Cómo hablé de abuso hacia las mujeres sin sentirme juzgada

Esta es la historia de contención de dolor, empatía y esperanza

Rox Muñoz
Conexiones Ágiles
5 min readJun 27, 2019

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Foto: German Doin

Para los campers del AOC con amor

El Agile Open Camp es un evento único. Es difícil describirlo, pero lo intentaré: en el AOC conocemos amistades que se sienten de años pero que no conocíamos. Descubrimos algunos puntos ciegos. Reinventamos nuestras fortalezas. Aprendemos y conectamos con los demás.

Fue en este marco que me decidí a hablar sobre feminismo, micromachismos y abuso hacia las mujeres en nuestro entorno laboral. Lo titulé: ¿Por qué no hay más mujeres Agile Coach? Elegí el título ya que ese es mi mundo hoy, pero por supuesto, aplica en muchos roles y ámbitos. La pregunta era el pretexto y al tratarse de una charla relámpago (7 minutos) no intentaba llegar a la raíz y mucho menos argumentar que es la única razón. El contenido de esa charla está en este post. La idea nació de un dicho que tiene Ángel Medinilla: ¿Y cómo motivamos a nuestros empleados? ¡Hombre! Bueno, antes que nada, no los desmotivéis.

Las charlas relámpago ocurrieron un día por la tarde, cuando llovía en Bariloche y la necesidad de guarecernos y tomar mate era muy fuerte. Fuimos cinco charlistas, pero en este post me enfocaré en lo que sucedió con la mía y con la de María Thompson que sin ponernos de acuerdo se relacionaban.

Una charla con tres años de construcción

En el 2017 asistí al AOC Bariloche. Ahí viví una sesión entrañable y divertida entre mujeres. Sororidad entre risas y cariño en apenas una hora. En 2018, en el AOC Chile hubo otra charla entre mujeres. Hablamos de nuestra sexualidad, tema pretexto para el disfrute y el poder, pero también de la represión y de las relaciones destructivas.

Nunca lo había hablado en público. Nunca. Le daba un poco la vuelta hablando de inclusión, pero así directo, nunca. En México sucedía el #MeTooMx y eso me envalentonó. Sin pensarlo más, a la mañana siguiente lo propuse, con la certeza de que lo iban a aceptar.

Vulnerable

Esa tarde en Bariloche hacía frío pero yo tenía calor. Sentía los latidos del corazón fuerte en el pecho y los oídos. Veía a Martha Bendomir dar su charla y no podía concentrarme en sus palabras. Más bien me impresionaba la prolijidad al hablar, la fuerza de su voz, lo tranquila que hablaba en perfecta sincronía con el minutero y la presentación. Respiraba hondo pero no me calmaba lo suficiente.

No era pánico escénico, estoy acostumbrada a hablar ante el público. Era el tema. El llamarme feminista en voz alta, el hablar sobre mi acoso y reconocer lo duro que me he juzgado.

No, no me sentí valiente. Me sentí vulnerable.

Enojada

Recuerdo que al escribir mi charla me enojaba. Bajarlo al papel fue una gran terapia, un desahogo necesario. Esa primera versión era muy violenta. ¿Me atrevería a decir esas cosas? ¿Podría sostener un ambiente con esa violencia plantada? ¿Era el espacio para que eso sucediera?

Entonces vi esta charla de Soraya Chemaly en la que habla de utilizar nuestra furia para provocar el cambio. Y pensé también en mis anteriores AOC. En el cariño que siempre he sentido. Así que cambié el discurso y el contenido. Pero no la fuerza y el sentido que buscaba.

Hablando

El contenido de la charla está en este post. El nerviosismo siempre estuvo ahí, creo que al principio sí se sentía cuando temblaba mi voz. Cuando compartí las primeras violencias hacia mí y mis compañeras, veía el rostro de dolor de las mujeres: se veían reflejadas. Se escuchaban exclamaciones de sorpresa y enojo.

De pronto hice un chiste y la sala explotó en risas. Para todos fue útil liberar la tensión. Pero seguí hablando. Tenía que dar propuestas e invitar a recorrer este camino juntxs.

Nunca había sentido aplausos más amorosos, vi a Ricardo (mi esposo) orgulloso, gente se levantó a abrazarme. Por fin, respiré aliviada.

Sintiendo

María Thompson cerró las charlas relámpago con un performance sobre el acoso que vive. La música y la actuación cerraron mi charla increíblemente, ya que yo sembré las ideas y las historias en los participantes. María hizo que las sintieran. La fuerza de su actuación hizo que las gargantas se cerraran y el corazón anduviera muy, muy fuerte.

Escuchándonos

Siguió la ronda de preguntas y conversación. Pero los participantes estaban muy alterados como para hablar. Yo me sentía tranquila, ¡feliz de haberlo hablado! Recuerdo que Lorena fue la primera que intentó hablar y terminó llorando. La sala estaba llena de enojo, de recuerdos dolorosos, de tristeza compartida.

Al principio, hablaron las mujeres. Agradecieron nuestras palabras y una vez más salió la palabra «valiente». En mi experiencia, a partir del no hablar se llega a pensar que una es la única que lo sufre, situación muy lejos de la realidad. Recuerdo haber hablado de cómo el patriarcado está en todos lados, tan inmerso en nuestras culturas. De que los hombres también sufren por esto, sin embargo, dentro de ese sufrimiento, viven en el privilegio. Poco a poco, los hombres comenzaron a hablar. Recuerdo una mezcla de confusión, empatía, sorpresa. Para algunos, no era la primera vez que estaban en conversaciones de este tipo. Otros preguntaban qué pueden hacer ellos. Otros, cómo ya han hecho algo.

Al final, la sala se sentía movida pero más consciente. Hermanadxs porque más allá de cómo hablemos o de los títulos que le pongamos a los micromachismos están esas ganas y empatía de construir juntxs mejores ambientes. Que más allá de si consideras (o no) al machismo y al patriarcado una razón por la que seamos menos mujeres en TI, entendamos dónde estamos paradxs y cómo desde nuestro privilegio ser más empáticos.

Valientes

Dani me mandó una foto de mí hablando con el título «la más valiente». Sólo ahí empecé a creer en mi valentía. Porque la vi en los demás que también hablaron. En las mujeres y hombres que me abrazaron al final. En las muestras de cariño durante los días siguientes y, sobre todo, con la confianza de que mis palabras no fueron en vano.

Algunos meses después

En abril, cuando publiqué el post de la charla volví a tener muestras de apoyo y cariño. Sobre todo de quienes la vieron en vivo. Sin embargo, algunos lectores no lo vieron así. Por supuesto, nadie defiende el abuso y acoso sexual (¿quien en su sano juicio lo haría?), sin embargo, hubo quien se fue (y me llevó) por la tangente: «Esa no es la razón por la que no hay más Agile Coaches», me dijeron. «No es posible leer si escribes “todes”». «No se porqué le aplauden tanto».

Gracias a ellos viví en carne propia la sutileza en la que se escuda el patriarcado. Que tanto en hombres como mujeres el subconsciente brinca, intelectualiza, reniega.

Así que decidí seguir hablando. Y por eso tomé un taller de standup feminista y me presenté. Valiente, me volvieron a decir.

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Rox Muñoz
Conexiones Ágiles

Mi pasión son los equipos que generan grandes productos.