Si soy liberal ¿Cuando me muera voy al infierno? ¿De qué lado?

Jorge A. Ricaldoni
Coyuntura
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10 min readMay 21, 2017

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… o como trataremos de dilucidar cómo siendo liberal se puede ser de derecha, izquierda, moderado, conservador y progresista.

El liberalismo nació como una posición filosófica (no es una filosofía) y política, paralelamente a la Revolución Francesa, que no fue solo contra la monarquía sino que puso patas arriba las ideas que venían indiscutidas desde hacía entonces 22 siglos.

El liberalismo defiende las libertades individuales, promueve la iniciativa privada y limita la intervención del Estado y de los poderes públicos en la vida social, económica y cultural, porque era una forma de liberarse de la asfixiante tutela de los poderosos.

Por otra parte, se identificó como libertario y la tolerancia en las relaciones humanas, con fundamentados en el libre albedrío, lo que se daba de patadas con el clericalismo y su socio de siempre la monarquía.

Su principal bandera fueron novedosas en el Siglo 18, ya que se les ocurrió la peregrina idea de defender las libertades civiles y económicas. Estos principios, los tenemos tan imbricados, que solamente nos damos cuenta de ellos cuando nos los quitan o nos faltan como pretenden los nuevos populismos, que pretenden reemplazar al monarca por un líder iluminado, carismático e inefable.

¡Chávez, Kirchner, Mujica, Morales, Lugo, Lula, Dilma, Correa, Castro, Ortega y Peña Nieto, Podemos de España, teléfono para todos ustedes!

Desde su nacimiento, el liberalismo (sin connotaciones peyorativas de la izquierda), se opuso al absolutismo, al despotismo ilustrado y al conservadurismo. Hay para quienes opinan que “hacer eso” es muy malo.

En Colombia tenemos un bonito ejemplo político, puesto que hasta los nombres han conservado, pero le costó una guerra civil interminable y cientos de miles de muertos a uno de los países más hermosos del continente.

La sociedad de la Colombia decimonónica se dividió en dos grupos que diferían diametralmente:

  • Unos propugnaban por la tradición política tradicional. La conformaban los esclavistas, burócratas, terratenientes, militares de alto rango y el infaltable y ubicuo clero, para quienes la situación era ideal y debía ser mantenida a toda costa. Álvaro Tirado Mejía dijo: “tenían mucho que conservar”. Más claro échenle agua.
  • Los otros, apoyaban la idea de transformar al estado Colombiano y eran los comerciantes, los indígenas, los esclavos y los artesanos. Eran la corriente que se fundamentan en el Estado de derecho como en la democracia participativa y la división de poderes.

Los conservadores decían que la verdad estaba en el orden establecido, mientras los clérigos afirmaban con la cabeza y aplaudían como focas.

(Sugiero que quiénes busquen la verdad lo complementen con Respuesta de Jorge A. Ricaldoni a ¿Qué es la voluntad de verdad según Foucault? )

Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander fueron los precursores de la ideología conservadora y liberal respectivamente, en Colombia.

Simón Bolívar, nacido en tierra de Venezuela, impulsor de la Gran Colombia, para muchos colombianos fue “el Longanizo” y Francisco de Paula Santander, quien realmente asentó las bases políticas, institucionales y económicas de Colombia y fue el padre de la Patria. Sin embargo el nombre de Simón Bolivar es sinónimo de un experimento anarco-marxista en Venezuela. ¿Cómo se entiende?

Desde sus primeros pininos, el pensamiento político liberal se fundamentó sobre un puñado de ideas muy concretas a defender:

  • Los seres humanos son racionales.
  • Los seres humanos poseen derechos individuales inviolables, como…

El derecho a configurar su vida en la esfera privada con plena libertad que fue consagrado en el Art. 19 de la Constitución Nacional Argentina: “Artículo 19 Nacional: Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”. Una pequeña obra maestra.

Los derechos a la propiedad y la felicidad. Esto se basa en los tres derechos naturales de John Locke: vida, libertad y propiedad privada. Nuevamente Alberdi lo redacta en la Constitución Argentina, Artículo 17, de forma clara: “La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada. Sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan en el artículo 4. Ningún servicio personal es exigible, sino en virtud de ley o de sentencia fundada en ley. Todo autor o inventor es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el término que le acuerde la ley. La confiscación de bienes queda borrada para siempre del Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna especie”.

El gobierno y sus autoridades políticas deben resultar del consentimiento de las personas libres, debiendo regular la vida pública sin interferir en la esfera privada de los ciudadanos. Recurro por tercera vez a la Constitución Argentina que en el Art 16 dice: “La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas”.

  • El Estado de Derecho obliga a gobernantes y gobernados a respetar las reglas, impidiendo el ejercicio arbitrario del poder.

Por la diferencia de la tradición WASP de USA, con una tremenda influencia francesa, la Constitución Argentina fue más liberal, abierta y menos instrusiva que la norteamericana.

Volvamos a Colombia y por qué se tildó de izquierdistas a los liberales.

Los Conservadores Colombianos, liderados por Mariano Ospina Rodríguez, preferían continuar con el Estado colonial que se había alargado porque las transformaciones podían interferir con sus intereses económicos: la abolición de la esclavitud, por ejemplo, afectaba los intereses económicos de los esclavistas, porque perderían el dinero que los esclavos les habían costado y se verían obligados a contratar jornaleros. Además, convertir, en términos jurídicos iguales a todos los hombres, les derrumbaba su poder social.

La situación de los liberales era muy diferente. Para ellos, el cambio era totalmente significativo que implicaba transformar el Estado, pasando de unas relaciones coloniales a un Estado con leyes generales y equitativas para todos. En Las ideas liberales en Colombia, de Gerardo Molina, se enumeran las reformas que los liberales proponían en la segunda mitad del siglo XIX:

  • Abolición de la esclavitud
  • Libertad absoluta de imprenta y de palabra
  • Libertad religiosa
  • Libertad de Enseñanza
  • Libertad de industria y comercio, inclusive el de armas y municiones
  • Desafuero eclesiástico
  • Sufragio Universal, directo y secreto
  • Supresión de la pena de muerte y dulcificación de los castigos
  • Abolición de la prisión por deuda
  • Juicio por jurados
  • Disminución de las funciones del Ejecutivo
  • Fortalecimiento de las Provincias
  • Abolición de los monopolios, de los diezmos y de los censos
  • Libre cambio
  • Impuesto único y directo
  • Abolición del ejército
  • Expulsión de los Jesuitas

Para ser sincero no me parece demasiado izquierdista sino apenas un centro progresismo. Lo de las armas se tomó de la Segunda Enmienda de la Constitución de USA.

Ahora embarremos un poco más la cancha. Hablemos de los liberales argentinos (les puedo prestar revólveres para los que se quieran matar).

Autor: Felipe Pigna ( Artículos :: Los “Liberales” argentinos )

“Los habitantes de nuestro país han sido robados, saqueados; se les ha hecho matar por miles. Se ha proclamado la igualdad y ha reinado la desigualdad más espantosa; se ha gritado libertad y ella sólo ha existido para un cierto número; se han dictado leyes y éstas sólo han protegido al poderoso. Para el pobre no hay leyes, ni justicia, ni derechos individuales, sino violencia y persecuciones injustas. Para los poderosos de este país, el pueblo ha estado siempre fuera de la ley.”

El autor de este texto no es un activista ubicado en el extremo ideológico del panorama nacional. Fue un hombre moderado, un gran intelectual liberal, don Esteben Echeverría. El autor del Dogma Socialista en esta carta que le escribía a su amigo Félix Frías en 1851, poco antes de morir, hacía un balance del período comprendido de Mayo (de 1810) al (gobierno) Rosas y daba cuenta con innegable dolor de la distancia que separaba al pensamiento liberal de la verdadera libertad de aquel pueblo que la generación del 37 había idealizado y al que querían elevar a los niveles de “la Inglaterra o la Francia”.

Juan Bautista Alberdi, junto con Domingo Faustino Sarmiento y José Martí, según los Estadounidenses, las tres mentes más poderosas de América Latina en el Siglo XIX

Unas décadas más tarde, quizás el teórico liberal más notable que dio nuestro país, Juan Bautista Alberdi, el autor del libro que sirvió de base para la redacción de nuestra Constitución Nacional, analizando los gobiernos liberales de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, escribía:

Los liberales argentinos son amantes platónicos de una deidad que no han visto ni conocen. Ser libre, para ellos, no consiste en gobernarse a sí mismos sino en gobernar a los otros. La posesión del gobierno: he ahí toda su libertad. El monopolio del gobierno: he ahí todo su liberalismo. El liberalismo como hábito de respetar el disentimiento de los otros es algo que no cabe en la cabeza de un liberal argentino. El disidente es enemigo; la disidencia de opinión es guerra, hostilidad, que autoriza la represión y la muerte”.

Las revoluciones burguesas europeas, producidas entre 1789 y 1848 dieron lugar a un nuevo tipo de Estado que los historiadores denominan “liberal”. La ideología que sustentaba estos regímenes es el denominado “liberalismo”, que a mediados del siglo XIX presentaba un doble aspecto: político y económico.

El liberalismo político significaba teóricamente respeto a las libertades ciudadanas e individuales (libertad de expresión, asociación, reunión), existencia de una constitución inviolable que determinase los derechos y deberes de ciudadanos y gobernantes, separación de poderes para evitar cualquier tiranía, y el derecho al voto, muchas veces limitado a minorías.

Junto a este liberalismo político, el estado burgués del siglo XIX estaba también asentado en el liberalismo económico: un conjunto de teorías y de prácticas al servicio de la alta burguesía y que, en gran medida, eran consecuencia de la Revolución Industrial.

Desde el punto de vista práctico, el liberalismo económico significó la no-intervención del estado en las cuestiones sociales, financieras y empresariales. A nivel técnico supuso un intento de explicar y justificar el fenómeno de la industrialización y sus más inmediatas consecuencias: el gran capitalismo y las penurias de las clases trabajadoras.

Smith pensaba que todo el sistema económico debía basarse en la ley de la oferta y la demanda. Para que un país prosperase, los gobiernos debían abstenerse de intervenir en el funcionamiento de esa ley “natural”: los precios y los salarios se regularían por sí solos, sin intervención alguna del estado y ello, entendía Smith, no podía ser de otra manera, por cuanto si se dejaba una absoluta libertad económica, cada hombre, al actuar buscando su propio beneficio, provocaría el enriquecimiento de la sociedad en su conjunto, algo así como la tan meneada y falsa teoría del derrame.

Quizás ya sea hora de que relean al más notable liberal en serio que pisó el suelo argentino, José de San Martín, quien escribió en el Código de honor del Ejército de los Andes:

“La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes, ni le da armas para que cometa la bajeza de abusar de estas ventajas ofendiendo a los ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene. La tropa debe ser tanto más virtuosa y honesta, cuanto es creada para conservar el orden, afianzar el poder de las leyes y dar fuerza al gobierno para ejecutarlas y hacerse respetar de los malvados que serían más insolentes con el mal ejemplo de los militares. La Patria no es abrigadora de crímenes.”

Referencias de este título:
1 Juan Bautista Alberdi, Escritos Póstumos, Tomo X, Buenos Aires, Editorial Cruz, 1890

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Fuente: www.elhistoriador.com.ar

¿En qué quedamos?

En definitiva, la tesis propuesta por el lector de Medium, no tiene fundamentos universales. Los liberales izquierdistas de Colombia, son los conservadores más rancios de la Argentina que hoy no superan el 1% de los votos. Por su parte en México languideció en 1927. El de Venezuela se evaporó en 1907.

Tal vez Chile sea un resumen perfecto. Fundado en 1849, durante su existencia transitó por distintas posiciones políticas entre la centro-izquierda y la derecha. En 1966 junto con el Partido Conservador Unido y Acción Nacional se fusionan para formar el Partido Nacional. Algunos miembros de la juventud del partido deciden no integrarse al nuevo movimiento en formación y se mantienen al margen de la política activa.

En 1983, diversos grupos liberales vuelven a aparecer, dando forma a una serie de partidos políticos que desaparecerían, finalmente, en la década de 2000.

© (Sin Copyleft en este caso. I’m sorry) Jorge A. Ricaldoni, 2017, fuentes citadas en el cuerpo del texto.

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Jorge A. Ricaldoni
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Alguien que escribe, por el solo placer de hacerlo, además guardo en bits lo que veo. Nada más. La Plata, Argentina