Sin debate medioambiental, los candidatos ignoran a los Latinos

Louis Baudoin-Laarman
5 min readNov 8, 2016

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El smog en Caracas, Venezuela (Foro por Adriana Loureiro Fernandez)

Cinco minutos y 27 segundos. Éste es el tiempo que pasaron discutiendo el tema del medio ambiente los candidatos durante los tres debates presidenciales celebrados en octubre, que en total duraron 277 minutos.

Y fue gracias a la pregunta de un ciudadano, Ken Bone, al final del segundo debate: “¿Qué pasos seguirá su política energética para satisfacer nuestras necesidades energéticas al tiempo que cuida el medio ambiente y minimiza la pérdida de puestos de trabajo en la industria de los combustibles fósiles?”

“Seamos claro: una pregunta en el ultimo minuto sobre energía no hace justicia a la amenaza del cambio climático,” aseguró en un comunicado poco después del debate May Boeve, directora de la ONG medioambiental 350.org.

La política ambiental del próximo presidente de Estados Unidos será clave en particular para los ciudadanos latinos. Un sondeo de la ONG Public Religion Research Institute (PRRI) publicado en noviembre de 2014 concluyó que el 71% de los latinos está preocupado por las consecuencias del cambio climático, frente al 43% de los caucásicos no hispanos.

Una de las razones para esto es que los hispanos estadounidenses tienen en su mayoría lazos con países latinoamericanos que sufren los efectos del cambio climático en forma de sequía o huracanes, por ejemplo.

Una encuesta realizada por la Universidad de Stanford en enero de 2015 mostró que los hispanos estadounidenses apoyan con mayor vigor medidas como la transferencia de fondos a países en vías de desarrollo para combatir este fenómeno, o la imposición a las empresas de un impuesto por el uso de combustibles fósiles.

Dos visiones opuestas

Pocas veces han diferido tanto las propuestas medioambientales del candidato republicano y el demócrata a la Casa Blanca. Mientras que el primero, Donald Trump, rechaza incluso el concepto de cambio climático, la segunda, Hillary Clinton, ha situado este problema en el centro de su programa electoral.

En realidad, la postura de Trump sobre medio ambiente sigue siendo ambigua.

“Aún queda mucho por investigar en el campo del ‘cambio climático’. Quizá sea mejor usar nuestros limitados recursos financieros para asegurarnos de que todos los ciudadanos del mundo tengan agua potable. Quizá deberíamos centrarnos en desarrollar fuentes de energía que alivien nuestra dependencia de los combustibles fósiles,” señaló Trump en septiembre a ScienceDebate.org.

En cuanto a políticas concretas, Trump se ha centrado en el enfoque económico: “Bajo mi presidencia, lograremos una total independencia energética,” aseguró en un discurso en la Conferencia del Petroleo de Williston Basin.

Trump afirma que su principal interés es proteger los empleos de las industrias del petróleo, el gas natural y el carbón, eliminando regulaciones que considera nocivas en términos laborales. El pasado mes de mayo, se colocó el casco blanco de minero que le facilitó la Asociación del Carbon de Virginia Occidental para mostrar su apoyo a este colectivo durante un discurso en Charleston.

En este sentido, la Agencia de Protección Ambiental, a la que acusa de utilizar “tácticas totalitarias” y de poner en riesgo la viabilidad de la industria energética estadounidense, sería su primer objetivo político.

Según Trump, luchar por un aire y un agua más limpios no entra en contradicción con su apoyo a las industrias más contaminantes, como la del carbón. Cuenta en ese sentido con el respaldo del Partido Republicano, que en su convención nacional celebrada en julio concluyó que “el carbón es un recurso abundante, limpio, barato, y fiable.”

Los expertos en energía de la campaña republicana rehusaron contestar a las preguntas de Máquina Latina, que trató también sin éxito recabar la opinión de varios think tanks republicanos y asociaciones juveniles en apoyo de Trump.

Racismo climático

Hillary Clinton defiende por el contrario una perspectiva social a la hora de combatir el cambio climático, basada fundamentalmente en una transición gradual hacia las energías renovables (con el objetivo de que supongan la mitad del consumo nacional en 2030) y una mayor regulación de los productos químicos.

El objetivo principal de sus propuestas es combatir la injusticia climática, reduciendo la polución del aire y del agua, que afectan sobre todo a la población con menos recursos económicos.

El programa electoral de Clinton menciona en varias ocasiones la noción de racismo climático para denunciar que la población de color, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, es la más afectada por el cambio climático porque vive en las zonas con el aire y el agua más contaminadas, y en las áreas más afectadas por la subida del nivel del mar.

Un estudio de la Universidad Estatal de Washington concluyó en noviembre de 2015 que la población latina es la más afectada por el cambio climático en Estados Unidos.

“Cerca de la mitad de los latinos en Estados Unidos vive en condados donde el aire no alcanza los estándares de salud de la EPA debido a la contaminación,” aseguró Clinton en abril.

Fuera de la lucha partidista

Kristina Contreras, vicepresidente de la organización Jóvenes Demócratas de América, e hija de ciudadanos guatemaltecos, no cree que la defensa del medio ambiente deba ser un elemento de lucha política.

Contreras considera los refugiados climáticos, que huyen de sus países debido a las catástrofes naturales causadas por el calentamiento global, son el equivalente contemporáneo de sus padres, que tuvieron que escapar de Guatemala por culpa de la guerra.

“Lo interesante con los latinos es que vemos la justicia medioambiental no sólo como un tema importante, sino también como un asunto no partidista,” explica Contreras por teléfono a Maquina Latina.

Sí cree, sin embargo, que la postura de la candidata demócrata es la más sólida: “Clinton declara categóricamente que el cambio climático es producto del hombre, que es algo real, y que debemos tomar medidas serias inmediatamente para evitarlo.”

Por el contrario, Aurash Khawarzad, coordinador de la ONG neoyorquina We Act for Environmental Justice, no cree que ninguno de los dos candidatos mantenga un discurso irreprochable.

“Queda mucho más por hacer, y no hay suficientemente ideas concretas,” asegura a MaquinaLatina. Trump respalda a las industrias fósiles, dice Khawarzad, pero Clinton apoyó el fracking en el pasado.

En cualquier caso, Khawarzad cree que los demócratas son los que mejor reflejan la preocupación por el medio ambiente, aunque sólo sea porque hablan de él.

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