Un contraste de prioridades en La Viga

No más desalojos salvajes

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Contamos lo que pasa

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Por: #ContamosLoQuePasa| 24 de Julio de 2020

Escombros de las casas demolidas por maquinaria pesada. // Niña Campesina. // Artículos de cocina y juguetes.

A l fondo un cercado de edificaciones grisáceas y ostentosas; al frente un suelo colorido cubierto de cosechas destruidas, escombros, guaduas, techos y enseres. Atrás el resultado de un proyecto en el que habita un sector privilegiado de la ciudadanía caleña, resguardándose del Covid-19; al frente familias desamparadas, llenas de incertidumbre frente a su porvenir. Esa es la primera imagen que se aprecia en el territorio de La Viga, Pance, después del desalojo del pasado martes 9 de junio. Un contraste evidente que clarifica las líneas socioeconómicas que separan a dos grupos tan opuestos como los habitantes de los condominios Reserva de Pance (construidos por la firma Jaramillo Mora) y los del Cabildo Indígena Nasa de La Viga; líneas divisorias con las que la administración municipal define su lista de prioridades.

El Cabildo Indígena Nasa de La Viga, Pance, ubicado un poco más arriba de la Av. Cañasgordas y la iglesia La María (o como la sitúa uno de los Guardias: “en el Bajo Pance”) es el hogar de alrededor de 25 familias que llevan décadas luchando por la defensa del Río y por su permanencia en el territorio.

Comunicado del Cabildo Indígena DXI´J PHA´DENA <Abriendo Caminos> Corregimiento de Pance.

Ante la tenacidad y resistencia del Cabildo, la administración y las grandes constructoras han respondido de manera inclemente, desalojándoles sin garantías, violando el debido proceso y sus Derechos Humanos. Los intereses de los privados han impulsado una incomodidad contra el Cabildo y ha llegado a niveles tan altos que, aún en tiempos de pandemia, no han considerado las consecuencias que enfrentan estas familias a causa del abandono estatal.

Maní devastado. // Enseres y mobiliario a la intemperie.

Los desalojos parecen tener un marcado modus operandi. Llegan con retroexcavadoras, sin órdenes, muy temprano, para sorprender sin ningún tipo de benevolencia a las comunidades que consideran ilegales. La violencia crece y no distingue entre jóvenes, niños y mujeres embarazadas. También, en los despojos intervienen terceros que usan sus triquiñuelas para embaucar a los campesinos y persuadirlos de no organizarse, pues dividid+s y desinformard+s es más fácil violarles sus derechos.

Después de aquel vendaval de destrozos, ante el que cualquier pronunciamiento se transforma en impotencia, hoy sólo quedan un par de gallinas picoteando las ruinas del que fue un Cabildo organizado, con cosechas de maíz, maní, frijol, plátano, entre otros alimentos. Las manos callosas de un mayor se contraen al ver cómo el trabajo de años se esfuma en los motores de una retroexcavadora. Los ojos de una antigua residente lagrimean, mientras entran en su improvisado cambuche aquellos que, en un desalojo pasado, destruyeron su casa de dos pisos.

Guardia indígena. // Madre e hija despojadas de su hogar.

Justifican la crueldad de estos actos con argumentos sobre la ilegalidad, el medio ambiente y el mismo bienestar de quienes habitan en La Viga, pero olvidan que estas personas llevan décadas en ese lugar, que estos de lejos de agredir al ecosistema lo defienden, que administraciones pasadas los han reconocido y que ese lugar ha sido un espacio más seguro que la deriva en la que ahora l+s dejan. Entonces, la respuesta a todo parece estar al fondo, en los edificios grisáceos, en la planicie que reconocen como un parque y en una carretera cercana. Parece curioso que a los vecinos directos de La Viga, los Jaramillo Mora, no enfrenten los mismos juiciosos que el Cabildo a pesar de compartir la misma tierra. Nadie cuestiona la ubicación de sus construcciones ni mucho menos la planta de aguas residuales que en vez de proteger al río lo ha contaminado.

A la fecha el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, sigue desconociendo la existencia, legitimidad, tradición y participación del Cabildo Indígena Nasa Pance en el territorio de La Viga. La administración municipal opta por estas estrategias de desconocimiento, debido a que señalando de irresponsables e ilegales a los habitantes se desliga de la responsabilidad ética, legal e histórica que tiene con estas comunidades, a las que en múltiples ocasiones se ha desalojado por beneficiar a grandes empresarios. De igual forma, la concejala Diana Rojas, representante del partido Liberal, hace pública una foto de un guardia indígena acompañada de fuertes declaraciones, donde cuestiona la legitimidad y estigmatiza la autonomía del Cabildo. Las afirmaciones de Rojas, respaldas por otros concejales como Milton Castrillón (quien celebró los desalojos), movilizan una persecución política y social hacia las comunidades indígenas. Prueba de dicho hostigamiento, el reciente atentado que sufrió el Cabildo Indígena DXI´J PHA´DENA <Abriendo Caminos>, ubicado en el Corregimiento de Pance, por parte de sujetos aún no identificados.

Comunicado del cabildo a cerca de los señalamientos del concejo municipal y el atentando a una miembro de la comunidad.

Se requiere un diálogo real

Se solicita a la administración municipal, la instalación de mesas en el territorio de los afectados, no conversaciones en espacios burocratizados, ni discusiones a donde no llegan los que toman las decisiones sino sus delegados. Los diálogos le deben permitir a la administración ver la realidad de las personas sobre las que emiten una determinación. El Cabildo pide que se les reconozca, que se les considere guardianes de aquel caudal y se valore su antigüedad en un territorio del cual el único dueño es el río y los animales que lo habitan.

¡No más desalojos! Exigimos garantías de vivienda digna y buen vivir para tod+s.

Durante el día se llevo a cabo una minga, donde diferentes ciudadan+s donaron alimentos y ropa a las personas desalojadas.

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