¿Soy solo yo?… o todo es una locura allá afuera

Nuestra paranoia colectiva reflejada en la “risa” de Joaquin Phoenix

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Una carcajada de un perpetuo minuto, sostenida con pausas de una extraña mezcla de asfixia, náuseas y llanto, es el tenso momento que Arthur Fleck finalmente concluye preguntando “¿Soy solo yo?… o todo es una locura allá afuera” — “Ciertamente hay tensión. La gente está molesta, luchando, buscando trabajo… son tiempos duros”, le responde su trabajadora social en una visita rutinaria de evaluación de su estado mental. Esta conversación se sostiene en medio de una histeria colectiva de la gente de Ciudad Gótica causada por una recesión económica y a la que además se suma una huelga de 18 días de los trabajadores de la recolección de basura. Una gran ciudad, una gran cantidad de basura y contaminación, una gran plaga de ratas causando la peor emergencia sanitaria de la ciudad en décadas. La acumulación de semanas de tensión social en Gotham solo necesitaba una chispa de motivación desenfrenada y una cara para que finalmente salieran a las calles empujados a romper el sistema y a quienes lo dirigen desde sus tronos.

Fue muy surreal que tras ver esta película en el cine me encontré viendo en las noticias de esos días la explosión social en Chile y como esa paranoia colectiva se reproducía simultáneamente en distintos lugares del planeta. Además de Bolivia, Ecuador y Colombia en esta parte del mundo, intensas revueltas en Líbano, España, Iraq y Hong Kong ocurrían por reclamos asociados a la inequidad de la riqueza y el abuso de poder de las élites gobernantes. De pronto encontraría fotografías y noticias de Jokers en todos esos países. ¿Porqué se dio esta asociación en tantas partes? ¿qué reflejos plantea una de las películas más aplaudidas del año, con la realidad social en la que vivimos?

Jokers en Hong Kong, Chile (blandiendo la bandera mapuche) y Libia
Jokers en Hong Kong, Chile (blandiendo la bandera mapuche) y Líbano.

El lento pero continuo desequilibrio entre la fragilidad emocional rodeada desde todos los ángulos por una hostilidad y menosprecio de las distintas caras de la sociedad, son las facetas que confluyen en la persona de Arthur cuya desesperación acumulada día tras día, acaba por explotar en la metamorfosis del Joker. La suma de desgracias en la vida de este personaje seguramente podrá pasar solo en un guion de Hollywood, pero la angustia generada por uno o más sucesos violentos tanto personales como estructurales es sin duda la historia de la mayor parte del mundo. Esta película aborda algunas: la discapacidad mental, traumas familiares, la clase social y las políticas conservadoras de ajuste en una crisis económica; y cómo la agregación de todas puede terminar poniendo en jaque a nuestra salud mental.

La risa espontánea mezclada con el llanto de la frustración de querer controlarla, es el acto reflejo de un daño neurológico de Arthur que nace repentinamente en los varios momentos que sufre la ansiedad al sentirse acorralado. La asociación de la realidad según el la entiende y cómo esta se contradice cuando enfrenta a otras personas pone a Arthur en una invisibilidad y aislamiento profundo al punto de llevarse a dudar si realmente existe. Con una condición mental así, los trabajos a los que uno puede acceder son limitados. El paupérrimo trabajo de payaso es el único medio con el que sostiene su vida y la de su madre, Penny Flacke. Arthur también convive con la ausencia existencial de un padre, y en uno de los momentos críticos de la película digiere la noticia de que en realidad fue adoptado por Penny y que su daño cerebral fue causa de los abusos que ella y su pareja le infligieron cuando era niño. Penny además estuvo recluida en el famoso psiquiátrico de Arkham por “una psicosis delirante y un transtorno narcista de personalidad”, un diagnóstico que parece asemejarse a la condición de su hijo adoptivo.

Arthur vive en un barrio de clase trabajadora conviviendo en edificios de múltiples departamentos pequeños y mal mantenidos. Diariamente se desplaza en los largos viajes del transporte público junto a todos los esclavos sub-urbanos, donde su accidental risa es una reacción banal y un lujo en medio de la miseria y el estrés que los rodea. Su limitado presupuesto lo hace dependiente de la atención social que recibe del estado incluyendo sus 7 medicamentos para atenuar su psicosis. Ambos resultan ser cortados por ajustes de presupuesto, que como en todo buen gobierno de capitalismo salvaje que se precie de ser, comienzan por los sectores sociales mas vulnerables. Las condiciones de austeridad en la que es enmarcado el film, está basado en una situación real de crisis en Nueva York (Ciudad Gótica) a fines de los 70s donde el paro de trabajadores de la basura por un incremento de sueldo, derivó en esa crisis sanitaria.

“Ellos no dan ni un pedazo de mierda por personas como tú Arthur”

Sobre eso está el encuentro circunstancial pero violento de Arthur con los más privilegiados. Por un lado resulta ser que la joven Penny Flacke en el mismo tiempo en el que adopta a Arthur, trabajaba como empleada de la mansión Wayne y una carta parece evidenciar una relación de amor imposible con el patriarca billonario (imagino que no habré sido el único incrédulo que por un rato estuvo colgado pensando en el universo paralelo en el que Batman y el Joker son hermanos...WTF!). Y si bien Thomas Wayne le revienta la cara a Arthur afirmándole que ni es su hijo y que esa historia fue producto inventado de la psicosis de Penny, la historia de un hombre rico abusando de sus sirvientas y teniendo hijos bastardos además de no reconocerlos, está seguro demostrada en cada parte del mundo.

Otro momento la película nos encierra junto a nuestro personaje en el que se ve entre la espada y la pared. Acaba de ser despedido y enfrentado esa realidad se topa en medio de una situación de testigo del abuso que comienzan a hacer tres jóvenes ricos con una jovencita quien mira a Arthur buscando ayuda y es donde estalla nuevamente la angustiada risa que los irritará tanto que una vez más acaba siendo golpeado en el piso. El sonido de ocho balas es lo que detiene en seco el abuso acumulado de toda una vida y viene a anunciar la transformación final de Arthur en Joker.

La única imagen del Joker que hemos tenido los colonizados por el mundo de DC Comics, ha sido la de ser la simple antítesis de Batman; un villano. Villano y psicópata que con su blanca cara y sonrisa retorcida da vida a la versión terrorífica que solemos también tener de los payasos. Pero ¿por qué la cara de payaso? No por cicatrices de ácido (Batman 1985), ni de heridas infringidas (El Caballero de la Noche, 2005). La cara pintada de este Joker del director Todd Philiips, no oculta ninguna cicatriz física sino de abiertas heridas mentales y además alimentadas por la brutalidad de ser un discapacitado mental en medio de una crisis económica en una sociedad de inequidad polarizada en la que irrumpe, no para comenzar una revolución ni convertirse en un símbolo como el mismo lo dice, sino por el hecho de que quienes pueden abusar de el/ellxs sepan que al final si pueden “volverse hombres-lobo y volverse locos”. Pone de ejemplo que su asesinato de los 3 jóvenes acomodados de Wall Street causó un impacto por ser quienes son, mientras si fuera un donnadie como el y estaría muriendose a lado del camino la gente ni lo notaría. No sólo la existencia sino hasta la muerte importará dependiendo su lugar en la sociedad. El Joker enfrenta a todos los que ven la realidad a través de la tele, que la realidad es duramente distinta allá afuera y que nadie es capaz de ponerse en los zapatos del otro, menos alguien como Thomas Wayne.

Pero además de reconocer la historia particular del sujeto de las risas desenfrenadas e incomprendidas, la trama permite también ver a las personas detrás de las demás máscaras de payasos. No se trata de simples “secuases”, ni “terroristas” detras del jefe como se ha visto en todas las ediciones de Batman. En este caso se trata de personas de a pie (sobre)viviendo un mundo en crisis donde los que pagan los platos rotos del sistema, son el 99%. La completa desconexión de esa realidad social que tiene alguien como Thomas Wayne, lo pone en la privilegiada posición también de juzgarlos cuando denigra como payasos a quienes no han logrado algo más en sus vidas. Esa afrenta clasista será la que motiva finalmente las masivas protestas en Gotham que acaban en un caos.

¿Soy solo yo?… o toda es una locura allá afuera. No pensé que la siguiente vez que esa frase volvería a mi cabeza, sería mientras yo mismo y mi familia estábamos viviendo una paranoia colectiva que paralizó a todo Bolivia por el peor cataclismo social y político que atravesamos en los últimos años. La vivencia personal de atravesar una situación de crisis social permite a uno comprender las reacciones e impotencia tanto personales como grupales y colectivas. El tener un sistema de basura paralizado, media ciudad sin agua, desastres naturales han sido otras formas de histeria colectiva que hemos atravesado acá donde vivo pero historias similares vienen pasando en todas partes del mundo y con situaciones mucho peores como la guerra. Tampoco imaginaba que esa pregunta y el eco de la risa del Joker la escucharía nuevamente en mi cabeza en medio de la paranoia de escala global que viene sembrado la incertidumbre del contagio de un nuevo virus. De hecho esas condiciones de estrés las refleja mejor Guo Jing en su diario, una trabajadora social de Wuhan-China, exponiendo también las dificultades que pasan los ancianos y discapacitados.

En su discurso de agradecimiento por el Oscar a Mejor Actor, Phoenix decía “Creo que a veces sentimos o nos hacen sentir que defendemos diferentes causas. Pero para mí, veo cosas en común. Creo que, ya sea que estemos hablando de desigualdad de género o racismo, o derechos queer, o derechos indígenas o derechos de los animales, estamos hablando de la lucha contra la injusticia”. Y si hay algo muy claro, la injusticia en cada momento de crisis acaba golpeando a las personas más vulnerables.

“¿Qué obtienes cuando te cruzas con un solitario enfermo mental en una sociedad que lo abandona y lo trata como basura?”… BUM!

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Cruz Fuentes
Distopías, Poder y Política en “35mm”

Forzadamente apocalíptico, tristemente conciente y felizmente latino