Realmente me apetece tener una de esas buenas discusiones, de esas que abren la mente poniendo a prueba la inteligencia emocional y desafiando al placer de la concordia, una que en beneficio de la honestidad y la claridad quede disminuida la diplomacia pero se mantenga al margen del pleito.
Una discusión donde el primero que se enoje no sea necesariamente el primero en perder sino el primero en privarse de un nutritivo intercambio de opiniones opuestas; donde el cuestionar al otro no sea sinónimo de criticar o juzgar sino de plantear problemas que ayuden a romper paradigmas, a quitarnos telarañas de la cabeza, limpiar el oxido encefálico, de retar al contrario a sacar su mejor carta y que pueda probar su audacia, pero sobre todo que la mejor jugada sea la de aportarle algo al discurso del otro.
Olvidarnos de cuidar las formas para llegar al fondo, de llegar al nivel que permita a cada uno identificar sus miedos a perder para así llegar al valor de como ambos poder ganar; un espacio para perder el control pero no emocional, el ceder el control por momentos, momentos de equidad a favor del problema en cuestión y no de la arbitrariedad del ego.
Que el propósito de dudar del otro no sea el de evidenciar una posible mentira si no exponer una factible verdad y que la necesidad de estar centrados en resolver un punto a la vez sea inversamente proporcional al sarcasmo que debiéramos evitar.
Cuan importante es saberse en plenitud de la razón para poder defender la postura como es importante tener el valor de saberse retirar cuando el otro ha perdido la razón, para no seguir en una discusión sin razón cuando uno ya sabe cual tiene algo, alguna o toda la razón.
Tanto así la mente maquinadora de las palabras correctamente pensadas como el corazón en su papel de magnifico moderador, todo se trata preparar el terreno para que el otro sepa que fue digno adversario y por qué no, revelarle el aprendizaje alcanzado.
Siendo de los que siempre tienen la razón o de los que no saben perder; no importa si es en un café, con una cerveza ó cualquier aliciente que acompañe esta contienda, así sea en la virtualidad de la distancia o la justicia de la verdadera presencia, solo tienes que dejar un comentario a la altura de esta propuesta.
Salvador Jiménez V.
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