La moda militar: grotesca operación de lobotomía colectiva

Iván Ivánovich
Cuadernos improvisados
2 min readApr 20, 2017
Imágenes tomadas de catálogos de moda on-line, que, por obvios motivos, no voy a citar.

En los últimos días, casualmente, he coincidido en las calles de Madrid, y en el transporte público, con un fenómeno que me había pasado desapercibido. Varias personas, en lugares distintos y en horas distintas del día, llevaban prendas de aspecto militar.
Atraído por la curiosidad, busqué en google. Para mi sorpresa, pude comprobar que existe, al parecer, toda una nueva moda de pantalones fashion con estampado de camuflaje, “complementos femeninos” de diseño militar, camisetas con dibujos de inspiración marcial, chaquetas adornadas con galones.

Así se nos presenta esta moda militar: como algo cool, algo que mola; despojada de todo eco de la ciega obediencia debida que es propia del disciplinamiento militar, y despojada también de toda resonancia que pueda recordar al fuego de la artillería o al estallido del napalm; ungida con las bendiciones de un mundo frívolo, superficial, donde los cuerpos (especialmente los cuerpos femeninos) son expuestos como objetos de deseo, y, por supuesto, decididamente capitalista, en el que uno vale tanto como aquello que pueda comprar con su dinero.

Paradoja: que, si es que es cierto que a través de la vestimenta uno crea una imagen exterior de sí mismo, se decida crear esa imagen a partir de elementos basados en lo que, sin duda, podemos llamar la industria de la guerra.

Paradoja dentro de la paradoja: ello, en una España en la que todo lo que huele a ejército, huele aún a franquismo sociológico; una España que no ignora que las guerras sobre Irak y Afganistán, en las que participaron tropas españolas, no eran sino guerras por el pillaje de los recursos naturales (bajo pretexto de una lucha ficticia contra el terrorismo internacional y el “eje del mal”).

Y triple paradoja: la industria textil, esa que precisamente se deslocalizó a los países asiáticos para reducir los costes en salarios, es justo la industria que hace visible, de un solo vistazo, los desniveles de clase en los países occidentales en función de qué ropas (léase, qué marcas y qué tejidos) vista cada cual.

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