso de la violencia del golpe que da la Casa Harkonnen a los Atreides, con la que los Bush, primero padre y luego hijo, decidieron remover al dictador Saddam Hussein de los desiertos de Irak argumentando la existencia de armas de destrucción masiva y libertad para su pueblo, cuando el verdadero objetivo fue controlar sus vastas reservas de petróleo.

Pero los imaginarios paralelismos de Dune se pueden trasladar a diferentes regiones del mundo ricas en recursos estratégicos y a la dinámica geopolítica que los envuelve. Escribo este artículo, desde La Paz, Boliva a 800 Km. del desierto más seco del mundo, Atacama, y a 400 Km. del desierto de sal más grande del mundo, Uyuni. En estas zonas extremadamente áridas y gélidas de 4.000 m.s.n.m. aún habitan naciones indígenas originarias, los Uru Chipayas [5] [6], los Aymaras, los Quechuas, descendientes de los extintos Tiwanakotas. Ellos son los Fremen de los Andes. A lo largo de los siglos, los Andes han sido un ecosistema clave para la economía global y los diferentes imperios dominantes. Nuestra melange ha sido la Plata del Potosí para los españoles, el Guano y después el Estaño de Catavi y Siglo XX para el Reino Unido, así como en sus nuevas caras ya lo es el Litio para EE.UU. con su Barón E. Musk [7], y China… y Rusia. Todas estas simplemente absorbiendo y absorbiendo los recursos, “y debajo de ellos una masa semihumana”, pero de pueblos perpetuos y sabios que son sometidos, que se levantan, se adaptan y resisten una tras otra a las Casas imperiales de turno.

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Entonces, ¿qué podemos sacar de la próxima película de Dune además de bonitos paisajes y acción? Es precisamente lo que Frank pudo haber descubierto durante sus largos paseos por los desiertos de Oregón: el conocimiento que permanece en los pueblos milenarios, la valoración de las infinitas relaciones de la vida y cómo la ceguera de nuestro estilo de vida capitalista nos está llevando, y al planeta entero, hacia el tifón de un desastre ecológico.

“Lo que los analfabetos ecológicos no se dan cuenta acerca de un ecosistema… es que es un sistema. ¡Un sistema! Un sistema mantiene una cierta estabilidad fluida que puede destruirse por un paso en falso en un solo nicho. Un sistema tiene orden, fluye de un punto a otro. Si algo bloquea ese flujo, el orden colapsa. Los que no están entrenados, podrían no comprender ese colapso hasta que fuera demasiado tarde. Por eso la función más elevada de la ecología es la comprensión de las consecuencias.” Pardot Kyenes — Primer planetólogo imperial

(*) El libro I, tiene 3 apéndices siendo la religión de Dune, el segundo apéndice, y la poderosa secta matriarcal, las Benne Geserit, el tercer apéndice. Estos serán tema de iguientes blogs.

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Cruz Fuentes
Distopías, Poder y Política en “35mm”

Forzadamente apocalíptico, tristemente conciente y felizmente latino