Today I would like to write a poem, and to say
the sun has reached the highest point in the summer sky
And the green of the gardens is resplendent, reality distorted, artificial
The hands of the whitest women disappear, they reveal themselves and their flowing locks
This happens at times in Bamboo City and everyone imagines the Orient
The pale woman who robbed me of my dream in the suburbs, she has gone missing, she has disappeared, never to return again.
Crime beats in like locusts on the wing: they arrive with the tornadoes and send barns and elm trees flying
Yesterday I saw a small flock of ducks crossing overhead and I wanted to say something transcendent:
these things bring luck to a man lost in a city with the name of a war or plague.
The woman who sells me the protein shake, the granola bar, and the antacid bursts into compulsive laughter. She laughs when there is nothing to laugh about, she laughs and has to look away. She’s an Asian woman with hair dyed red
she is the corn woman, the woman with the big extensions. The scarecrow lady.
2:00 pm is the crucial hour, there may be a storm or a cloudless sky with a striated yellow ring stretched across an invisible rail, that is not important, it is the cruel hour, the hour of nothing,
If the woman comes and hints through her movements and manners that she may steal my dream once again, I might accept it out of pure boredom
I should go north, this city overwhelms me, the people are kind but nothing more, occasionally they will console you with desperate, impersonal oral sex
“it’s as if she were eating Doble Diablo”
“it’s as if she were eating La Santa Muerte”
Those dialogues have to be thought, you can’t say them out loud while the film is rolling.
They also shoot this kind of film in Bamboo City
And not everyone is unhappy.
Hoy tengo ganas de escribir un poema, y decir
el sol ha alcanzado ese punto más alto del verano
Y el verde de los jardines es reluctante, realidad distorsionada, artificial
Las manos de las mujeres más blancas desaparecen, se develan ellas y sus cabelleras
Eso sucede a veces en Bamboo City y todos se imaginan una ciudad oriental.
La pálida mujer que me ha robado el sueño en los suburbios, se ha perdido, ha desaparecido, no ha vuelto más
El crimen azota como las langostas: ellas vienen junto a los tornados y echan a volar graneros y olmos
Ayer vi una pequeña bandadas de patos cruzar sobre mi cabeza y quise decir algo trascendente: estas cosas le dan suerte a un hombre que se ha perdido en una ciudad con un nombre de guerra o de peste.
La señora que me vende el batido de proteínas, la barra de granola y el antiácido se ríe compulsivamente. Se ríe cuando no se tiene que reír, se ríe y no sostiene la mirada. Es una señora asiática con la cabellera teñida de rojo
es la señora del maíz, la señora de las grandes extensiones. La señora espantapájaros.
las 2 pm es la hora crucial, puede haber tormenta o un cielo sin nubes con un redondel estriado y amarillo sobre su carril invisible, eso no importa, es la hora cruel, la hora de nada,
Si viniese la mujer y me sugiriera con sus movimientos y sus formas robarme el sueño de nuevo, quizá la aceptaría de puro aburrimiento
Debo ir al norte, esta ciudad me agobia, la gente es amable pero nada más, a veces te consuelan con un desesperado e impersonal sexo oral
“es como si se la estuviera comiendo a Doble Diablo”
“es como si se la estuviera comiendo a La Santa Muerte”
Esos diálogos se piensan, no podrías decirlo si rodaras la película,
En Bamboo City también se ruedan ese tipo de películas
Y no todo el mundo es infeliz.