Los movimientos de las imágenes y las imágenes en movimiento.

[OPINIÓN] “Es la capacidad de la imagen para tocar las fibras de nuestros propios relatos, y llevarnos a experimentarla desde la complejidad de nuestra personalidad. Esta cualidad de afectación interior propia de la imagen se potencia en el cine, y podríamos decir, se vivifica.”

Cinestesia
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5 min readSep 25, 2020

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Por: Urus Nicolás Tovar.

La noción de historia tiene consigo una idea de unidad que tendemos a dar por hecho con facilidad. Nos referimos a la historia como a un relato fijo, sin embargo, este gran relato se sustenta en relatos más pequeños, la historia se cuenta en historias. Los acontecimientos llevan consigo su relato, y en el transcurrir humano los relatos se han complejizado de múltiples maneras. Hay relatos de chisme y palabra, en los que desde el escuchar se cautiva el interior. Hay relatos escritos en los que es desde los ojos que se atraviesa a la imaginación. Los relatos se transmiten de diferentes formas y tal vez de las más cautivantes que haya sea la audiovisual. El cine tiene esa cualidad de no dejarle a la conciencia demasiados espacios sueltos y vacíos. A través suyo el relato nos atraviesa completos, el cine captura en su experiencia vivificadora. Se dice del cine que es el arte en el que confluyen todas las artes. En la imagen en movimiento se coloca toda la experticia artística, luz y sonido en la danza del tiempo.

Es el movimiento lo que da origen al cine, la imagen se mueve y percibimos continuidad, y con ella, la aparición del relato. Hay sin embargo otra dimensión del movimiento de las imágenes en el que no es ya un moverse físico o técnico el que nos cautiva, sino un movimiento de la imagen en la consciencia, dentro de quien observa. Tales movimientos internos son detonados por las imágenes, los símbolos, los personajes, las acciones y vivencias que danzan en la pantalla. Es la capacidad de la imagen para tocar las fibras de nuestros propios relatos, y llevarnos a experimentarla desde la complejidad de nuestra personalidad. Esta cualidad de afectación interior propia de la imagen se potencia en el cine, y podríamos decir, se vivifica.

Dentro de las innumerables razones por las cuales decidimos ver una película, hay un elemento que interviene siempre en silencio y casi que sin ser notado, y es el de la identificación. Buscamos entretención, pero también buscamos identificarnos, podernos relacionar con lo que vemos. Las mejores experiencias cinematográficas son siempre en las que atravesamos las vivencias de los personajes como propias. Es la similitud entre lo que veo y lo que he vivido, un movimiento que va desde el relato de la imagen a las imágenes de mi propio relato.

Personalmente me doy por satisfecho viendo una película cuando logro llorar, y digo logro, porque es el logro de la experiencia que vivifica, de la experiencia que mueve, que, sentado en el sofá frente a la pantalla, me hace vivir. Sin embargo, nunca nadie se afecta de igual manera por las mismas cosas, a cada quien se le mueven sus circuitos con códigos distintos. Me he pasado largos momentos tratando de resolver el por qué mi abuelita pasa horas y horas del día viendo tragedia tras tragedia en las novelas extranjeras de la televisión pública. Varias veces he tratado de persuadirla haciéndole ver la densidad del contenido emocional de lo que ella está recibiendo, hasta que me di cuenta de que era yo el que no estaba viendo. Era inútil intentar persuadirla porque ella vivía las tragedias como propias. Su hora de ver las novelas es una hora sagrada, porque ella vive dentro la novela, no puedo ver cómo, o saber qué es lo que se mueve dentro de ella, solo sé que aquellas imágenes mueven y hacen resonar las fibras de sus propias imágenes, de su relato personal, de sus anhelos y sus desencuentros. Mi abuelita ama ver la novela de la niña perdida en la que de capítulo en capítulo se hace cada vez más evidente que a la niña nunca la encontrarán, y ahora, ante eso, solo puedo sonreír.

Las imágenes se mueven y se mueven también dentro de nosotros, así mismo, podemos reconocer también que hay movimientos dentro de la imagen. Toda imagen tiene una cualidad simbólica, y los símbolos, tienen incontables significados. Carl Gustav Jung dice sobre la imagen, que ésta “es simbólica cuando representa algo más que su significado inmediato y obvio”. Un símbolo nunca es un elemento fijo, siempre está cambiando, y cambia junto a quien lo observa. Pensemos por ejemplo en el fuego, el fuego es calor, y también es luz, y como calor y luz es también generador de vida, es el sol, y también la fogata. Tiene un profundo sentido creador y positivo, y, sin embargo, profundamente destructivo. Es el arma de fuego, es el incendio, la bomba, el fuego de la ira, la industria, todo esto al mismo tiempo. El elemento fuego nunca será fijo en su significado, mutará en el contexto en el que se le ponga y tomará siempre un nuevo sentido. Como diría Alejandro Jodorowsky, es siempre más útil percibir un símbolo no como un elemento fijo sino como un “símbolo fluido”, como un elemento en constante fluidez. Que un símbolo sea fluido tiene que ver con su capacidad de reflejar. Siendo espejos y no realidades en sí mismas, los símbolos se convierten en lo que vemos en ellos.

De ahí que la experiencia cinematográfica sea tan particular para cada persona. Cada quien vive a su manera la misma película, porque cada quien vive su propio reflejo. El cine es una experiencia directa al interior, que funciona como activador de emociones, sentimientos y sensaciones corporales, un espejo a nuestra realidad subjetiva. Esta visión generará una consciencia diferente a la hora de ver una película, al reconocer que lo que veo impacta en mí porque se relaciona conmigo, porque hace espejo.

Diremos entonces que ante nosotros se abre una nueva posibilidad del movimiento, una en la que me muevo con la imagen y hacia la imagen, y en la que es posible vivir el símbolo en toda su extensión. Se trata de hacer de la experiencia cinematográfica ese ejercicio atento y a la vez sin esfuerzo en el que participo activamente del relato que recibo porque éste fluye en mi relato. Reconocer la correspondencia me permitirá moverme con ella, y percibir en el cine y en la dimensión del movimiento de la imagen, incontables posibilidades de resonancia entre el afuera y el adentro.

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Cinestesia es una plataforma de gestión cultural cinematográfica enfocada en el desarrollo de audiencias en Colombia y América Latina.