TE-DIO

Dr. Eduardo Angarita
Columnas de un Psicoanalista
2 min readMay 3, 2020

Por su duración misma, las grandes desgracias suelen ser monótonas; se viven como algo perenne que engloba todo a su paso. Bajo estas circunstancias se puede empezar a experimentar una sensación de eternidad: los segundos son minutos, los minutos son horas y las horas son días. Se va perdiendo el impulso de las primeras semanas y se pasa a un decaimiento anímico general que no se puede confundir con la resignación. Los días, los hechos y los vínculos se vuelven iguales.

Esta pandemia tiene casi todo suspendido en este momento. Es una situación ante la cual no podemos acostumbrarnos porque con el tiempo también se pueden llegar a suspender otras actividades muy importantes de todo ser humano: los pensamientos y las emociones. En otras palabras, podemos caer en el tedio.

La palabra ‘tedio’ viene del latín taedium, que significa aburrimiento extremo o estado de ánimo del que soporta algo o a alguien que no le interesa. Uno no se aburre ni de una cosa o de otra, ni siquiera de uno mismo, sino que el aburrimiento simplemente sobreviene, se traga al Yo. El mundo, entonces, se puede volver totalmente indiferente, a tal punto que se llega a perder la distinción entre lo que aburre y el que se aburre.

Heidegger describió el aburrimiento como un proceso gradual, que va desde la más superficial de las formas hasta la más profunda. En la primera, se da la búsqueda de un pasatiempo cuya falta de efectividad nos deja vacíos mientras el tiempo nos da largas. A esta primera forma se la llama aburrirse de algo. Luego estaría la más extrema en el que las cosas que están presentes parecen abandonarnos a nosotros mismos, nos aburren, de suerte que nos sentimos vacíos. Esto es aburrirse junto a algo. La persona cae en una indiferencia que puede anular su existencia porque todo lo deja vacío, el tiempo mismo nos es indiferente y por eso ya no hay ni sólo pasado, ni sólo presente, ni sólo futuro, sino una inmensa unidad temporal articulada, que puede llevar a un trastorno depresivo importante.

La mejor manera de enfrentar el tedio es a partir del desarrollo de una capacidad resiliente, la cual descansa sobre tres grandes pilares: la capacidad de auto-sostén, la capacidad de juego y la capacidad de enfrentarse al mundo con una tolerancia a la novedad. El mejor antídoto contra el tedio es el interés por lo nuevo, lo diferente, porque otorga a nuestra vida un sentido personal y facilita la creatividad.

Hoy he querido acudir a un juego de palabras, muy apropiadas para la ocasión. Una está expresada en la siguiente afirmación, que se puede sentir como una sentencia: te dió el coronavirus. La otra de la siguiente manera: tengo tedio. Espero que ninguna de las dos nos dé.

Eduardo Angarita R. Barcelona, Mayo 3 de 2020.

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