Vida Perfecta

Letícia Magalhães
Cine Suffragette
Published in
5 min readNov 25, 2022

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María (Leticia Dolera) siempre ha soñado con la vida perfecta: casamiento feliz, dos niños — una pareja — y un piso donde vivir con la familia. Todo el plan parece colapsar cuando Gustavo, novio de María desde la adolescencia, la deja. La mejor amiga de María, Cris (Celia Freijeiro), tiene dos hijas pequeñas y ahora su marido quiere un hijo. Ella está de acuerdo con la idea de un nuevo embarazo, pero en secreto sigue tomando las píldoras. La hermana mayor de María, Esther (Aixa Villagrán), es artista pero sus cuadros no venden. Usa como válvula de escape el sexo, el alcohol y las drogas. La vida perfecta con la que María ha soñado es la vida de Cris, pero Cris no está feliz. Tener la vida perfecta es más difícil de lo que parece.

Después de un encuentro sexual con Gari (Enric Auquer), un joven con discapacidad, María se queda embarazada. Cuando se entera que está embarazada, su sonrisa demuestra que está feliz. Sus ojos, que está preocupada. En definitivo, no era ese el camino que planeaba seguir.

Cris quería viajar por el mundo, pero ahora se encuentra sobrecargada por los cuidados con sus niñas, mientras que su marido llega tarde porque sus compas “han insistido” con beber una cerveza luego de salir del trabajo. Ya en la casa, está demasiado cansado como para cuidar las niñas, pero no tan cansado como para rechazar una cerveza más. Infeliz e incapaz de hablar con el marido, Cris busca una aventura en un sitio web para personas casadas. Sin diálogo con el marido, Pablo, Cris llega a ser llevada por él para hacer una fertilización in vitro.

Una palabra que resumiría la serie es “naturalidad”. Los cuadros de Esther muestran pechos, pezones, traseros y sangre de menstruación con naturalidad — y al fotografiarse junto a los cuadros ella también se quita la blusa y la cámara ve su cuerpo desnudo con naturalidad. El aborto también es tratado con naturalidad: en el episodio 3, cuando María piensa se debe o no abortar, descubre que su hermana ha abortado en el pasado. Esther describe su experiencia así: “Agradable no es. Sentí pena un poco, pero cuando salí de la clínica, me dio una liberación. ¿Cómo me voy a arrepentir? Lo que me habría arrepentido era tener un hijo que no quería tener.”

Otro tema del cual se habla sin problemas es el sexo durante el embarazo. Mismo que muchísimos doctores hayan dicho que es seguro, la sociedad en general no lo ve con buenos ojos y, en silencio, lo condena. Decidida a no quedarse con Gari, María asimismo siente deseo sexual intenso e intenta ligarse con un amigo de Cris, Alberto, que usa la definición “aliado feminista” para sí mismo. Sin embargo, cuando María oye que él tiene una fantasía de ligarse con mujeres embarazadas, el deseo se muere.

Cuando Esther empieza a subir fotos de sus cuadros a Instagram, luego recibe un mensaje de un “admirador” que sólo quiere salir con ella. Cuando ella dice que es lesbiana — en sus palabras, “bollera” — el hombre le responde que los cuadros son horribles y que ella es una vagabunda — en las palabras de él, “zorra”. Esther tiene su primer contacto, aún que algo humorado, con las trampas de las redes sociales.

Después, Esther es invitada a exponer sus cuadros en una galería de arte moderna en Barcelona, pero todas las personas están allá para ver a una “influencer” de Instagram. Cuando María y Cris llegan y quieren comprar algunos cuadros, Esther se pone rabiosa porque sabe que sólo depende de la limosna de sus parientes y amigos — ¿y no lo es así con todo artista a comienzo de carrera?

Cuando visitan a sus padres, María y Esther encuentran sorpresas. La madre (Carmen Machi), muy católica, pasa por una crisis de fe y duda de la existencia de Jesús. El padre, feliz con su nueva máquina de cocinar, dice que a él no le gusta el arte de Esther, y que ella debería buscar una carrera en la que gane dinero. Después de una discusión con su padre, Esther busca a viejas amigas para salir con ellas, pero percibe que ahora “salir” es ir a partidos de fútbol de los hijos de las amigas y después ir al cine para una película Disney/Pixar.

Cris siempre oye que debería pedir reducción de jornada de trabajo para quedarse más tiempo con sus hijas. En una fiesta del colegio, oye a una amiga comentando sobre cómo su marido le ha pedido reducción de jornada, hecho que les espanta a las otras mujeres. Además, el marido cuida los niños, cocina bien y le da placer a ella. ¿Por qué Pablo, el marido de Cris, no puede ser así también? Luego Pablo llega, sin ser invitado, a la fiesta. Cris y él discuten, y ella confiesa que a veces no soporta a sus niñas — al que él le responde: “no entiendo cómo quieres tener otro hijo”, olvidándose de que un hijo era deseo de él, nunca de ella.

La serie ha ganado una competencia de series en el Festival de Cannes. Es escrita y por la protagonista, Leticia Dolera, directora de la adorable comedia romántica “Requisitos para ser una Persona Normal” y también directora de dos episodios de la primera temporada, que fue dirigida sólo por mujeres. Sin embargo, Dolera ha sido criticada por despedir a Aina Clotet, que era parte del elenco, después que ella se quedó embarazada. Aina fue sustituída por Celia Freijeiro.

En la segunda temporada, María está viviendo sola con su hijo y sufre de depresión postparto. Cree que Esther y Cris están logrando éxitos en sus proyectos personales, pero eso no es verdad. Esther tiene una nueva novia, una mujer mayor con quien piensa en casarse, y ahora en vez de pintar trabaja en una tienda de maquillajes. Mientras tanto, Cris está experimentando una relación abierta con su marido — la otra opción al relacionamiento abierto es la separación. Menos interesante que la primera temporada, esta segunda al menos mantiene el discurso de que todo es posible si tenemos amigas.

Divertida, sagaz y muy verdadera para las treintañeras — o mismo para las menores que conocen la realidad de la vida. Porque no es sobre buscar la vida perfecta. Es sobre vivir la vida posible.

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