Por qué la fotografía no es arte

Entre Oscar Wilde, Cartier-Bresson y Caravaggio

Ramiro Pasch
Español de todo tipo

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Porque no se lo permite.

Todavía hoy la fotografía no es arte. Si bien es un medio visual relativamente nuevo, ya no es novedoso; y aun así, no se posiciona a la altura de una obra maestra de la pintura. Y no porque le falte mérito, pues fotógrafos eximios existen; más bien es que nadie lo quiere así.

Incluso si considerásemos ejemplos bien exactos y conocidos, como “La bicicleta” o “El Hombre de la Bicicleta” de Henri Cartier-Bresson, todavía resulta un tanto extraño ubicarla junto a “La Inspiración de San Mateo” de Michelangelo Merisi da Caravaggio .

¿Acaso es la absoluta maestría de la pincelada del maestro barroco lo que tanto llama la atención y vuelve superior la pintura? ¿O tal vez sea el hecho de que la pintura tome en apariencia más trabajo, más tiempo y pareciera que vale más?

Nada más lejos de la realidad.

Ambas son obras maestras de la composición.

Ambas muestran un diseño soberbio; ambas se yerguen como obras superiores porque su estructura está magistralmente pensada y ejecutada. Ambos artistas han desarrollado su sentido de la composición hasta el límite en que dominan con maestría el punto, la línea y el plano. Ambos son maestros de la imagen.

Y esto no es una casualidad; Henri Cartier- Bresson se inició en la fotografía luego de incursionar en la pintura. Digamos, entonces, que ambos son pintores, sólo que en donde Caravaggio utiliza un pincel, el fotógrafo utiliza su cámara.

Así, si ambos personajes tiene un origen artístico común y, lo que es más, son capaces de construir refinadas obras maestras de la imagen ¿por qué la fotografía no es arte y la pintura sí? Al menos la concepción general es tal.

Oscar Wilde parece venir a nuestro socorro cuando enuncia, sobre el final del prefacio de “El Retrato De Dorian Gray” que todo arte es inútil. En su idioma original:

“We can forgive a man for making a useful thing as long as he does not admire it. The only excuse for making a useless thing is that one admires it intensely. All art is quite useless

The Picture Of Dorian Gray, Oscar Wilde, 1890

A grosso modo, la traducción que nos serviría sería la siguiente:

“Podemos perdonar a un hombre el haber hecho una cosa útil, en tanto que no la admire. La única disculpa de haber hecho una cosa inútil es admirarla intensamente. Todo arte es completamente inútil”

Todo arte es completamente inútil, según las palabras del poeta irlandés.

Y es significativo porque a este enunciado lo precede la atinada observación de que aquello que tenga alguna utilidad no puede ser admirado y que, a propósito, lo único que puede hacerse con algo inútil es admirarlo intensamente. Si bien responde al movimiento esteticista de fines del siglo XIX, esta definicióin del arte resulta bastante acertada, pues hace hincapié en admirar las obras. Y admirar es, según su definición, “tener en buena estima”. Por lo tanto puede decirse -y con razón- que el hecho de admirar las obras de arte es algo que debería buscarse y es, si hablamos del esteticismo, el fin ulterior.

El problema surge, sin embargo, cuando intentamos aplicar la misma filosofía a la fotografía. Contradice abiertamente el enunciado de Wilde; la fotografía tiene una utilidad, y eso es lo que echa por tierra su posibilidad de ser admirada, de ser una obra de arte.

El hecho de que se conforme como un aditivo visual para documentar historias es lo más trágico que podría pasarle a un medio visual. No puede, por derecho, ser una obra de arte en sí misma. Para hacerlo, debería separarse, quitarse de su propio contexto; y hacerlo resulta algo impensado, pues parece que nadie en su sano juicio querría renunciar al noble servicio que la fotografía brinda por la documentación. E incluso si se hiciera, las imágenes se toman con la idea de ser el aderezo de las palabras, por lo que simplemente quitarles su contexto no ayudaría demasiado. En resumidas cuentas: la fotografía es hoy una herramienta, nunca un fin.

Así es que, a menos que surja algún otro medio que sirva como registro visual rápido, mecánico -o no-, relativamente objetivo, y práctico, la fotografía nunca será completamente libre para posicionarse como una obra de arte hecha y derecha.

Está y estará condenada por el momento a tener un carácter absolutamente servil y, peor, práctico.

La fotografía no es arte porque la humanidad no puede permitírselo.

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