Café. El inicio de una pasión

Lorena Ferrero
Coffee Mad
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2 min readAug 23, 2016

Mi hermana solía pedirle a mi madre que le manchara la leche con ese café aguado que reinaba en su pequeña isla en la cocina. Cedía en pocas ocasiones porque temía su sobreexcitación y, conociendo a mi hermana, era un temor razonable. Yo nunca lo pedí; de hecho, no probé el café hasta los 14 años. Creo que llegó antes el Martini. La primera vez fue dolorosa, un bar cualquiera, leche marca Día, demasiado azúcar y los posos amargos en el paladar. No pensé en repetir voluntariamente y creo que tardé bastante en hacerlo. Entonces llegó la universidad y lo cambió todo. El café no mejoró, en realidad empeoró bastante. El líquido pardo de la máquina era un jarabe pudredientes, y el que me servía Chemita se parecía bastante a esa primera experiencia de bar pero una no podía discutir sobre Habermas o Carl Schmith con un ColaCao y, a fuerza de tragar con disgusto, aquello se convirtió en adicción. Años después llegó Italia. Roma. Un día caluroso de agosto a las cuatro de la tarde. Era el momento perfecto para pedir un gelato y ponerse a la sombra. Yo preferí hacer la cola de Sant´Eustachio y pagar 3 euros (de entonces) por un espresso. Me cambió la vida. El inicio de una pasión siempre es inolvidable.

Foto: pasiongastronomica.wordpress.com

No sabía que lo que tomaba era tan malo y tampoco sabía que tomar café podía ser una experiencia con tantos matices. Desde entonces he probado muchos, mejores que aquél, y cuanto más se de sus variedades, del cultivo, de las formas de extracción, más quiero beber.

No nací en un país productor, ni siquiera en un país con cultura del café. Tampoco soy barista (todavía), solo una amante empedernida del café y una defensora de su rol social.

Espero provocaros sed de café a diario desde Coffee Mad (:

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Lorena Ferrero
Coffee Mad

Comunicación digital. Ahora en la administración pública. Adicta al café.