Innovación disrruptiva a través de las personas

Pere Rosales
4 min readJun 10, 2016

Hoy he tenido la suerte de asistir como invitado a una mesa redonda para hablar de este tema en el TalentDay 2106.

Un interesante evento que organizan nuestros amigos de Equipos y Talento.com en el que han asistido más de cuatrocientos profesionales dedicados a lo que hoy mal llamamos Recursos Humanos.

Hemos hablado de innovación y de cultura innovadora, de aprendizaje y agilidad organizacional, de como conseguir que la gente se comprometa con la visión y misión de la empresa.

Si en el local hubiera tenido un aforo de mil personas, también lo hubiéramos llenado, así que felicidades a Equipos y Talento por tan buen trabajo y visión. Da gusto encontrar gente con la que sintonizar.

¿Qué significa innovación disrruptiva?

Ha llovido mucho desde que Clayton Christensen acuñara el concepto “Innovación Disrruptiva,” pero nunca se había hablado tanto de ello hasta ahora. De hecho para algunos todavía es algo muy extraño. Ni tan solo aparece en el diccionario español, hay que buscarlo en el inglés para encontrar una explicación de su significado.

Lo que más me gusta de esta palabra, (que quizás, para ser correctos en castellano deberíamos escribir con doble erre) es que habla de una interrupción temporal. ¡Y es que nada dura para siempre!

Disrrumpir es romper (por un tiempo) un patrón o una rutina ya existente con algo significativamente mejor. Cuando Airbnb irrumpe en el mercado con su oferta de pisos de alquiler entre particulares y tiene éxito, disrrumpe el modelo de los hoteles y les pone en guardia e impulsa a que se reinventen.

La solución a la disrrupción es la reinvención. Y no hay disrrupción sin creatividad aplicada.

¿Cómo surge la innovación disrruptiva?

Cuando Christensen habló por primera vez del concepto, se refirió a lo difícil que resulta en las organizaciones ir por delante del cliente. Si sólo hacemos mejoras incrementarles de nuestros productos, estamos expuestos a que venga alguien con algo nuevo y convierta en obsoleto nuestro negocio. Que se lo digan a Kodak, a Nokia o a Olivetti entre muchas otras grandes marcas que han visto derrumbarse su imperio por no haber detectado a tiempo su confortosis.

La innovación disrruptiva, por tanto, es traumática por definición. No aparece a menos que haya una crisis, catarsis, cambio de ciclo o necesidad de hacer o detectar algo nuevo de verdad.

Reinventar algo no siempre implica disrrupción.

Está claro que la tecnología ha propiciado que la disrrupción esté a la orden del día porque antes, cuando alguien disrrumpía un sector, no lo hacía de la noche a la mañana. Normalmente la nueva tecnología era más cara que la existente con lo que se producía una cierta progresión paulatina que evitaba el efecto disrruptivo.

Hoy, el coste de la tecnología tiende a cero, con lo que cada vez es más fácil hacer algo nuevo y mejor (innovar) sin que ello suponga necesariamente un aumento de coste. Este efecto ha pillado a contrario a muchas organizaciones que ven la necesidad de prepararse para disrrumpir desde dentro, antes que esperar a que venga otro y lo haga por ellas.

Pregúntate qué es preferible ¿que os disrrupan, o disrrumpiros vosotros mismos?

Si consideramos la razón de ser de una organización convencional, sea una empresa o una institución pública, estaremos de acuerdo que la disrrupción no es algo para lo que hayan sido entrenadas o preparadas.

En la educación y en los negocios nos han enseñado a reproducir buenas prácticas, cosas que funcionan y que son previsibles. No nos han preparado para tener agilidad ante lo imprevisto y reaccionar de forma rápida y flexible ante las adversidades. Eso lo hemos aprendido con los años, pero ahora lo necesitamos antes, porque el cambio se ha instalado como una constante y la agilidad organizacional es ya una de las capacidades más críticas en el mercado actual.

¿Por qué hay que hacer innovación disruptiva?

Si no lo hacemos nosotros, lo harán ellos y nos puede salir muy caro. Es posible que no todo sirva, pero el coste de no explorar nuevas formas de hacer mejor lo mismo, es mucho más alto que el de no hacerlo y esperar a que otros vengan y que nos pongan en una aprieto, incluso que nos saquen de en medio.

¿Cómo se hace?

Hay dos formas, de forma inorgánica u orgánica. Si es externa, está claro, buscamos algo nuevo y mejor e invertimos en ello hasta esperar que esa sea la siguiente ola que nos dará el negocio.

El problema es que eso es caro y nada fácil, en la mayoría de los casos el ratio de acierto es de 1 cada 10. Por cada 10 nuevas inversiones disrruptivas y externas que hacemos, sólo 1 de ellas puede darnos una nueva fuente de ingresos sostenible.

Si queremos generar innovación disrruptiva orgánica, o desde dentro, sólo hay una forma; y es dotando de recursos a los humanos.

¿Qué tipo de recursos?

Para comentar sólo tres; el primero es dotar de recursos para innovar, espacio, metodología, presupuesto para crear una cultura innovadora, en el fondo es una cuestión de espacio.

El segundo; recursos para colaborar, conseguir que la gente aprenda a compartir y colaborar, tanto a nivel físico como digital. No caben los ‘cracks’ en una cultura de equipo, a menos que estos sean capaces de ser humildes y compartir su conocimiento y engranarse con un equipo.

Finalmente, recursos para aprender, desaprender y reaprender. No sólo los clásicos, como la formación continua, sino generar un ambiente de aprendizaje informal para conseguir que la gente adquiera nuevos conocimientos, actitudes y capacidades casi sin darse cuenta.

Eric Hoffer decía, “En tiempos de cambio, los que aprenden heredarán la Tierra, mientras que los que creen que ya lo saben todo, estarán fabulosamente equipados para un mundo que ya no existe…

La innovación disrruptiva nos hace pensar en eso, tenemos que estar preparados para un mundo que aún no existe. O lo hacemos nosotros, o lo harán ellos ;-)

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Pere Rosales

Fundador y CEO en INUSUAL. Preparando a líderes y organizaciones fuera de lo común.