Ciudades como ecosistemas creativos
Un economista, un diseñador gráfico y un urbanista célebre compartieron experiencias en un panel que propuso transformar a cada ciudadano en un agente creativo.
“Mi ciudad creativa es una ciudad que sorprende, que abriga. Es un punto de encuentro y cuenta historias propias”, dijo Enrique Avogadro, secretario de Cultura y Creatividad del Ministerio de Cultura de la Nación en su rol de moderador del panel “Kreatópolis, ciudades de mentefacturas” del encuentro internacional Ciudades Creativas. Además, el funcionario planteó: “Los gobiernos tenemos un gran desafío por delante: ya no ejercemos el monopolio de la cosa pública. Ahora se trata de tener conversaciones, de cocrear las ciudades donde vivimos. El Estado deber perder el miedo a la conversación”, afirmó en referencia al protagonismo de los ciudadanos en la construcción de los nuevos espacios públicos.
Frente al escenario, un auditorio colmado por especialistas, estudiantes, académicos y emprendedores aguardaba por las experiencias de tres invitados internacionales: el economista mexicano Ernesto Piedras, el diseñador brasileño Marcelo Rosenbaum y el famoso urbanista británico Charles Landry, padre del concepto de ciudad creativa, acuñado en la década de 1980.
Ernesto Piedras agradeció la invitación y confesó: “A los economistas nos importan muy poco la cultura y las industrias creativas”, pero de inmediato destacó que economía y cultura son áreas vinculadas a través de un “maridaje necesario”. Piedras invitó a pensar en la ciudad como una red, que se valúa por su cantidad de nodos. “Veo a la ciudad de México como una red con 20 millones de nodos. Así son las ciudades: redes conectadas a través de los múltiples nodos que son sus ciudadanos”, dijo.
Piedras habló sobre fuerzas centrípetas que atraen la creatividad a las grandes ciudades, donde las audiencias se multiplican y el intercambio fluye a mayor velocidad y en múltiples direcciones. Si la participación de las industrias creativas en el producto interno bruto de México es del 7,3%, esa participación sube a 8,9% en el caso de la ciudad de México, donde opera esta fuerza centrípeta. Piedras calcula la participación de las industrias creativas en el PIB nacional y regional contabilizando la economía en la sombra, que aumenta a causa de la revolución digital, e incluyendo actividades que no siempre se consideran parte de este sector, como la gastronomía de raíz local, pensada como contenido o experiencia turística.
Así como Piedras se refirió a la creatividad que nace en los grandes centros urbanos, Marcelo Rosenbaum habló sobre su trabajo con las culturas aborígenes brasileñas en pequeñas localidades. El objetivo de su proyecto A Gente Transforma (transformamos, o nosotros transformamos) es hacer de los saberes de esas comunidades, que viven más conectadas con los sentimientos, la familia y la naturaleza, un medio de vida a través del diseño. “No intentamos desarrollarlas anulando su cultura; por el contrario, creemos que las ciudades pequeñas son universidades de conocimiento, y que hay que encontrar mecanismos que incluyan a todas las personas y también al ecosistema al que pertenecen. Tenemos que habitar la naturaleza, provocar y permitir el caos -del que surge la creatividad- para despertar y revelar nuevas creencias”, dijo Rosenbaum.
El urbanista Charles Landry fue el encargado de cerrar el panel, y para ello planteó los desafíos de las ciudades creativas hacia el futuro: “Debemos ser resilientes en la forma de planificar. Debemos ser flexibles y elásticos. En los próximos diez años, a causa de las falencias en la calidad de vida y de la disfuncionalidad de las grandes ciudades, los pequeños centros urbanos tendrán grandes oportunidades. Las nuevas posibilidades de conexión, gracias al trabajo en forma remota, por ejemplo, ayudan a que ese movimiento sea posible”, dijo. Además, Landry destacó la necesidad de darle protagonismo a todos los sectores sociales, ya que cada persona es potencialmente creativa si está en un ámbito que la alienta a crear. “Este es el gran desafío: que cada ciudadano se sienta creativo”, y cerró así su primera visita a la Argentina.