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Contamos lo que pasa
6 min readNov 6, 2018

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En días de transición de gobierno nacional y por invitación del Sindicato de Trabajadores de EMCALI — SINTRAEMCALI y Ciudad Taller, Isabel Cristina Zuleta del Movimiento Ríos Vivos estuvo en la capital del Valle hablando sobre Hidroituango y las resistencias de la gente del cañón del río Cauca. / Foto: iannesbitt.org/timelapses

A los 14 años Isabel Cristina Zuleta llegó al Valle del Cauca desplazada, desde su natal Ituango, por la violencia paramilitar. Durante el tiempo que duró su exilio interno, en Tuluá, pudo conocer otra cara del “patrón mono” (como le llaman al Cauca en los pueblos de su región por su característico color amarillo): un ancho río que avanza parsimonioso por el centro de nuestro amplio valle, muy diferente al bravo y ruidoso que corre entre empinadas montañas y estrechos cañones al llegar al occidente antioqueño.

Visita de Isabel Cristina Zuleta a Cali invirtada por SINTRAEMCALI, Ciudad Taller, Taller Político Estanislao Zuleta TPEZ y CasaFractal para dialogar sobre la problemática Hidrohituango y el desastre socio-ambiental como desarrollo — Foto: Contamos lo que pasa

En el norte, occidente y bajo Cauca de dicho departamento, regiones victimizadas primero por la inenarrable sevicia paramilitar y luego por el feroz y arbitrario avance del desarrollo impuesto por los proyectos hidroeléctricos de EPM (Empresas Públicas de Medellín), se vive un desastre humanitario y ambiental de proporciones que apenas avizoramos en el resto del país. Y es que, a diferencia del Valle, en donde las riberas y zonas aledañas al río están ocupadas mayormente por el monocultivo de la caña de azúcar, la cuenca caucana en estas regiones de Antioquia aún conserva grandes áreas de bosque seco y otros valiosos (y frágiles) ecosistemas montañosos a los cuales se han sabido adaptar por siglos sus comunidades campesinas. El megaproyecto de construcción del embalse y generación de energía de Hidroituango, con sus ingenieros y científicos, con sus máquinas gigantes que horadan y domestican las montañas, ha venido a romper este delicado equilibrio.

Barequeo tradicional en el cañon río Cauca. Foto: Facebook Amarú — Defensoras.

Desde hace muchos años las comunidades que habitaban las zonas hoy directamente afectadas por la represa advirtieron de los riesgos ambientales de encerrar al Cauca: para ellas se trata de un río vivo, indomable, que al encuentro de las montañas las ha agujereado con túneles por los que corren parte de sus aguas, que ha decidido represarse o desviar su curso ante los deslizamientos que cada tanto la inestabilidad geológica de la cordillera provoca. Sin embargo, este conocimiento del territorio y los saberes de una cultura campesina y ancestral asociada al río han sido sistemáticamente despreciados por los ejecutivos y funcionarios de Medellín, a quienes se les ha dado la orden de ejecutar el proyecto generador de energía por encima de cualquier escollo.

Nos cuenta Isabel Cristina que la inundación del cañón a causa del represamiento del Cauca no sólo ha dejado extensas porciones de bosque pudriéndose bajo millones de toneladas de agua (proceso en el que se están liberando enormes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera), también está causando impactos sobre la vida animal que poco parecen importarle a EPM: los peces han muerto por falta de oxígeno, las serpientes han sido desalojadas de los túneles y orillas del río, los monos y las guacamayas se han quedado sin los árboles que les proveían alimento y refugio, y los trigrillos (y otros felinos) han desaparecido. El paisaje ha sido destruido; el silencio de un río que ya no marcha con la agitación y estrépito de antes, que ha dejado de ser mono y ahora es verde-muerte-silencio porque bajo sus aguas se descompone un mundo que ya no existe; el olor –nos dice-, ¡el olor a podrido que emana del río! son cosas que no se pueden comunicar con palabras, que deben ser percibidas directamente para entender la magnitud de la destrucción de la vida.

El otrora “patrón mono” es hoy un cuerpo de agua verde a lo largo de 76 km de rÍo represado. Foto: Facebook Susana Muhamad.

Policía, Ejército y ESMAD han sacado de sus casas, en el transcurso de la reciente emergencia, a 700 familias cuyas existencias están íntimamente ligadas al Cauca: bien sea en el barequeo, en la pesca o la agricultura. El desarraigo sin posibilidad de retorno –y en esta imposibilidad es enfática Isabel Cristina- se suma a la pérdida definitiva (bajo las aguas) de los cuerpos ocultados en fosas comunes tras decenas de masacres paramilitares ejecutadas durante los años noventa y después. Hidroituango ha ejercido y ejerce pues, violencia no sólo sobre los vivos, también sobre la memoria de los muertos y el derecho universal que tenemos los seres humanos a conocer el paradero de nuestros seres queridos y a recuperar sus cuerpos para enterrarlos según nuestras tradiciones y creencias.

La fuerza pública (ESMAD) actúa como protectora de los intereses de EPM y no de las comunidades afectadas. Foto: Facebook Amarú — Defensoras.

Las comunidades afectadas y Ríos Vivos han resistido la arremetida de actores violentos legales e ilegales, de autoridades locales y regionales, pero sobre todo han resistido y empezado a desmontar el imaginario de cierta pujanza paisa que no es más que el disfraz de la ambición desmedida de sectores empresariales y políticos indiferentes al destino de la población que dicen cuidar y representar. Los antioqueños en cambio (y en oposición a lo paisa): campesinos, arrieros, mineros ancestrales, pescadores, resisten ese progreso que se jacta de ejecutar grandes obras de generación de falsas energías limpias; situados en los márgenes de la prosperidad paisa, saben que Hidroituango “es un atentado al río Cauca” y que, como tal, es también un “ataque contra la vida”. Isabel Cristina nos repite, entonces, las preguntas que llevan haciendo a EPM y a los colombianos por mucho tiempo: ¿Energía para qué?, ¿energía para quién?, ¿energía a qué costo?.

La visita del Movimiento a Cali es el inicio de un tejido, de un intercambio de experiencias y saberes entre quienes habitamos la gran cuenca del río Cauca (que comprende los departamentos de Cauca, Valle, Risaralda, Caldas, Antioquia, Bolívar y Sucre). El agua no conoce fronteras y lo que sucede en un punto del río afecta a todo el río y por tanto a quienes dependemos de él. Construir sinergias en defensa del Cauca (y sus afluentes) entre todos los habitantes de la cuenca se impone como una tarea de “corresponsabilidad con nuestra propia vida”.

Visita de Isabel Cristina Zuleta a Cali invirtada por SINTRAEMCALI, Ciudad Taller, Taller Político Estanislao Zuleta TPEZ y CasaFractal para dialogar sobre la problemática Hidrohituango y el desastre socio-ambiental como desarrollo — Foto: Contamos lo que pasa

Por su parte Ríos Vivos nos invita a pensar su propuesta: La represa de Hidroituango debe someterse a un desmantelamiento controlado. No se trata de una idea surgida por mera conveniencia y cálculo de las comunidades afectadas; es más bien la conclusión a que han llegado distintos estudios (deliberadamente ocultos a la opinión pública por EPM) adelantados por entidades como la ONU o ingenieros del Ejército de los Estados Unidos que indican que el proyecto NO es viable. Tampoco se trata de un proceso inédito: hay experiencias exitosas de desmantelamiento de represas, con sorprendentes consecuencias de restauración ecológica (retorno de especies), llevadas a cabo en países desarrollados.

Foto: Twitter: @ISAZULETA

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Plataforma de gestión, comunicación alternativa e investigación del sector cultural de Cali y Cartagena — Colombia.