Caminar sin sobresaltos

Saira Sandoval
2 min readJul 16, 2014

Quienes se dedican a cuidar la salud recomiendan caminar por lo menos 20 minutos diarios, (aunque recuerdo que se decía, 30 minutos es lo ideal)…

Pero por qué vengo a esto, porque después de un tiempo de vivir en una ciudad grande, sin automóvil, el transporte público y caminar son lo que nos llevan de aquí para allá y de allá para acá. Antes, en la ciudad donde vivía, caminar no era difícil y como automovilista no sé, a pesar de que la cultura vial es un tanto pobre, se intenta respetar al peatón y al ciclista, aún cuando no cruzamos por las esquinas o cuando se nos adelanta la luz amarilla en el semáforo.

En esta “ciudad grande”, con complejo de ciudad pequeña, uno esperaría que por los diseños urbanos fuese un tanto similar o mejor la movilidad en la urbe. Sin embargo no es nada fácil cuando como peatón ni si quiera eres gris si no invisible para el conglomerado de automóviles que van por las arterias de la ciudad cuasi bólidos capaces de arrastrar como avalancha a lo que se ponga en frente.

Veinte cuadras fueron las que caminé en la ciudad pequeña donde viví, sin sobre salto alguno, en hora pico, era una una sensación extraña porque al inicio tenía temor, casi tomo un taxi para llegar hasta la zona centro, pero pensé en esos 20, 30 minutos de caminata diaria (que me caería muy bien, además de no tener ningún apuro para llegar) y caminé. Nadie me echó el carro encima, no me sentí amenazada en las puertas de estacionamiento por la salida o la entrada de algún vehículo, apreté el paso cuando la luz amarilla me ganaba un poco en el semáforo y pacientemente esperaron a que llegara a la otra esquina, incluso al verme unos metros antes de la esquina se detenian para no interrumpir mi paso (esto fue lo más raro…hasta me sentí importante).

Volver y encontrar que estos detalles no han cambiado me hace sentir orgullosa de la gente que aquí vive, añorarla con mayor profundidad y recordarla con cariño. Las transformaciones en Ensenada son notorias después de un año fuera, la ciudad se ve físicamente triste, cansada, se siente el esfuerzo ante el momento económico que vivimos, pero también se lee más sensible con el otro.

Quizás al final es sólo ese sentido de añoranza y la percepción con base en la experiencia lo que me hace comparar, pues para algunos caminar en Ensenada sea casi imposible por la falta de cultura vial o tal vez la ciudad no les parecerá amable. Cuestión de cada quien.

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Saira Sandoval

Comunicóloga, en pro de la construcción de redes, trabajo para la conservación y el desarrollo sostenible. Me encanta viajar en el tiempo de las nubes.