No era una más de la lista
— Dedicado a una de las personas que me enseñó a pensar y a su familia.
Nos encogemos cuando leemos o escuchamos una noticia sobre la última muerta a manos de su pareja. En nuestro estupor, pensamos ¿pero no se daba cuenta?, ¿nadie pudo evitarlo?, ¿cómo puede alguien matar a la persona que dice que quiere?, ¿por qué no se habrá suicidado antes?, ¿pero nadie va a hacer nada?…
Desde el año 2001 hasta el 2014 en España han sido asesinadas 864 mujeres. Para hacernos una idea de lo espeluznante de la cifra, ETA en sus 36 años de sangrienta historia asesinó a 829 personas.
Ana, Tina, Natalia, Nuria, Adela, Almudena, Rosario, María Isabel… son nombres. Nombres en una lista macabra. Nombres que así leídos no son nada. Nombres con hijos, con hermanos, con padres, con sobrinos, con amigos, con nuevas parejas, con una vida que les fue arrebatada en un segundo por una persona que decía que las quería y que se creía dueño de su existencia. Nombres…
En 2015, pese a que existe una ley de violencia de género, pese a que gran parte de la sociedad está concienciada y cree que vive a años luz de este horror, el número de mujeres asesinadas por sus parejas está lejos de descender.
En 2015 nadie se plantea no ponerse el cinturón de seguridad en el coche. Un cambio en una ley, multas y campañas salvajes durante mucho tiempo han logrado que la sociedad modifique una conducta. Todos somos capaces de empatizar con quien sube al coche y en un descuido — propio o ajeno — tiene un accidente y ese cinturón de seguridad que le retiene, le abraza a la vida. Todos conocemos directa o indirectamente a alguien que ha tenido un accidente de tráfico. Algunos han vivido para contarlo, otros sufren secuelas terribles, otros…
Este no es un punto menor. La empatía hace que las cosas se vean de un modo muy diferente. Dicen que los asesinos en serie son psicópatas. Un psicópata es una persona incapaz de sentir empatía. Si no sientes empatía, no sientes el sufrimiento ajeno, ni tampoco la alegría. Por supuesto, no creo que los que asesinan a sus parejas sean todos psicópatas; algunos lo serán y otros no. Sin embargo, la empatía sí puede llevar a la sociedad a solidarizarse con una víctima, con su entorno y a pedir cuentas a quien puede hacer algo por evitar que una lista siga creciendo sin medida.
Este fin de semana han asesinado a una mujer en Oviedo. Sería una más de la lista si no fuera porque era hermana de una de las personas que me enseñó a pensar. Sería una más de la lista si no fuera porque era la tía de un amigo mío. Estoy horrorizada. Paralizada. No tengo palabras. No me salen.
Me ha recordado a cuando veía los asesinatos de ETA de lejos. Lo sentía, sí. Pero eran muertes en una lista. Hasta que vine a Vitoria y empecé a conocer a gente a quienes les faltaban amigos, familiares; gente normal, como tú, como yo, que vivía con escolta porque estaban amenazados. En ese momento me di cuenta de lo que en realidad era el terror, el horror.
No tengo una solución. No sé si la hay siquiera. Hoy solo puedo pensar en Mari Carmen, en Pilar, en Ramón. No hay justicia que devuelva a la vida a alguien. El asesino irá a la cárcel. ¿Y qué?.
Hoy solo siento dolor y asco. Y pena. Y rabia. Y no puedo hacer nada.
Al menos lo puedo escribir.