Tres argumentos para motivar la reforma educativa
(Columna publicada con mi firma en El Economista, el 29 de mayo de 2013).
Si queremos reformar la educación tenemos que hacerlo desde las comunidades. No pretendamos que la Administración Pública lleve la voz cantante, la historia demuestra que los cambios los inicia el sentido de comunidad, ya sea un barrio de vecinos, una raza, una etnia, una ideología, un grupo de empresas innovadoras… Y los profesores son una comunidad, de ellos parte la enseñanza, y si el sistema les dejara deberían tener el control total de la educación trabajando junto a los alumnos para llevar a cabo estas ideas que voy a exponer.
Empecemos por algo muy simple, ayudarles: la forma que hablamos de los profesores. ¿Cómo hablamos de la profesión de profesor? ¿No creen que afectan los tópicos y estigmas sociales tanto para elegir esa profesión (o no) como para crear una cierta fama que no hace más que perjudicar?:
A) No digamos “nunca podría ser profesor”. Profesor se hace, no se nace. Cuanto más decimos que los profesores tienen un ADN especial, menos gente innovadora e inteligente opta por la docencia.
B) No digamos “los profesores tienen muchas vacaciones”. Corregir trabajos y exámenes fuera del horario laboral, desafíos emocionales e intelectuales, acabar esas presentaciones los fines de semana…ningún trabajo es fácil, esta profesión tampoco.
C) No digamos “no tengo paciencia para ser profesor”. Volvemos a lo de antes: profesor se hace, no se nace. Además, parece que los profesores son canguros, de nuevo esta frase devalúa la profesión. La paciencia se trabaja, además, no viene por la gracia divina.
“Cuanto más decimos que los profesores tienen un ADN especial, menos gente innovadora e inteligente opta por la docencia.”
Los profesores deben tener una conciencia educacional clara, dinámica y adaptada al mundo de hoy: pensamiento crítico, el don de la crítica inteligente, el valor de la duda…Que no se sientan convencidos de nada, que nunca intenten desanimar a pensar, que cuando se encuentren una opinión contraria ganen con el argumento y no con la autoridad. Todos ellos, mandamientos que expuso ya hace 60 años Bertrand Russell.
Los profesores no tienen el poder de la educación, pero tienen el deber de imaginarse el futuro de la educación dentro de 25 años, porque imaginar es el primer paso para actuar. Estos pueden ser algunos de sus deseos:
- Las universidades serán centros comunitarios con continuas conexiones dentro y fuera de la Red. Profesores, estudiantes y familias se unen a profesionales locales y en la distancia, voluntarios y empresarios, un sitio para trabajar en actividades que beneficien.
- Los profesores podrán elegir diferentes caminos de enseñanza. Por ejemplo, podrán tener un trabajo a tiempo parcial como profesor con otro trabajo a tiempo parcial que beneficie a la comunidad como pueda ser un profesor emprendedor que investiga nuevas líneas de aprendizaje creativo para sus estudiantes.
- La ecología de la enseñanza y aprendizaje consistirá en combinar la experiencia en la docencia con los nuevos descubrimientos en la investigación del cerebro y las tecnologías que estarán a la vanguardia. Los profesores desarrollarán planes de educación personalizados y ajustados a cada estudiante sirviéndose de esa combinación.
- Ser profesor será considerado una profesión apreciada. Los profesores serán líderes que desarrollarán los programas, recursos, y relaciones dentro de la comunidad más innovadores.
Ya que la columna se publicó en papel, no le pudo acompañar una TED Talk de la que bebí para estos párrafos. Se trata de ‘3 reglas para provocar el aprendizaje’ de Ramsey Musallam donde aparece un interesante concepto: los profesores como “cultivadores de curiosidad” en vez de “diseminadores de contenido”.