Fuente: charterforcompassion.org

El neoliberalismo

Una explicación para todos los públicos

Dani García
Cuaderno ideológico
28 min readDec 20, 2016

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¿Por qué no tengo trabajo? ¿Por qué tengo más deudas? ¿Por qué pago más impuestos respecto a mi renta? ¿Por qué ya no tengo ahorros? ¿Por qué tengo la sensación que nada va a mejor?

Hay (mucha) población que no tiene interés por la política y la economía; no es nada malo, cuestión de gustos. Y hay mucha más población que su pensamiento crítico está adormilado (defino por pensamiento crítico esto); tampoco es malo, puede ocurrir, nos dejamos llevar por las estructuras asentadas de la vida cotidiana.

Sin embargo, hay que hacer un esfuerzo en preguntarnos por qué ocurren las cosas, especialmente cuando todos tenemos en común que nos están jodiendo. Porque eso es unánime, vivimos peor que antes.

Por eso, tras ver la sencillez con la que está explicado el origen de que estemos jodidos en el ensayo-documental ‘Requiem for the American Dream’, transcribí el documental del lingüista, filósofo y activista político Noam Chomsky para que fuera entendible para todos los públicos.

Son 30 minutos de datos, no teorías, de hechos, no cábalas… de la realidad. Centrado principalmente en Estados Unidos, pero totalmente aplicado a tu propio país como se sentirá al paso de los párrafos. (Y aquí una versión resumida de 5 minutos).

Los 10 principios de la concentración de la riqueza y el poder

Durante la Gran Depresión, la cual soy lo suficientemente viejo como para recordar, la mayoría de la gente y la mayoría de mi familia eran desempleados de clase trabajadora… aquello era malo, mucho más, subjetivamente, que hoy. Pero había una esperanza de que las cosas iban a ir mejor. Había un sentido real de optimismo, y eso es algo que no existe en la actualidad.

La desigualdad que hay hoy realmente no tiene precedentes. Si nos fijamos en la desigualdad total estamos en los peores tiempos de la historia americana, una desigualdad que viene de la extrema riqueza en un pequeño sector de la población, una fracción del 1%.

Hubo periodos como la Edad Dorada de los años 20 y los rugientes años 90 cuando la situación se desarrolló de forma bastante similar. Ahora este periodo es extremo, porque si ves la distribución de la riqueza, la desigualdad, en su mayoría, proviene de la extrema riqueza. Literalmente, el 1% son súper ricos.

Es extremadamente injusto en sí mismo, la desigualdad tiene altas consecuencias negativas en la sociedad como un todo porque el mismo hecho de la desigualdad tiene un corrosivo y perjudicial efecto sobre la democracia.

Parte del sueño americano es la movilidad de clase. Naces pobre, te compras un coche, te haces rico. Antes era posible para un trabajador tener un trabajo decente, comprar una casa, comprar un coche, mandar a tus hijos al colegio…

Pero todo se derrumbó.

Además, en Estados Unidos hay valores declarados como la democracia. En una democracia, la opinión pública va a tener influencia sobre la política y, entonces, el gobierno lleva a cabo acciones determinadas por la población. Eso es lo que significa democracia. Pero es importante comprender que hay sectores privilegiados y poderosos que nunca les ha gustado la democracia por muy buenas razones. La democracia pone el poder en las manos de la población en general y se lo lleva lejos de ellos. Por lo que resulta en una especie de principio de concentración de riqueza y poder.

Salario medio del hombre medio trabajador vs. salario medio de hombre medio del 1%, 1978. Gráfico: documental ‘Inequality for All’.
Salario medio del hombre medio trabajador vs. salario medio de hombre medio del 1%, 2010. Gráfico: documental ‘Inequality for All’.

La concentración de riqueza produce concentración de poder, de manera que el costo de las elecciones se dispara y esto fuerza a los partidos políticos a entrar dentro del bolsillo de las grandes corporaciones.

Este poder político se traduce rápidamente en la legislación que aumenta la concentración de la riqueza. Así que la política fiscal, como la política de impuestos, la desregulación, las reglas del gobierno corporativo, una gran variedad de medidas políticas diseñadas para incrementar la concentración de riqueza y poder que, a su vez, produce más poder político para hacer lo mismo. Y eso es lo que hemos estado viendo.

Así tenemos este tipo de círculo vicioso en curso. En realidad, esto es tan antiguo que fue descrito por Adam Smith en 1776 si lees su famoso La Riqueza de las Naciones. Él dice que en Inglaterra, los principales arquitectos de la política son las personas que son dueños de la sociedad — por entonces, los comerciantes y los fabricantes. Y se aseguran de que sus intereses estén bien cuidados, sin embargo es grave el impacto sobre el pueblo de Inglaterra u otros. Ahora no son los comerciantes y los fabricantes, son instituciones financieras y corporaciones multinacionales, la gente que Adam Smith llamó “los amos de la humanidad”. Y que todos ellos están siguiendo el vil máximo:

Todo para nosotros y nada para los demás.

Principio 1: Reducir la democracia

A través de la historia americana, ha habido un choque en curso entre la presión para obtener más libertad y democracia viniendo desde abajo, y los esfuerzos de control y dominación viniendo desde arriba.

Se remonta a la fundación del país. James Madison, el principal autor de la Constitución, era tan creyente en la democracia como cualquiera en el mundo de esa época. No obstante, sentía que el sistema de Estados Unidos debería ser diseñado, y de hecho con su iniciativa fue diseñado así, de una manera que el poder debería estar en manos de los ricos porque los ricos son el grupo más responsable de hombres. Y, por lo tanto, la estructura de sistema formal constitucional puso más poder en manos del Senado. El Senado no era elegido en aquellos días, era seleccionado por los ricos, hombres que, como Madison dijo, tenían simpatía por los dueños de propiedades y sus derechos.

Si lees los debates en la Convención Constitucional de Filadelfia de 1787, Madison dijo: “La mayor preocupación de la sociedad tiene que ser proteger a la minoría de la opulencia contra la mayoría”. Y tenía argumentos. Supongamos que todo el mundo podía votar libremente. Dijo: “bueno, la mayoría de los pobres se juntarían y se organizarían para quitarle la propiedad a los ricos”. Y dijo: “eso sería obviamente injusto, no podemos hacer eso”. Así que, por lo tanto, el sistema constitucional tiene que estar configurado para prevenir la democracia.

Es interesante que este debate venga de una tradición tan antigua que se remonta al primer gran libro de los sistema políticos, Política de Aristóteles. Él dice: “De todos ellos (los sistemas políticos), el mejor es la democracia”. Pero luego señala exactamente el defecto que Madison señaló. Si Atenas fuera una democracia para hombres libres, los pobres se juntarían y le quitarían la propiedad a los ricos. Pues bien, ante el mismo dilema, ellos tuvieron soluciones opuestas. Aristóteles propuso lo que hoy se llamaría Estado de Bienestar. Dijo: “Traten de reducir la desigualdad”.

La pirámide del poder en la democracia actual. Imagen del video ‘Why Democracy (Parte 1)’ (Youtube).
La pirámide del poder en la democracia ateniense. Imagen del video ‘Why Democracy (Parte 2)’ (Youtube).

El mismo problema pero soluciones opuestas. Una es: Reducir la desigualdad, no tendrás ese problema. La otra es: Reducir la democracia.

Si revisamos la historia de los Estados Unidos es una lucha constante entre estas dos tendencias. La tendencia democratizante viene de la población, y es una batalla que está constantemente ocurriendo entre ambas tendencias con periodos de regresión y periodos de progreso.

La década de 1960, por ejemplo, fue un periodo de significante democratización. Sectores de la población que normalmente eran pasivos y apáticos se volvieron organizados, activos, comenzaron a presionar con demandas, y se involucraron cada vez más en la toma de decisiones, el activismo, y esas cosas. Esto simplemente cambió la conciencia en muchos sentidos:

  • Los derechos de las minorías.
  • Los derechos de las mujeres
  • Preocupación por el medio ambiente.
  • Oposición a la violencia.
  • Preocupación por otras personas.

Esos son todos efectos civilizadores, y eso causó gran temor.

En su día no previne el poder de la reacción de esos efectos civilizadores de los ’60 (debería haberlo hecho, pero no lo hice). No anticipé la fuerza de la reacción a esto: La reacción violenta.

Principio 2: Formar la ideología

Ha habido una enorme, concentrada y coordinada ofensiva de negocios a partir de los años ’70 para tratar de combatir otra vez los esfuerzos igualitarios.

Eso funcionó durante el gobierno de Nixon. Se puede ver en cosas como el famoso Memorando de Powell enviado a la Cámara de Comercio, el mayor lobby de negocios: Powell le advirtió a la Corte Suprema de Justicia que los negocios estaban perdiendo el control sobre la sociedad y se tenía que hacer algo para contrarrestar esas fuerzas. Por supuesto, él dice esto en términos de defensa, “defendiéndonos contra un poder externo.” Pero si se le echa un vistazo, es una llamada a los negocios a usar su control sobre los recursos para llevar a cabo una gran ofensiva que hiciera retroceder esa ola democratizante.

Más del lado liberal hay algo exactamente similar, el primer informe importante de la Comisión Trilateral fue llamado La crisis de la democracia. La Comisión Trilateral son internacionalistas liberales; su esencia se demostró en el hecho de que ellos prácticamente organizaron la administración Carter. También estaban horrorizados por las tendencias democratizantes de los ’60 y el pensamiento del que teníamos que reaccionar. Estaban preocupados porque había un “exceso de democracia” en desarrollo.

Extracto del documento ‘The Crisis of Democracy’, de la Comisión Trilateral, que argumentaba que el exceso de democracia es el responsable del colapso del estado keynesiano.

Previamente, partes de la población pasivas y obedientes, los que a veces son llamados “grupos de interés especial”, estaban empezando a organizarse e intentando entrar al campo de la política. Y ellos dijeron: “eso impone demasiada presión en el Estado, no podemos hacer negocios con todas esas presiones. Así que, por lo tanto, tienen que volver a la pasividad y despolitizarse”. Estaban particularmente preocupados con lo que le sucedía a los jóvenes. Los jóvenes se estaban volviendo demasiado libres e independientes. Y lo pusieron de la forma en que había fallos en la parte de las escuelas, las universidades, las iglesias…las instituciones responsables del adoctrinamiento de los jóvenes. Eso es una frase suya, no mía.

Mirando el estudio (de la Comisión Trilateral), hay un interés que nunca mencionan: el negocio privado. Y eso tiene sentido, no es grupo de interés especial, es grupo de interés nacional. Les está permitido tener grupos de presión, comprar campañas, organizar a los ejecutivos, tomar decisiones… Pero es el resto, los grupos de interés especial, la población general, quienes tienen que ser sometidos.

Ese es el espectro, es el tipo de nivel ideológico de la reacción. Pero la mayor reacción, la cual fue paralela a esta, estaba simplemente rediseñando la economía.

Principio 3: Rediseñar la economía

En 2007, los beneficios de las instituciones financieras suponían el 40% de los beneficios de todas las empresas. Gráfico: documental ‘Requiem for the American Dream’.

Desde los ’70, ha habido un esfuerzo concertado por parte de los Amos de la Humanidad, los dueños de la sociedad, para cambiar la economía incrementando el rol de las instituciones financieras, bancos, firmas de inversión, compañías de seguros, etc. Para el año 2007, justo antes de la última quiebra financiera, ellos tenían literalmente el 40% de los beneficios empresariales, mucho más que nunca antes tuvieron.

Volviendo a la década de los ‘50, como durante muchos años antes, la economía de los Estados Unidos se basaba en gran medida en la producción. Estados Unidos era el gran centro manufacturero del mundo. Las instituciones financieras solían ser una parte relativamente pequeña de la economía, y su tarea consistía en distribuir activos no utilizados, como los ahorros de los bancos, para producir actividad. Eso es una contribución a la economía en toda regla.

Una vez el sistema regulatorio fue establecido (a diferencia del desregulatorio en los años ‘80), los bancos fueron regulados, los bancos comerciales y de inversión se separaron, y se cortaron las posibles prácticas de riesgo de los bancos que pudieran dañar a los pequeños ahorradores. Hay que recordar que no hubo ninguna quiebra financiera en el periodo de la regulación.

Para la década de 1970, todo cambió.

Se empezó a recibir un gran incremento de los flujos de capital especulativo, un incremento astronómico, enormes cambios en el sector financiero desde bancos tradicionales a inversiones de riesgo… instrumentos financieros complejos, manipulaciones del dinero y así sucesivamente. Cada vez más, el negocio del país no era la producción, sino el dinero.

Valor en porcentaje del sector manufacturero y el sector financiero respecto al PIB, 1950–2010. Gráfico: documental ‘Requiem for the American Dream’.

Se puede ver eso por ejemplo en la elección de los directores de las compañías. Un director de una importante corporación americana allá por los años ’50 y ’60, era muy probable que fuera un ingeniero, alguien graduado en un lugar como el MIT, quizás en gestión industrial. Más recientemente, los directores y los puestos de dirección superiores son gente que ha salido de escuelas de negocios donde aprendieron trucos financieros
de diverso tipo.

Por ejemplo, por la década de 1970, podemos decir que General Electric podía hacer más ganancias apostando dinero en juegos financieros de diverso tipo que produciendo en los Estados Unidos. Hay que recordar que General Electric es sustancialmente una institución financiera hoy por hoy, hace la mitad de sus ganancias solo moviendo dinero de maneras complicadas. Y está muy claro que no están haciendo nada que añada valor a la economía. Es un fenómeno llamado financiarización de la economía.

Estar de acuerdo con los descrito es estar de acuerdo con la deslocalización de la producción. De esta manera, el sistema de comercio fue reconstruido con un diseño muy concreto para poner a la gente trabajadora en competencia unas con otras en todo el mundo. Y esto lleva a una reducción en la proporción del ingreso por parte de los trabajadores. Ha sido particularmente llamativo en Estados Unidos, pero está sucediendo en todo el mundo.

Esto significa que un trabajador americano está en competencia con un trabajador súper explotado en China. Mientras tanto, profesionales muy bien pagados están protegidos, ellos no están en competencia con el resto del mundo. Y, por supuesto, el capital es libre de moverse. Los trabajadores no tienen libertad de movimiento, el trabajo no se puede mover, pero el capital sí.

Si volvemos a los clásicos como Adam Smith, como bien señaló: “la libre circulación del trabajo es la base de cualquier sistema de libre comercio”. Pero los trabajadores están casi atascados. Los ricos y los privilegiados están protegidos, son reconocidos y, de hecho, alabados.

Es una política diseñada para aumentar la inseguridad laboral. Alan Greenspan, cuando testificó ante el Congreso (en 2008), explicó que su éxito en la gestión de la economía se basó en lo que él llamó “mayor inseguridad de los trabajadores”:

Un control atípico del aumento salarial hace años que resulta evidente, pero como señalé en detalle en mi testimonio del mes pasado, creo que la inseguridad laboral ha desempeñado el papel dominante.

Mantén a los trabajadores inseguros, así estarán bajo control. De esta manera no van a preguntar por, digamos, salarios decentes, condiciones de trabajo decentes o la oportunidad de libre asociación como los sindicatos. Para los Amos de la Humanidad esto es ideal porque siguen haciendo sus ganancias. Pero para la población es devastador.

Estos dos procesos, financiarización y deslocalización son parte de lo que lleva al círculo vicioso de concentración de riqueza y concentración de poder.

Principio 4: Transferir la carga

El sueño americano, al igual que muchos ideales, fue en parte simbólico pero en parte real. Así, en los años ‘50 y ’60 se produjo el periodo de crecimiento más grande de la historia económica americana. La era dorada.

Fue un crecimiento bastante igualitario. La quinta parte de la población de clase más baja mejoró casi tanto como la quinta más alta. Y hubo algunas medidas del estado de bienestar que mejoraron la vida para la mayoría de la población. Por ejemplo, era posible que un trabajador negro consiguiera un buen trabajo en una fábrica de coches, se comprara una casa, un coche, pagara la educación de sus hijos, etc. Y lo mismo en todos los ámbitos.

Cuando Estados Unidos era principalmente un centro de fabricación, tenía que preocuparse principalmente por sus propios consumidores aquí. Por ejemplo, se sabe que Henry Ford le subió el salario a sus trabajadores para que tuvieran la capacidad de comprar coches.

Cuando te mueves en una plutonomía internacional, como le gusta llamar a los bancos al pequeño porcentaje de la población mundial que reúne una riqueza cada vez mayor, lo que sucede con los consumidores americanos importa mucho menos, porque la mayoría no va a consumir tus productos, al menos no en gran medida. Tus objetivos son el beneficio del próximo trimestre, incluso basándose en manipulaciones financieras, un alto salario, bonus elevados, producir en el extranjero si es necesario, y producir para las clases ricas aquí y para sus semejantes en el extranjero.

¿Qué pasa con los demás?

Hay un término que también empiezan a usar. Se llama el “precariado”, el proletariado precario, la clase obrera del mundo que cada vez tiene una vida más precaria. Y esto se relaciona con la actitud hacia el país en su conjunto.

Durante el periodo de gran crecimiento de la economía, los ’50 y los ’60, en realidad antes, los impuestos a los ricos eran mucho más altos. Los impuestos a las sociedades eran mucho más altos, los impuestos sobre los dividendos eran muchos más altos. Básicamente los impuestos sobre la riqueza eran mucho más altos.

El sistema fiscal se ha rediseñado, de manera que los impuestos que pagan los muy ricos se reducen y, por tanto, aumenta la carga fiscal sobre el resto de población.

Las cifras son impactantes:

Evolución de los tipos impositivos marginales sobre la población con más ingresos (highest earners) y la población con menos ingresos (lowest earners), 1950–2010. Gráfico: documental ‘Requiem for the American Dream’.

Existe un pretexto, por supuesto, siempre existe un pretexto. En este caso, el pretexto es que eso aumenta la inversión y el empleo, pero no hay ninguna prueba de eso. Si quieres aumentar la inversión, da dinero a los pobres y a la clase trabajadora, tienen que vivir, así que gastarán sus ingresos. Eso estimula la producción, estimula la inversión y produce el crecimiento del empleo.

Pero si eres un ideólogo de los Amos de la Humanidad tienes una postura diferente, y ahora mismo es casi absurda. A las empresas se les sale el dinero de los bolsillos, de hecho, General Electric no paga impuestos y tiene enormes beneficios. Ellos dicen: “Llevémonos los beneficios a otra parte, o vamos a diferirlos, pero paguemos la menor cantidad de impuestos”. Y esto es habitual, las grandes empresas han transferido la carga de sostener a la sociedad al resto de la población.

Principio 5: Atacar la solidaridad

La solidaridad es bastante peligrosa.

Desde el punto de vista de los Amos de la Humanidad, debes preocuparte por ti mismo, no por los demás. Esto difiere bastante de los que dicen sus héroes, como Adam Smith, quien basó todo su enfoque de la economía en que el principio de la compasión es un rasgo humano fundamental.

Para los Amos de la Humanidad eso debe salir de la cabeza de la gente. Tienes que ocuparte de ti, seguir la vil máxima de “no te preocupes por los demás”, que es buena para los ricos y poderosos, pero demoledora para todos los demás.

Ha costado mucho esfuerzo expulsar estas emociones humanas básicas de la cabeza de la gente. Lo vemos hoy en la elaboración de las políticas, por ejemplo, en el ataque a la Seguridad Social. La Seguridad Social se basa en un principio, el principio de solidaridad. Solidaridad, preocuparse por los demás. La Seguridad Social significa: “Yo pago los impuestos con mi nómina para que las viudas de la ciudad tengan algo de lo que vivir”. Gran parte de la población vive de eso, pero eso no sirve de nada para los más ricos, por eso hay un esfuerzo concertado por destruirla.

Una de las formas es haciendo recortes. ¿Quieres destruir un sistema? Primero, haz recortes. Así no funcionará, la gente se enfadará y querrá otra cosa. Es una técnica estándar para privatizar el sistema, lo vemos en el ataque a las escuelas públicas, que se basan en el principio de la solidaridad. El principio de la solidaridad dice: “Pago contento mis impuestos para que el niño al otro lado de la calle pueda ir al colegio”, lo que es una emoción humana normal.

Para ellos, hay que expulsar ese pensamiento de la cabeza. Si alguien no tiene hijos, entonces se tiene que preguntar: “No tengo hijos, ¿por qué debo pagar impuestos? Que lo privaticen.”

El sistema público educativo, desde guardería hasta educación superior, está sometido a un intenso ataque. Es una de las joyas de la sociedad estadounidense.

Volvamos a la edad dorada, el periodo de gran crecimiento en los años ‘50 y ’60, que en gran parte se basó en la educación pública gratuita.

Producto de la II Guerra Mundial fue la Ley de Reajuste Militar que permitía a los veteranos, que eran una gran parte de la población por entonces, ir a la universidad. No habrían podido si no, por lo que obtuvieron una educación gratuita.

Evolución de los préstamos para estudios superiores, total y por estudiante, 1984–2014.

Estados Unidos estuvo a la vanguardia en el desarrollo de una educación pública generalizada. Ahora, en más de la mitad de los estados, gran parte de la financiación para las universidades proviene de las matrículas, no del Estado. Es un cambio radical y una carga terrible para los alumnos. Significa que si los estudiantes no proceden de familias muy ricas saldrán de la universidad con grandes deudas, y si tienes una gran deuda, estás atrapado. Quizás querías ser abogado público, pero vas a tener que entrar primero en un gran bufete para pagar esas deudas, y una vez estés en ese círculo un tiempo no vas a salir de él.

En los años ’50, la sociedad era mucho más pobre que hoy, pero gestionaba bien la educación superior gratuita. Hoy, en una sociedad mucho más rica, se afirma que no hay recursos para ella.

Es lo que está pasando ante nuestros ojos. Es el ataque general a principios que no solo son humanos, sino que son la base de la prosperidad y la salud de esta sociedad.

Principios 6: Dirigir a los reguladores

Si nos fijamos en la historia de la regulación –la regulación ferroviaria, la regulación financiera, etc.–veremos que normalmente la inician las concentraciones económicas que se van a regular o la respaldan. Y la razón es que saben que, antes o después, podrán controlar a los reguladores. Y todo acaba con lo que se llama “captura del regulador”. La empresa que se regula dirige a los reguladores.

Los lobbies bancarios redactan las leyes de la regulación financiera, llega hasta ese extremo. Esto no es nuevo, ha sucedido a lo largo de la historia, y es una tendencia natural cuando examinamos la distribución del poder.

En los años ’70 se extendieron enormemente los lobbies con el avance de las empresas para controlar la legislación. Al mundo empresarial le inquietaban los avances en bienestar público en los años ’60 realizados, en particular, por Richard Nixon quien históricamente fue el último presidente del New Deal. De hecho, ellos lo consideraron como una traición de clase. La administración Nixon creó leyes sobre la seguridad del consumidor, normas de salud y seguridad laboral, la EPA (Agencia de Protección del Medioambiente).

A las empresas, por supuesto, no les gustó. No les gustaron los impuestos altos ni la regulación, y empezaron un esfuerzo coordinado para paliarlo. Los lobbies aumentaron y la desregulación empezó con ferocidad.

No hubo quiebras financieras en los años ’50 y ’60 porque el marco regulador del New Deal aún estaba en pie. Cuando empieza a desarticularse, bajo la presión empresarial y política, se producen más quiebras. Y esto se repite a lo largo de los años: en los años ’70 se inicia, en los años ’80 se dispara… y para ellos las quiebras son algo que no les importa porque saben que el gobierno acudirá a su rescate.

Por ejemplo, con Reagan. En vez de dejar que pagaran el coste, rescató bancos como el Continental Illinois, el mayor rescate de la historia de Estados Unidos en aquel momento. Acabó su mandato con una enorme crisis financiera, la crisis de ahorro y crédito.

En 1999, se desarticuló la regulación para separar los bancos comerciales de los bancos de inversión. Ahí llega el rescate de Bush y Obama. Y ahora ya están preparando el siguiente.

Crisis financieras en la era del neoliberalismo.

Se pide al contribuyente que rescate a los que crearon la crisis: las principales instituciones financieras. En una economía verdaderamente capitalista no se haría eso. En un sistema capitalista, se eliminarían a los inversores que hicieron inversiones arriesgadas. Pero los ricos y los poderosos no quieren un sistema capitalista, lo que quieren es recurrir al Papá Estado en cuanto tienen problemas para que los rescate el contribuyente. Son “demasiado grandes para quebrar”.

Hay Premios Nobel de Economía que están en total desacuerdo con el rumbo que seguimos. Gente como Joe Stiglitz, Paul Krugman y muchos otros, y no se ha consultado a ninguno de ellos. Los elegidos para arreglar la crisis fueron los mismos que la crearon: la tropa de Robert Rubin, la tropa de Goldman Sachs, etc. Ellos crearon la crisis y ahora son más poderosos que antes.

¿Es eso una casualidad? No cuando eliges a esa gente para crear un plan económico. ¿Qué esperas que pase entonces?

Y mientras tanto, que para los pobres prevalezcan los principios del mercado. No esperéis ninguna ayuda del Gobierno, el gobierno es el problema, no la solución. Eso es básicamente el neoliberalismo.

Unas reglas para los ricos. Unas reglas contrarias para los pobres.

No hay nada sorprendente en esto, es exactamente la dinámica que cabría esperar. Si la población permite que prosiga, continuará así hasta la próxima quiebra, que se prevé hasta tal punto que las agencias de crédito, que evalúan las situaciones de las empresas, ahora tienen en cuenta en sus cálculos el rescate del contribuyente que esperan que se produzca tras la siguiente quiebra.

Eso significa que los beneficiarios de estas calificaciones crediticias, como los grandes bancos, pueden obtener préstamos más baratos, pueden expulsar a los rivales menores, y cada vez habrá más concentración. Mires a donde mires, las políticas se diseñan así, lo cual no debería sorprender a nadie. Es lo que pasa cuando pones el poder en manos de un limitado sector de riqueza que se dedica a aumentar su poder como cabría esperar.

Principio 7: Diseñar elecciones

La concentración de la riqueza lleva a la concentración del poder político, en especial al dispararse el coste de las elecciones, lo cual mete a los partidos políticos en los bolsillos de las grandes empresas.

El caso de Ciudadanos Unidos es una sentencia muy importante del Tribunal Supremo, pero tiene una historia detrás. La Decimocuarta Enmienda tiene una disposición que dice: “No se podrán infringir los derechos de una persona sin un proceso legal.” Y la intención, claramente, era proteger a los esclavos liberados, así estaban protegidos por la ley. Si alguna vez se usó para los esclavos liberados fue de forma marginal, porque casi de inmediato se utilizó para las empresas, las sociedades: no se pueden infringir sus derechos sin el debido proceso legal. Así que, paulatinamente, se convirtieron en personas ante la ley.

Las empresas son ficciones jurídicas creadas por el Estado. Serán buenas o malas, pero llamarlas personas es un escándalo. Por tanto, obtuvieron derechos personales hace un siglo y eso se extendió a lo largo del siglo XX, concedieron derechos a las empresas superiores a los de las personas. Por ejemplo, si General Motors invierte en México, obtienen derechos nacionales, los derechos de una empresa mexicana.

Mientras el concepto de persona se amplió para incluir a las empresas, también se restringió. Si tomamos literalmente la Decimocuarta Enmienda, los extranjeros indocumentados no pueden ser privados de sus derechos si son personas. Los extranjeros indocumentados que viven aquí y construyen nuestros edificios, nos limpian el césped, etc, no son personas… Pero General Electric es una persona, una persona inmortal y súper poderosa. Esta perversión de la moral elemental y del significado obvio de la ley es increíble.

En los años ’70, los tribunales decidieron que el dinero era una forma de expresión. Por ejemplo, Buckley contra Valeo. Y pasan los años hasta llegar al caso de Ciudadanos Unidos que dice que el derecho de libertad de expresión de las empresas, gastar tanto dinero como quieran, no se puede limitar.

¿Qué significa esto? Significa que las empresas que, en gran medida han comprado las elecciones, ahora son libres de hacerlo casi sin ninguna limitación. Esto supone un ataque tremendo a los vestigios de la democracia.

Es muy interesante leer las sentencias completas que decían, entre otras cosas: “Al fin y al cabo, la CBS tiene libertad de expresión, es una empresa. ¿Por qué la General Electric no debe ser libre de gastar el dinero que quiera?”. Es cierto que la CBS tiene libertad de expresión pero, en teoría, realiza un servicio público. Esa es la razón, es lo que debe ser la prensa, y General Electric solo intenta ganar dinero para el CEO y algunos accionistas. Es una sentencia increíble y sitúa al país en una posición por la que el poder empresarial va mucho más allá de lo que siempre fue.

Es parte del círculo vicioso: A los jueces del Tribunal Supremo los nombran presidentes reaccionarios que llegan ahí porque los financian las empresas. Así funciona el círculo.

Principio 8: Mantener a raya al populacho

Hay una fuerza organizada que, tradicionalmente, con un montón de defectos pero que incluso con estos defectos, ha estado a la vanguardia de los esfuerzos para mejorar la vida de la población en general. Son los sindicatos. También son una barrera contra la tiranía empresarial, por tanto, es la única barrera de este círculo vicioso que lleva a la tiranía empresarial.

Un motivo principal del ataque concentrado, casi fanático contra los sindicatos, la organización sindical, es que son una fuerza democratizadora. Ofrecen una barrera que defiende los derechos de los trabajadores y los derechos populares en general, y eso interfiere en las prerrogativas y en el poder de aquellos que poseen y dirigen la sociedad.

Diría que el sentimiento antisindical en Estados Unidos entre las élites es tan fuerte que el núcleo fundamental de los derechos laborales, el principio básico de la Organización Internacional del Trabajo, el derecho de libre asociación que significa el derecho de constituir sindicatos, Estados Unidos nunca lo ha ratificado. Creo que es un caso único entre las grandes sociedades. Se considera tan alejado del espectro de la política estadounidense que nunca se ha planteado.

Estados Unidos tiene una historia laboral prolongada y muy violenta en comparación con otras sociedades similares, pero el movimiento sindical había sido muy fuerte. En los años ’20, en una época muy parecida a la actual, fue prácticamente aplastado. A mediados de los años ’30 empezó a reconstruirse; Franklin D. Roosevelt fue bastante favorable a la legislación progresista que beneficiaría a la población general pero tenía que hacer que se la aprobaran. Así que dijo a los líderes sindicales: “Obligadme a hacerla.” Eso significaba:

“Salid, manifestaos, organizados, protestad, desarrollad el movimiento sindical.”

“Cuando la presión popular sea suficiente, podré presentar la legislación que queréis.”, dijo.

Por tanto, había una combinación de un gobierno solidario y, a mediados de los años ’30, un activismo popular muy considerable. Hubo acciones reivindicativas, hubo huelgas de brazos caídos que asustaron mucho a los propietarios. Una huelga de brazos caídos es el paso previo a decir: “No necesitamos jefes, podemos dirigir nosotros”.

Y la empresa estaba horrorizada. Lees la prensa económica de finales de los años ’30 y hablaban del “peligro que afrontan los empresarios” y del “creciente poder político de las masas” que se tiene que reprimir.

Las cosas quedaron suspendidas durante la II Guerra Mundial, pero inmediatamente después de la guerra la ofensiva empresarial comenzó con fuerza. Con la ley Taft-Harley, por ejemplo. También se utilizó el macartismo en enormes ofensivas de propaganda empresarial para atacar a los sindicatos, y por supuesto aumentó considerablemente durante los años de Reagan. De hecho, Reagan prácticamente le dijo al mundo empresarial: “Reventad ilegalmente las iniciativas de organización y huelgas.” Eso continuó en los ’90 y, también, con George W. Bush se disparó.

Ahora, menos del 7% de los trabajadores del sector privado tienen sindicatos.

Afiliación sindical (blanco) vs. Desigualdad salarial (negro), 1970–2014. Gráfico: documental ‘Requiem for the American Dream’.

El efecto es que el habitual contrapeso a una ofensiva de una clase empresarial con gran conciencia de clase no existe. Y si estás en una posición de poder, quieres mantener la conciencia de clase para ti, pero eliminarla de cualquier otra parte.

Si retrocedemos al siglo XIX, en los primeros tiempos de la Revolución Industrial en Estados Unidos, la clase trabajadora era muy consciente de esto, consideraban de forma aplastante que el trabajo asalariado no era muy diferente de la esclavitud. Solo se diferenciaban en que era temporal, era una idea tan popular que se convirtió en el eslogan del Partido Republicano. Había por entonces una conciencia de clase muy acusada.

En interés del poder y de los privilegiados es bueno expulsar esas ideas de la cabeza de la gente, no quieres que sepan que son una clase oprimida. Por lo que esta es una de las pocas sociedades donde no se habla de clase.

De hecho, la noción de clase es muy sencilla. ¿Quién da las órdenes? ¿Quién las obedece? Eso define básicamente la clase. Es más matizado y complejo, pero en esencia es eso.

Principio 9: Fabricar el consentimiento

La industria de las relaciones públicas, la industria publicitaria, que se dedica a crear consumidores, es un fenómeno que se creó en los países más libres, en Gran Bretaña y Estados Unidos, y la razón es evidente.

Hace un siglo, quedó claro que no iba a ser fácil controlar a la población por la fuerza. Se había ganado demasiada libertad. Organizaciones sindicales, partidos de los trabajadores en muchos parlamentos, las mujeres empezaban a tener derecho a voto, etc. Había que buscar entonces otros medios de controlar a la gente. Y quedó entendido y se manifestó que había que hacerlo mediante el control de sus creencias y de sus actitudes.

Una de las mejores formas de controlar las actitudes de las personas es lo que el gran economista político Thorstein Veblen denominó fabricar consumidores”:

Si puedes fabricar deseos, hacer que obtener cosas que están a tu alcance sea la esencia de la vida, quedarán atrapados al convertirse en consumidores.

Por ejemplo, si lees la prensa económica de los años ’20, ves la necesidad de dirigir a la gente hacia cosas superficiales de la vida, como “el consumo de moda”.

Esta doctrina se halla en todos los intelectuales progresistas, como Walter Lippmann, el principal intelectual progresista del siglo XX. Escribió famosos ensayos progresistas sobre la democracia donde su opinión era esa: “Hay que poner al público en su lugar para que los hombres responsables puedan tomar decisiones sin la interferencia del ‘rebaño descontrolado’”.

Tiene que haber espectadores, no participantes. Así se consigue un buen funcionamiento de la democracia; recupera a Madison siguiendo con el Memorando Powell y otros.

La industria publicitaria prorrumpió con este objetivo: crear consumidores. Y se ha hecho con gran efectismo. El ideal es lo que vemos hoy cuando, por ejemplo, los adolescentes que tienen libre la tarde del sábado van al centro comercial y no a la biblioteca u otro lugar.

Se trata de controlar a todo el mundo, de convertir a toda la sociedad en el sistema perfecto. El sistema perfecto sería una sociedad basada en una díada, en una pareja. La pareja sois tu televisión y tú o, ahora quizá, Internet y tú, donde se te presenta la vida que mereces, la clase de artilugios que deberías tener. Dedicas tu tiempo y esfuerzo a conseguir esas cosas, cosas que no necesitas ni quieres y que quizá acabes tirando, esa es la imagen de buena vida.

Lo vemos, por ejemplo, en la publicidad en televisión. Si alguna vez han hecho un curso de Economía, sabrán que, en teoría, los mercados deben basarse en consumidores informados que toman decisiones racionales. Si tuviéramos un sistema como ese, un sistema de mercado, un anuncio de televisión consistiría en que General Motors ofrecería información diciendo: “Esto es lo que hay en venta”. Pero los anuncios de coches no son así, el anuncio de coche es un jugador famoso, una actriz, el coche haciendo alguna locura como saltar una montaña.

La cuestión es crear consumidores desinformados que tomarán decisiones irracionales. De eso se trata la publicidad.

Y cuando hay elecciones, se hace del mismo modo. Quieren crear un electorado uniforme que tomará decisiones irracionales, a menudo contra sus intereses, y lo vemos cada vez que ocurre uno de estos espectáculos.

Justo después de las elecciones de 2008, el presidente Obama ganó un premio de la industria publicitaria por “la mejor campaña de marketing”. Aquí en Estados Unidos no se informó de ello, pero si miramos la prensa económica internacional los directivos estaban eufóricos. Dijeron: “Hemos estado vendiendo candidatos, comercializando candidatos como pasta de dientes como Reagan, y esto es el mayor logro que hemos conseguido”.

No suelo estar de acuerdo con Sarah Palin, pero cuando se burla “del rollo ese de esperanza y cambio” tiene razón. En primer lugar, Obama no prometió nada en realidad, es sobre todo una fantasía. Se puede ver en la retórica de la campaña donde hay muy poco debate sobre asuntos políticos y por una buena razón: porque la opinión pública sobre la política está muy desconectada de lo que quieren los líderes de los dos partidos y sus patrocinadores.

Cada vez más, la política se centra en intereses privados que financian campañas mientras se margina a la población.

Principio 10: Marginar a la población

Uno de los principales politólogos, Martin Gilens, publicó un estudio sobre la relación entre las actitudes de la población y la política pública. En él, muestra que un 70% de la población no tiene forma de influir en la política, como si estuvieran en otro país. Y la población lo sabe.

Eso ha derivado en una población enfadada, frustrada y que odia las instituciones, por lo que no actúa constructivamente para responder a esto. Hay movilización popular y activismo, pero en direcciones muy autodestructivas tomando la forma de un enfado indefinido atacándose entre sí y a objetivos vulnerables.

Ello corroe las relaciones sociales, pero precisamente de eso se trata. Se trata que la gente se odie entre sí y se tema entre sí, mire solo por sí misma y no haga nada por los demás.

Se aprecia claramente en fechas como el 15 de abril, el día que se pagan los impuestos en Estados Unidos, un baremo para medir lo democrática que es una sociedad. Si una sociedad fuera realmente democrática, el 15 de abril sería un día de celebración: es un día en el que se reúne la población y decide financiar los programas y las actividades que han planteado y acordado. ¿Qué podría haber mejor que eso? Se debería celebrar. Pero no es así en Estados Unidos, donde es un día de duelo, el día en que un poder ajeno, que no tiene nada que ver contigo, viene a robarte el dinero ganado con tanto esfuerzo, y haces todo lo posible para evitarlo.

Esto refleja en qué medida, al menos en la conciencia popular, funciona la democracia actual.

Las tendencias descritas de la sociedad estadounidense, a menos que se inviertan, van a crear una sociedad sumamente desagradable. Una sociedad que se basa en la vil máxima de Adam Smith: “Todo para mi, nada para los demás.”

Una sociedad en la que la emoción y los instintos humanos normales de compasión, solidaridad, apoyo mutuo… son expulsados. Es una sociedad tan terrible que no quiero ni saber quién viviría en ella, no la querría para mis hijos.

Si la sociedad se basa en el control ejercido por la riqueza privada reflejará los valores que, de hecho, refleja: El valor de la codicia y el deseo de potenciar el beneficio máximo a costa del prójimo. Una sociedad pequeña basada en ese principio es horrible pero puede sobrevivir; una sociedad global basada en eso se dirige a la destrucción en masa.

No creo que tengamos la inteligencia para diseñar en detalle cómo sería una sociedad perfectamente justa y libre. Lo que sí que creo es que podemos marcar algunas pautas y, lo que es más importante, preguntar cómo podemos avanzar en esa dirección.

Según John Dewey, destacado filósofo social del siglo XX, hasta que todas las instituciones, la producción, el comercio, los medios, estén sometidas al control de una democracia participativa, no tendremos una sociedad que funcione democráticamente. “La política será la sombra que proyecten las empresas sobre la sociedad”, afirmó.

Donde hay estructuras de autoridad, dominio y jerarquía (alguien da las órdenes y alguien las cumple) no se justifican solas. Deben justificarse, deben satisfacer una carga de prueba.

Si lo examinamos de cerca, por lo general no se pueden justificar. En tal caso, deberíamos disolverlas. Hay que ampliar el dominio de libertad y justicia disolviendo esa forma de autoridad ilegítima. De hecho, en el transcurso de los años, el progreso ha consistido en eso.

Las cosas cambian por el trabajo incesante de muchas personas. Trabajan en su comunidad, en su lugar de trabajo o dondequiera que estén, y construyen la base de los movimientos populares quienes van a realizar los cambios. De esa forma ha ocurrido todo siempre en la historia.

Por ejemplo, la libertad de expresión, uno de los verdaderos logros de la sociedad estadounidense, en eso es la primera del mundo. No está en la Carta de Derechos, no está en la Constitución, los casos de libertad de expresión empezaron a llegar al Tribunal Supremo a principios del siglo XX. Las principales aportaciones se hicieron en los años ’60, una muy destacada fue un caso del movimiento por los derechos civiles. Por entonces, había un movimiento popular masivo que exigía derechos y se negaba a retroceder y, en este contexto, el Tribunal Supremo estableció un criterio bastante alto de libertad de expresión.

O, por ejemplo, los derechos de las mujeres. Las mujeres empezaron a señalar estructuras opresivas, rechazaron aceptarlas y consiguieron el apoyo de otras personas. Así se ganan los derechos. Los activistas han creado los derechos de los que disfrutamos.

Existen enormes oportunidades. Vivimos en una sociedad muy libre, la más libre del mundo aún. El gobierno tiene una capacidad muy limitada de coacción. Las empresas pueden intentar coaccionar pero no disponen de los mecanismos. Por tanto, se puede hacer mucho si la gente se organiza y lucha por sus derechos como se ha hecho en el pasado, y pueden obtener muchas victorias.

Mi amigo durante muchos años, el difunto Howard Zinn dijo:

“Lo importante son hazañas de personas desconocidas que sientan las bases de los hechos que pasan a la historia. Ellas han hecho las cosas en el pasado y ellas las harán en el futuro.”

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Dani García
Cuaderno ideológico

Periodista/escritor. Pasé por la música, y siempre he observado de cerca la contracultura y los cambios sociales (¡ah! y el deporte americano). danigarcia.work