¿Por qué estamos haciendo esto?

Rox Muñoz
Conexiones Ágiles
Published in
7 min readOct 21, 2018

Reflexiones sobre la organización del Ágil Chingón.

¿Por qué estamos haciendo esto?

2018. viernes 5 de octubre. Estábamos en la retrospectiva del segundo día del Ágiles cuando comenzó el diluvio. Ni un auto podía entrar o salir del lienzo charro. Resignados, charlábamos sobre los planes del siguiente día. De pronto, alguien entró gritando: ¡Se está inundando la carpa! Corrimos. Los más valientes se quitaron los zapatos y calcetas y corrieron a salvar las bocinas del río de agua fría. Los más inteligentes, brincamos ese río colgándonos de las rejas de la pared. Ese día nos quedamos encerrados en el lienzo hasta las 11:30 p.m.

Estábamos hambrientos y exhaustos. Al salir, Jon comentó… «Y de verdad, ¿alguien sabe por qué estamos haciendo esto?»

Baby Steps

2013-ish. Un sábado. Ciudad de México. Junto a tres compañeros tomé desde Querétaro un autobús de madrugada para llegar a un meetup de Test Driven Development. En el hotel nos esperaba la comunidad de Ágiles México con la facilitación de Juan Gabardini y Martín Salías. Contando a nosotros cuatro, los facilitadores, Germán y su hijo, éramos unos 12. Ahí caí en cuenta que hacíamos TDD un poco (está bien, «un mucho») mal. Pero no importa, para eso son los pasitos de bebé. Ese fue el comienzo de mi primer cambio cultural en un equipo de desarrollo.

Sabes a pura tierra mojada

2018. Jueves 4 de octubre. Ciudad de México. No me costó trabajo levantarme a las 5:30. Llevaba varios días mal durmiendo. Las pesadillas sobre el cambio de sede habían quedado atrás, ahora estaba eufórica. El entusiasmo que mis compañeros organizadores del #Agiles2018 me contagiaban sólo me hacían desear que ya comenzara. El día anterior cenamos alrededor de las 11 p.m. después de cargar sillas, organizar salas, acordar el hora a hora del primer día del Ágil Chingón. A las 9:00 a.m. el lugar estaba repleto. Así que cuando el mariachi tocó –Guadalajara– en la inauguración, no me quedó más que bailar de felicidad con mi esposo.

Canta y no llores

2017. Octubre. Santiago de Chile. No estuve físicamente en el Ágiles 2017 (aunque muchos piensan que estuve ahí). Fue un mal timing porque pensaba que ya estaría viviendo en Chile. Así que aunque ganamos la sede del Ágiles para el 2018 porque no hubo competencia, eso no quiere decir que no hicimos nuestra chamba para hacer la propuesta. Desde Guadalajara los apoyaba con las redes, con imágenes, con datos. Ya con la sede en casa, me mudé a Chile. Así que sólo asistí físicamente a una reunión y todo lo demás me lo aventé virtual.

Ágiles México

2015. Enero 12. Con el título ¡Armemos nuestro backlog! se organizó un meetup para plantear los siguientes pasos en la comunidad de Ágiles México. Acudimos 5 personas al llamado y definimos estos retos: organizar meetups mensuales para tener cadencia y buscar más facilitadores. Y comenzamos a lanzar meetups. Al principio llegaban unas 10, 15 personas. Meses después ya teníamos el happy problem de sobrecupo. Hicimos dos Open Space de un día y un miniOpen en Chapultepec. Jorge comenzó con la comunidad en Hermosillo. E hicimos viajes a Puebla, Querétaro y Guadalajara. Y para noviembre de 2017 el primer Ágiles México de dos días.

Martes de Hangout

2018. Los organizadores comiendo Doritos y Cheetos con Valentina. Yo dormitaba por las una, dos y hasta tres horas de diferencia. Ellos echando desmadre, haciendo los lazos y teniendo discusiones para ser un equipo performing. Yo intentando escuchar entre tantas voces, algunas nuevas y desconocidas. Pero aún así me llevaba lo que podía hacer online. Desde Chile trabajé en las redes sociales (parte de la célula de marketing & experience) y en el formato. A pesar de la distancia me sentí útil, integrada, considerada. Sólo me sentí impotente cuando ocurrió lo de la caída de la sede.

Lo que no te mata te hace más fuerte.

Dos meses antes del 4 de octubre, la sede cambió las condiciones acordadas, lo que ponía en riesgo la experiencia completa. Así que con patrocinios y boletos vendidos, decidimos que teníamos que cambiarla. Y si bien al inicio trabajábamos en células autónomas, cuando sucedió lo de la sede, todos fuimos sede. Resuelto ese mal trago, el equipo cambió. Si había que apoyar convirtiendo en boletos efectivos las cortesías de los patrocinadores y compras de mayoreo, todos lo hacíamos. Si había que encabronarse por algunas jugadas culeras de pseudoempresasagilistas, todos estábamos dispuestos a romperle la madre a alguien (consejo: no se metan con Adrian). Y toda esa unión, camaradería y ganas de sacar adelante esto nació por el problema de la sede.

De 13 a 1000

El Ágil Chingón se organizó agnóstico a comunidades ágiles. Es decir, no lo organizó Ágiles México, sino entusiastas de la agilidad que resulta, también participan en Ágiles México. O Agile Nights o Agile Woman. Me pone orgullosa que pudimos hablar de una comunidad ágil mexicana sin una banderita por detrás. Que cada quien, desde donde les tocó construir, co-creamos el evento ágil con más participantes en Latinoamérica. Con murales de facilitación gráfica. Que de los marketplace emergieron unas 180 charlas, talleres y conferencias. Donde los asistentes nos ayudaron a crear salas, a cargar materiales. Donde las señoras del café y agua para el mate te daban una concha o un moño con una sonrisa. Con las playeras que pintaron de colores. Con cultura mexicana desde el minuto 10. En el que recordamos a los que se nos adelantaron. El baile y la meditación. Donde siempre hubo un espacio para los que quisieron aportar. Y donde hicimos un fiestón loco con 600 litros de cerveza porque somos mexicanos, fiesteros y apapachadores. Porque lo que somos se permeó para crear un #ÁgilChingón.

¿Me escuchan? ¿Me oyen?

Te sentimos, contestábamos por la radio. Durante el Ágiles estábamos comunicados todo el tiempo. Entre bromas atendíamos urgencias y coordinábamos acciones. Hubo incendios, gente que acudió al servicio médico, ardillas muertas, inundaciones, bajones de electricidad, cambios de salas, compras de últimos minuto. Pero sobre todo, estábamos juntos, a un botón de distancia.

¿Por qué estamos haciendo esto?

Me han preguntado si cobré por el evento (ni un peso). Que por qué no tercerizamos todo con un proveedor (porque así no sería un Ágil Chingón). ¿En realidad soy tan apasionada de la agilidad? ¿Hay algo de ego y orgullo por ahí? ¿Por qué organicé un Ágiles en México desde Chile con una bola de locos?

Dos semanas después mi respuesta se remite a dos momentos.

Momento uno: en la cosecha del primer día facilitada por Alan Cyment, una persona que no hacía agilidad, no sabía nada de agilidad y era la primera vez que vivía algo así tomó el micrófono. Habló de su Aha! moment, de cómo en las conversaciones y en la generosidad de los que compartieron, comenzó a entender de qué va esto y que desde ese jueves, él era un agilista más.

Momento dos: en el cierre del segundo día hubo una meditación que facilitó alguien que se acercó a proponerla. Comencé a pensar cómo había sido el evento como organizadora. Pero en un momento, me puse como participante. Recordando esos 10 minutos que estuve en varias charlas y encontré que todos esos minutos juntos fueron superpoderosos para mí. Que entre crianza pirata y LESS había encontrado palabras que me habían hecho clic y que, tal como me pasó en mi primer Agile Open, me nutrían. Me energizaban. Me daban para seguir buscando y explorando más.

Muchas gracias a todos los que recorrieron este camino junto a mí. Los quiero y extraño. ¡Hasta la próxima cosa chingona que se nos ocurra organizar!

Equipo Chingón

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Rox Muñoz
Conexiones Ágiles

Mi pasión son los equipos que generan grandes productos.