Productividad en México, ¿Satisfechos estamos?

La productividad laboral media de México ha estado estancada desde la década de los ochenta. En un día normal, un mexicano promedio produce menos de la cuarta parte de lo que produce un trabajador americano y menos de la séptima parte de lo que produce un trabajador japonés o coreano. Esta diferencia explica por qué los ingresos de los mexicanos son más bajos y causan tanto revuelo, y lo más preocupante es que la brecha no se está cerrando.

¿Cuántas veces en los lugares en los que laboramos, ya sea nosotros o nuestros compañeros, podemos observar un ambiente de ‘facebook’, ‘memes’ y ‘pláticas que pueden durar horas’ todo pudiéndose convertir en el famosísimo “Radio Pasillo”?

El estancamiento es un tema totalmente cultural en el que la gente hace como que trabaja mientras las empresas hacen como que les pagan, y se vuelve un círculo vicioso en el que nos quejamos de nuestros sueldos, pero no generamos acciones que nos permitan iniciar con un cambio estructural.

El estancamiento de la productividad también se debe a que la economía opera con reglas del juego que causan que en varios sectores haya poca competencia, los famosísimos oligopolios o monopolios. Esto desalienta la optimización de procesos, la mejora continua y la búsqueda de mayor eficiencia operativa: “Mientras saquemos la chamba… no?”.

Creo que todos lo sabemos, que referente a nuestra productividad, entre más alta sea ésta, las personas podrían trabajar menos y ganar más. No por nada el crecimiento de la productividad es el indicador más importante de las economías, a veces un poco complicado de medir en las empresas mexicanas o simplemente evitando el tema; ahí llegamos a la famosísima frase de William Thomson Kelvin (Lord Kelvin), físico y matemático británico: “Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre.”

Si la productividad baja, la economía también baja, si la productividad sube la economía sube. La alta productividad o la baja productividad se reflejan positiva o negativamente en los ingresos reales, la competitividad, la inflación, las tasas de interés, las ganancias de las empresas y los precios de las acciones en la bolsa. Si empezamos a medir nuestro desempeño todos los días, y tomar decisiones en base a nuestra realidad, y así ser productivos, nuestro nivel de bienestar subirá al mismo ritmo, pero si seguimos sin medir nuestra productividad y siendo, valga la redundancia, poco productivos, seguiremos igual y con las mismas quejas de todos los días.

Para finalizar les dejo un ejemplo estadístico real y reciente. La productividad en Estados Unidos creció 34.9% entre 1991 y 2009, esto permitió que un estadounidense promedio incrementase su ingreso en 12.500 pesos más al mes durante esos años. En México, la productividad creció en el mismo periodo 2.1%, lo que permitió que los mexicanos incrementasen sus ingresos sólo en 2.500 pesos al mes en el mismo tiempo. ¿Qué nos dice ésto?

Creo que entre más pasa el tiempo y como menciono arriba, la brecha de crecimiento de las economías, nivel de vida y globalización sesgada seguirá en aumento, es por eso que debemos de tomar decisiones y salirnos de nuestra zona de confort. Si queremos mayores sueldos y menos horas laborales, debemos de empezar por incrementar nuestra productividad.

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