Cómo empezó la masa crítica en La Habana
Déjame contarte cómo empezó Bicicletear La Habana y se convirtió en la masa crítica, pero también te cuento cómo descubrí la bicicleta en mi niñez y no puede faltar mi descubrimiento en Berlín.
En la década de 1990 llegaron a Cuba cerca de un millón de bicicletas desde China. El Estado cubano vio en la bicicleta la mejor alternativa emergente en una crisis sin igual del transporte público. Había iniciado el Período Especial a causa del colapso de la Unión Soviética y se intensificó el bloqueo de los Estados Unidos. De especial no tenía nada.
Yo crecía en la pequeña ciudad de Nueva Gerona, mientras en La Habana, mis abuelos reunían pesos poco a poco para comprarme una bicicleta y enviármela a La Isla, cuando aún el servicio de correo funcionaba. Terminaba la década y justo antes que dejaran de importarse al país, yo tuve mi bicicleta china. Con 11 años de edad fui en mi Phoenix a la escuela, a la playa con mis amigos, al campo a buscar mangos, al aeropuerto a ver aterrizar el avión con mi mejor amigo. Él soñaba con ser piloto y tenía una bici espectacular también.
Todo mi piquete iba en bici. Levantamos goma, saltábamos, hacíamos carreras y mucho más. La única vez que probé engancharme de un carro salió todo mal y me gané varias cicatrices para no olvidarlo. La carretera no tenía tráfico y era plana como una pista, pero el chófer intentó deshacerse de nosotros arrimándose y empujándonos peligrosamente al borde de la carretera. Yo no pude manejarlo y mi timón quedó enganchado en el lateral del carro. Fui arrastrado con mi bicicleta hasta que rodé por el pavimento. El chófer se detuvo, se bajó del carro y se acercó dándome gritos. Le mandé pal carajo y pa allá se fue. Yo no estaba mal, pero mi bici sí quedó bastante rota. A fuerza de golpes logramos que funcionara como una Draisiana para seguir el recorrido gracias a que mis amigos me empujaban.
Los cubanos tenemos mucho que contar de esa época. Fue un tiempo duro, pero la gente o se fue en balsa o resistió y usó la bicicleta sin límites. No importó la distancia, la carga o el número de personas en la misma bici, ni las calles llenas de baches o la carencia de comida. No había alternativa. Así la bicicleta se convirtió en la solución, pero a la vez en el símbolo del peor tiempo de Cuba revolucionaria. Arribando al año 2000, la economía nacional comenzó a recuperarse, pero no hubo más piezas de repuesto para bicis, ni bicis chinas, ni criollas. Muy pocas bicicletas siguieron rodando en los años siguientes, entonces también desaparecieron los carriles de bici y cualquier otra infraestructura ciclista.
Me moví a La Habana para estudiar, pero no me dejaban tener bici en la residencia del pre, ni en la universidad. Al terminar los estudios fue fácil quedarme en La Habana, porque mi identificación dice que soy de acá. Retomé la bici para ir diariamente a la oficina. Había que ver esas caras de compasión de mis colegas como si yo sufriera yendo en bicicleta. Unos años después la bicicleta se convirtió en mi trabajo y la informática en mi hobby.
Hoy día, la bicicleta es el medio de transporte personal preferido por muchas personas en el mundo. Más de 800 millones de usuarios la emplean a diario — dice la Wiki. Si te lo piensas, La Habana pudo haber sido una de las capitales más amigables con la bicicleta. Aunque en la práctica no hay bicicletas en Cuba, hay interés por cambiar esta realidad — .
En el 2014, en un café en Vedado, asistí a un cine-debate con otros ciclistas y emprendedores de la bicicleta. Discutimos acerca de mejorar la ciudad para los ciclistas. La mayoría apuntó a escribir cartas al gobierno reclamando de vuelta la infraestructura que tuvimos en los 90s. Me pareció un recurso gastado y sin sentido porque no había un número representativo de ciclistas en la ciudad. Entonces propuse hacer la masa crítica como estrategia para motivar a la gente a pedalear y visibilizar la bicicleta.
Aquí en la capital, un buen número de jóvenes, apuesta por la bicicleta como objeto recreación, deporte, trabajo y realización profesional. A la vez traen la bicicleta a nuestra ciudad con alto valor medioambiental, económico y social. Esas iniciativas han catalizado un nuevo tiempo para la bicicleta en Cuba. Ya la gente ha empezado a ver de nuevo lo bonito de pedalear. Lo sé porque me metí en este mundo trabajando para el primer negocio de bicis, el primero en establecerse en la ciudad.
Después de conseguir mi diploma de grado, mi mayor deseo era viajar. Viajé por primera vez a Alemania y me enamoré del estilo de vida asociado a la bicicleta que lleva mucha gente en Berlín. Era una realidad muy distante de Cuba, pero me hacía pensar cuan feliz podría ser la gente en bicicleta también en La Habana. En Alemania los recursos sobran y la economía no flaquea, y mucha gente va en bicicleta con tremendo swing. Amé Berlín y su ambiente multicultural, alternativo, y sobre todo sus ciclo vías, semáforos para ciclos, bike-shops, espacios para los ciclistas… y es que prácticamente puedes encadenar tu bicicleta donde quieras!
Berlín expandió drásticamente mi manera de pensar acerca de la bicicleta. Dejando a un lado cualquier discurso anti capitalista y anti consumista, puede apreciar que “los malos” también usan la bicicleta y no precisamente porque hayan tenido un período especial. Para ellos la bicicleta es una alternativa de transporte muy natural, además, propone un estilo de vida muy atractivo que encaja bien en una cultura moderna, revolucionaria y respetuosa con el medioambiente.
Regresé a La Habana hinchado de inspiración. Había pasado un año sin escuchar nada sobre alguna acción de aquellas que mencionamos en la reunión pro ciclista. Yo no quise esperar más y anuncié en Facebook la primera bicicletada para primera el 27 de septiembre de 2015. Llegaron 4 personas. Desde entonces, cada mes el evento propone a la gente esta actividad al aire libre que nos incentiva a hacer ejercicio físico, socializar y divertirnos en la bicicleta. Por más de un año el número de participantes no superó los 20 ciclistas. Si venía un cubano, llegaba porque su amigo extranjero residente le motivaba. Atraer más locales parecía imposible y esto me desmotivó. Después del evento número 20 decidí parar.
En los siguientes dos meses después me llegaron comentarios de que había gente que quería participar. Claro, le puse nuevas ganas y recomencé. Esta vez aparecieron nuevas caras, y sumamos unos 40 o más. ¡Por fin se logró la masa crítica! Pero le llamé Bicicletear La Habana para no asustar a nadie con las palabras masa o crítica. El crecimiento fue posible porque el evento corrió de boca en boca y, además, Facebook ya tenía mayor alcance en Cuba gracias a que el precio del Internet bajó.
Con la masa crítica he tratado de hacer la bicicleta más atractiva. Destipificar la bici como cosa de pobreza es importante, pero también lo es alertar a los chóferes que, al montarnos en la bici, todos los ciudadanos, tenemos derecho a usar la vía pública. Es vital borrar a los habaneros el trauma sobre la bici para que sea asumida en la vida cotidiana y potenciar de una vez principios de sostenibilidad, reducción del ruido y la contaminación producida por los carros. Debido al poco espacio que requiere, la bicicleta es la forma más eficiente de mover a las personas dentro de las ciudades. El ciclismo es beneficioso para la economía por ser más barato y es la mejor alternativa de transporte aparejado del desarrollo de infraestructuras y políticas amigables con la bici. Incluso, quienes usan la bicicleta hallan placentero transportarse y son más felices.
Los ciclistas seguiremos siendo una comunidad pequeña mientras no existan bicis en el país, nos falten infraestructuras y espacios amigables para la bicicleta y garantías de seguridad vial. Aun así, somos una alternativa objetiva para el futuro de La Habana.
PD1: Citykleta vino a surgir un poco más tarde. Ya te contaré.
PD2: Nos vemos el primer domingo del mes a las 4:30 PM en el Parque de los Mártires Universitarios para pedalear con la masa crítica.