Desiertos de comida en Chile. Las Zonas Rojas que mantienen obesos a los pobres en plena pandemia

Pedro Palma C.
Columnas CITé
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7 min readApr 13, 2021

Por Gricel Labbé y Pedro Palma

Chile potencia agroalimentaria y desiertos de comidas

El auge económico experimentado por Chile durante el siglo XX tiene sus orígenes en la exportación del cobre, pero también en la producción de alimentos, industria que reportó más ingresos que el primero. Son más de 190 países que reciben exportaciones alimentarias desde Chile (Ifan, 2017)[1].

Pero la bonanza económica, así como los alimentos premium no llegan a todos, las desigualdades son abismantes y una de las variables que refleja esta desigualdad tiene que ver con el índice de obesidad, el cuál es más alto en la población de menos recursos.

Las diferencias se reflejan a nivel país con una diferencia de hasta un 21,2% entre las comunidades de bajos y altos ingresos; los pobres en Chile son más obsesos y propensos a enfermedades que otros grupos sociales.

La explicación a esta situación puede estar dada por el alto costo de vida, ya que impide acceder a alimentos de mejor calidad nutricional o más sanos. Es importante destacar que el 70% de los trabajadores en Chile gana menos de 550.000 pesos chilenos (el equivalente a 690 dólares norteamericanos) (Durán and Kremerman, 2015)[2].

Esta realidad, en la que se contrastan altos costos de vida y bajos sueldos fue una de las chispas que encendió el Estallido Social del 18 de octubre de 2019. La revuelta social explotó a 30 años desde la implementación del modelo neoliberal más brutal que ha existido en la Región.

El modelo neoliberal generó, entre otros, el actual escenario de segregación y desigualdad de las ciudades chilenas. Esta afirmación se basa en tres argumentos: 1) expulsó a los pobres de la ciudad hacia la periferia, 2) consolidó 2 millones de viviendas de bajísimos estándares (36 m2–55 m2) en lugares sin equipamientos ni servicios, y, 3) a través del mercado, entregó a los residentes de estos territorios, prestaciones sociales de mala calidad y cobertura, exacerbando problemas sociales así como enfermedades psicosociales, cardiovasculares, diabetes, obesidad, etc.

La pandemia del hambre en zonas rojas

En Chile el acceso a los alimentos esta dado principalmente por cadenas de supermercados, mercadillos y tiendas de abarrotes. Sin embargo, en las periferias no existen supermercados, restaurantes, deliverys, tiendas, ni empresas privadas en general. La negativa de instalarse o prestar servicios a un área por parte de empresas públicas o privadas, aludiendo a la peligrosidad del área, tacha a un territorio como ‘Zona Roja’ (Labbé, 2018)[3].

Un tipo particular de exclusión y expresión de las Zonas Rojas corresponde a los ‘Desiertos de comida’, concepto que surge en el Reino Unido (Beaumont et al., 1995)[4] y se expandió hacia países anglosajones. Este concepto hace alusión a vastos territorios que carecen de establecimientos de alimentación como supermercados, o que presentan una oferta poco saludable para la población.

Según estudios enmarcados en la geografía de la salud, existe una relación entre la oferta alimentaría a la cual accede la población de estas zonas desfavorecidas y las enfermedades producidas por el consumo de comida no saludable, ya que generalmente en estos sectores existe una amplia oferta catalogada como “informal” de productos no saludables como los denominados coloquialmente “carritos de comida chatarra”[5].

Si bien en estos sectores surgen de forma generalizada los llamados “mercadillos” -puestos itinerantes de comercio que venden hortalizas, abarrotes, etc., a granel- estos no están presentes todos los días en los barrios, ni tampoco a todas las horas, además de presentar una menor cantidad y variedad de productos.

Por otro lado, las tiendas de abarrotes (pequeños locales comerciales) que están en los barrios realizan ventas de forma minorista y muy particionada (ejemplo: una taza de azúcar) por ende venden los productos a precios más elevados, debido a la cadena de intermediarios existentes que permiten el abastecimiento de estos locales. Por tanto, no es extraño que los residentes de las ‘Zonas Rojas’ elijan productos más altos en calorías como carbohidratos, ya que duran más, rinden más, son más económicos y son más accesibles.

Respecto a los precios de los alimentos, aquellos productos que tienen mayor aporte nutricional son más elevados, y son posibles de encontrar en las grandes tiendas ubicados en los sectores de mayor opulencia de la ciudad (alejados de los barrios marginales).

Una investigación realizada por el Ministerio de Salud de Chile estableció que un 27,1% de los chilenos — aquellos que pertenecen a los dos segmentos socioeconómicos más bajos — no tienen los ingresos suficientes para costear una alimentación saludable (Verdugo, 2019)[6].

Tanto el abastecimiento como las fuentes laborales se han visto comprometidas con la pandemia por COVID-19, considerando que 2,5 millones de personas trabajan informalmente. Por tanto, tras 4 meses de medidas que restringen la movilidad, han comenzado las protestas sociales que claman por el “hambre”, “solidaridad”, “humanidad” (Figura 1).

Figura 1. Hambre en la Plaza de la Dignidad[7].

Fuente: colectivo artístico Deligth (2020).

Frente al ruego de hambre que ha emergido desde los sectores más populares del país, ha surgido una contra respuesta por parte de los grupos más acomodados, quienes cuestionan la veracidad de la petición al ver que quienes demandan serían personas con “sobrepeso” (Figura 2). Sin embargo, al cuestionar la necesidad de alimentación pasan por alto el contexto de violencia estructural que hizo que los pobres en Chile hoy sean obesos: vivir en una ‘Zona Roja’ sin acceso a alimentación saludable, sin equipamientos deportivos, con pautas de consumo de baja categoría, e incluso sin educación de calidad.

Figura 2. Tira cómica referente al cuestionamiento del hambre por parte de los sectores acomodados del país[8].

Fuente: Damivago (2020)

Si bien la realidad actual ha vislumbrado las disputas socioespaciales y así como un fuerte clasismo arraigado en la sociedad chilena, también hemos podido observar las estrategias a las que recurren los residentes de estas geografías desfavorecidas, creando frentes de autogestión y apoyo mutuo.

Existen variados mecanismos de cooperación no formales, tales como: los almacenes colaborativos, ‘comprando juntos’, ollas comunes, o comedores populares, entre otros, quienes a través de la organización buscan suplir el acceso a comida “saludable” y nacen como respuestas más estables y permanentes de los sectores populares para sobrevivir (Hardy, 1986)[9]. Estas iniciativas se han diseminado rápidamente por el territorio pandémico (Figura 3).

Fuente: Elaboración propia (2020).

Finalmente, nos gustaría resaltar que la pandemia agudizó las consecuencias de los vacíos alimentarios al dejar sin sustento a una gran cantidad de residentes y restringiendo aún más las fuentes de abastecimiento. Las Zonas Rojas a través de sus muros invisibles, levantados por el Estado e instituciones privados, mantienen en una paradoja constante a los pobres chilenos: gordos e insatisfechos alimentariamente.

A su vez la pandemia vino a develar el clasismo arraigado en los sectores más acomodados, que se evidencia en el discurso de la elección individual de los pobres respecto a su alimentación y consecuente salud, pero que pasa por alto la existencia de estas expresiones espaciales denominadas ´Desiertos de comida’.

Pero también, emerge la autogestión en los territorios más asolados por la pandemia, la cual estuvo adormecida 30 años, y que podría ser una respuesta no-capitalista al modelo que los excluyó de todo, incluso de una alimentación saludable.

Referencias:

[1] Ifan (2017) ¿Es Chile una potencia alimentaria? Available at http://ifan.cl/es-chile-una-potencia-alimentaria/ (accessed 23 may 2020)

[2] Durán, G and Kremerman, M (2015) Los verdaderos sueldos en Chile. Panorama actual del valor del trabajo usando la Encuesta NESI. Available at http://www.fundacionsol.cl/wp-content/uploads/2015/06/Verdaderos-Salarios-2015.pdf (accessed 23 may 2020)

[3] Labbé, G (2018) “Vivir en un hipergueto”. Abandono estatal, retracción institucional generalizada y problemas sociales asociados en la población Santo Tomás, La Pintana. Tesis inédita para optar al grado de magister. Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, Pontificia Universidad Católica de Chile.

[4] Beaumont, J, Lang, T, Leather, S and Mucklow, C (1995) Report from the policy sub-group to the Nutrition Task Force Low Income Project Team of the Department of Health. Watford: Institute of Grocery Distribution

[5] Tipo de comercio ambulante que vende comida al paso.

[6] Verdugo, R (2019) Desigualdad alimentaria. Available at https://radio.uchile.cl/2019/02/21/desigualdad-alimentaria-estudio-revela-que-los-pobres-son-mas-obesos-que-los-ricos/ (accessed 23 may 2020)

[7] La figura 1 muestra la proyección por parte del colectivo artístico Deligth en edificio contiguo a Plaza de la Dignidad (centro de las protestas desde el 18-O) a comienzos del peak de la pandemia por COVID-19 en Chile.

[8] La Figura 2 es una tira cómica que muestra como un padre (estereotipo de un individuo que pertenece al estrato socioeconómico alto) se mofa de una persona pobre (con sobrepeso) que demanda alimentación al gobierno. En la bolsa del padre, aparece escrito (supermercado saludable”, mientras que, en la bolsa de la persona pobre, aparece escrito “pan”, “fideos” y “arroz” (base de carbohidrato).

[9] Hardy C (1986) Hambre + Dignidad = Ollas comunes. Programa de Economía del Trabajo. Santiago: Colección experiencias populares

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Pedro Palma C.
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Geógrafo — Mg. en Desarrollo Urbano — Investigador ONG Observatorio CITé