Una nueva forma de habitar
“No habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan”.
(Heidegger, 1951)
Habitamos en la medida en que existimos y nos relacionamos con nuestro entorno según el grado de consciencia que tenemos sobre él. Es necesario reflexionar acerca de la manera antropocéntrica en la que hasta ahora hemos habitado, dejando de colonizar el planeta ya que dependemos de él y no al revés, debemos encontrar un equilibrio que rescate la dignidad del entorno natural, una respetabilidad que depende de nosotros conservar, cambiando la manera en que construimos, sin negarle su permanencia e importancia, debe estar en nuestra cultura, ser la conciencia que la naturaleza tiene de sí misma.
Si bien, la crisis sanitaria actual representa una amenaza y un cambio en nuestros hábitos, el cambio climático es una problemática mucho más grande y amenazadora para nuestra existencia, también es una oportunidad para hacer cambios profundos y corregir errores que nos han traído hasta este punto.
Como individuos debemos ser conscientes de los hábitos que nos llevarán hacia un futuro sostenible. Reciclar, reutilizar y reducir el consumo de recursos naturales, energéticos y de origen animal, que representan el 51% de la contaminación global, debido a la emisión de gases que generan el efecto invernadero, la degradación del suelo, la contaminación de los recursos hídricos y la desenfrenada deforestación para su producción, datos según la ONU.
Además de estas acciones, debemos resaltar el espíritu solidario que ha emergido en medio de la crisis, este, junto con la naturaleza deben ser el eje del crecimiento que permitan hacer de los asentamientos humanos lugares sostenibles, resilientes, inclusivos, seguros y productivos.
Es necesario incorporar cultivos recreativos y de autoconsumo dentro de las dinámicas socioculturales a pequeña escala, dando la posibilidad de operaciones comerciales para microempresarios y familias, mediante el desarrollo agrícola en terrazas, patios traseros, balcones, prisiones, hospitales, y otros equipamientos en el contexto urbano, renaturalizando las ciudades, los municipios y las comunidades.
Desde la Planificación Territorial es importante enfocar esfuerzos en una descentralización de los bienes y servicios. Los límites geográficos hasta ahora han sido marcados por nuestro lugar de trabajo; el desarrollo del teletrabajo nos permite romper con esta lógica, si bien, no todas las labores lo permiten, es necesario pensar en una migración desde lo urbano a lo rural como alternativa de ocupación. Indispensable planear la manera de satisfacer esta necesidad en los municipios, generando apropiación por el territorio, fortalecimiento del tejido social e involucrando a la comunidad en el sector productivo, encaminados a un desarrollo social y económico colectivo.
El enfoque nacional es hacer vivienda de interés social en cabeceras municipales, fomentando el desplazamiento desde las zonas rurales, no obstante, las familias deberían poder acceder a vivienda social sin desplazarse de su entorno productivo y hábitat natural, evitando la concentración en centros urbanos, consolidando otros pequeños centros poblados desde la inversión socialmente responsable, que más que una solución habitacional, sea una solución integral a sus necesidades, donde se viva dignamente y se tenga calidad de vida.
La vivienda productiva y progresiva es un concepto utilizado en algunos municipios de la sabana como Sopó. Extensible en la medida en que las habitan, rescatando un valor adicional, y es que las familias empiezan a organizarse entorno a su propia vivienda, invierten en su propia casa, habitan la casa que les gusta y trabajan para mejorarla, superando de forma transitoria condiciones de pobreza y alcanzando un integral en armonía con el contexto rural o urbano.