Renacer:

Un Nuevo Jardín Interior.

Selene Isis
Condesas Club
3 min readJul 10, 2020

--

Qué maravilla no saber si es domingo o miércoles. Absolutamente perdidos de la noción del tiempo y del espacio. Me siento como una barrica de vino tirada al océano: voy perdiendo entre las rendijas del tiempo mi sangre para que se funda en el océano. Cada noche me acuesto rezando: todo es perfecto en el Universo, solo deseo no resistirme a lo que tenga que ser, no oponerme al ser. Sin miedo a los cataclismos, eclosiones estelares y desastres naturales.

¿Por qué nos escandalizamos los seres humanos del escándalo de la muerte?, ¿por qué somos tan hipócritas ante la devoración, lascivia y autodestrucción? Como si fuera algo ajeno a nosotros mismos…

Forma parte del orden del cosmos: construcción — destrucción. Lo que pasa que en nuestro afán de tener todo controlado, seguro y acomodado nos molestamos por la ley natural y cósmica la cual encuentra el equilibrio en la fluidez de los contrarios los cuales se ajustan el uno al otro sin remedio.

En estos tiempos de pandemia nos hemos visto todos obligados a mirar hacia dentro: nuestro hogar, el que nosotros creamos. Y es bello encontrar tantos tesoros que normalmente pasamos desapercibidos. Las rutinas, el bendito aburrimiento orientado a la contemplación y a la no producción.

No nos queda de otra, si hemos encontrado el jardín secreto interior (ese que nadie ve) desolado…no nos queda de otra de empezar a trabajar. Cambiar la tierra, echarle abono, podar los árboles y quitar la maleza. Cavar la tierra, echar semillas nuevas y levitar en nuestro paraíso secreto. El único que es solo para nosotros: el alma.

¿Cómo alimentamos el alma? ¿Cómo le damos esa paz que necesita? Se trata de crecer hacia dentro, de cultivar lo que nadie puede ver ni validar. Para poder crecer hacia dentro hemos de desprendernos de buscar la aprobación de los demás, y los “demás” excluye a todos, en esta ocasión sí debemos ser excluyentes, para poder encontrarnos a nosotros mismos.

El alma necesita soledad, silencio interior. Hemos de desactivar las notificaciones esas donde encontramos una satisfacción inmediata que paradójicamente pueden alejarnos más y más de nuestra propia validación: la íntima, secreta, escondida… El alma solo se puede validar a sí misma, es lo más auténtico que tenemos. Nuestro “espejito mágico”. Para ello requerimos de acciones intelectuales y espirituales. El intelecto se nutre con buenos alimentos: lectura enriquecedora en papel: cuento, mito o leyenda (no con chatarra: redes sociales).

El alma calma su sed de la poesía; de todas esas imágenes que forman parte de nuestro inconsciente colectivo. La poesía no tiene lógica, porque el alma no es lógica. La poesía no es racional es justo la que habla el lenguaje del subconsciente, ese que escapa al raciocinio y lo trasciende.

Si quieres de verdad desintoxicar tu alma de falsas satisfacciones que no hacen más que ahondar más en angustia y desesperación recomiendo enormemente darse de baja temporalmente de las redes sociales. Para “de facto” liberarse de las “azúcares rápidas” que no nutren de verdad nuestra alma y nuestro jardín interior más preciado. Desprendernos de vez en cuando de redes sociales hasta de “whats´app” por un tiempo nos permitirá conseguir el sosiego necesario para dejar que las flores de nuestro jardín empiecen a abrirse y los frutos de nuestros árboles convertirse en pulpa carnosa que saborear.

Una saludable autoestima y auto-imagen se trabaja desde el punto intelectual, físico y espiritual. Si todo el día estamos enganchados al teléfono y vivimos al vaivén de las notificaciones poco a poco perdemos la capacidad de concentración que nos permite ahondar y profundizar, perdemos la perspectiva de la valoración. Nos convertimos en seres totalmente manipulables y vacíos de contenido de calidad.

Revisar los clásicos del arte, la literatura y el baile nos permite apreciar emociones y experiencias que quizás nunca hemos tenido ocasión de vivir sin embargo nos nutrimos de las experiencias de los otros: de personas que se han atrevido a vivir sus emociones intensamente.

--

--