36 meses de una Reconciliación (II).

La Hojarasca cubana
El Cubano Libre
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5 min readDec 23, 2017

Por Asnay Rodríguez

En enero del presente año, y justo antes del cambio de mando, Barack Obama pondría fin a la injusta política de “pies secos, pies mojados”, que les daba beneficios a los cubanos por sobre otros migrantes, bajo el supuesto de que los emigrados cubanos son principalmente emigrados políticos. ¡Cuán injusta esa política! sobre todo, para los que conocemos del tema, lo hemos estudiado, y sabemos que, en primer lugar, Cuba no es el país más emisor de migrantes a EEUU, y en segundo, que las motivaciones para migrar son fundamentalmente económicas.

Foto tomada de Internet.

El magnate inmobiliario Donald Trump arribó a la Casa Blanca con pie izquierdo, centrado inicialmente en la construcción de un muro fronterizo entre EEUU y México, para finales de noviembre declaró públicamente que estaba “dispuesto a poner fin a las relaciones si Cuba no está dispuesta a hacer un mejor acuerdo más cercano a los intereses estadounidenses”. Recordé entonces, a aquel Obama, y me lamenté de haberlo criticado tanto, me acordé de aquel argot popular que dice “mejor malo conocido que bueno por conocer”, pero el daño ya estaba hecho, no hay vuelta atrás, y Cuba tendrá que sortear obstáculos difíciles los próximos cuatro años, pero lo lograremos, ¡como siempre!

En marzo, aparecerían como por arte de magia, un informe del Departamento de Estado que incluye a Cuba en su lista de “principales lugares para el blanqueo de dinero”.

Pero los cambios radicales vendrían con la primavera, y tendrían como antecesor inmediato las declaraciones del Secretario Adjunto de Estado para Latinoamérica, Francisco Palmieri, que afirmaría que la política hacia Cuba del presidente Trump tendrá “importantes diferencias respecto a la de Obama”, y que pondrá “mayor énfasis” en los derechos humanos. ¿Serán ellos los idóneos para hablar de derechos humanos? Realmente, ¿se preocupan por el pueblo cubano o buscan un motivo para implementar medidas drásticas con Cuba?, esas serían las cuestiones fundamentales del análisis que debe emprender cada uno de nosotros.

Por si te lo perdiste. 36 meses de una Reconciliación (I).

Foto tomada de Internet.

Aquel mes de junio me dio una gran alegría, por fin me hacía licenciada, pero a pocos días, esa alegría se vio dilapidada, en cierto lugar de Miami de cuyo nombre no quiero acordarme, cierto sujeto daba un discurso claramente anti-cubano, que echaría atrás los “avances” hechos por Obama, y que beneficiaría a unos pocos en perjuicio de más de once millones de habitantes. Prohibiría a las compañías estadounidenses hacer negocios con empresas cubanas y limitaría los viajes de sus ciudadanos, en un claro mensaje que dejó en evidencia quien es el que realmente viola los derechos humanos de sus ciudadanos.

La guerra mediática desatada por las grandes agencias de prensa, sentaría sus bases en un hecho insólito: ataques acústicos a diplomáticos estadounidenses radicados en Cuba. ¿Alguien se puso a pensar, antes de desatar la noticia, en las probabilidades reales de la ocurrencia de tales actos? Posiblemente nadie le dedicó tiempo de análisis científico al asunto, porque de haberlo hecho, se habría dado cuenta de que era absolutamente imposible. El objetivo: mostrar a Cuba como un país inseguro, incitar a disminuir el turismo, y tildar al gobierno cubano de irresponsable.

En medio de esta falacia, propia de una política de Guerra Fría, y que evidencia un re-congelamiento en las relaciones, el gobierno estadounidense anuncia la retirada de su personal diplomático en La Habana, y ordena la expulsión de los funcionarios cubanos en Washington, lo cual tendría consecuencias graves en las familias de ambos lados del Mar Caribe.

Una vez, más, las esperanzas de aquella abstención en la ONU se vieron frustradas, y llego Nikki Haley a señalar que “durante más de 55 años, el régimen cubano ha utilizado este debate en la Asamblea General para distraer la atención mundial de la destrucción que inflige a su pueblo”. ¿Acaso solamente Cuba utiliza ese espacio para denunciar el bloqueo? Porque hasta donde yo recuerde, todos los años, países, organizaciones gubernamentales, internacionales y otras se declaran abiertamente contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba, y más que demostradas están sus consecuencias dañinas al país.

En el marco del pasado 26 de noviembre, y en el contexto de un proceso electoral que evidencia un cambio trascendental en el orden político del país, la portavoz del Departamento de Estado norteamericana se atreve a clasificar las elecciones cubanas como “mito de democracia”, alegando que Cuba vende la imagen democrática. ¿Sabrá ella que democracia significa Poder Popular, y que la frase está implícita en cada una de las escalas de gobierno del país? ¿O será que ella quiere para Cuba la democracia occidental, aquella en que los partidos compiten por votos ofreciendo promesas como mercancías? A mí me perdonarán, pero yo no considero que eso sea lo ideal, aun cuando es válido reconocer que pueden establecerse un conjunto de modificaciones al sistema económico y sociopolítico existente en Cuba.

Han sido 36 meses de incertidumbre, y la situación, lejos de mejorar, evidencia un declive absoluto. Si bien, Cuba y EEUU nunca mantuvieron relaciones “normales”, la actual administración, con una política injerencista y de irrespeto a la Carta de las Naciones Unidas, evidencia una postura de línea dura, que apuesta por el recrudecimiento del bloqueo y por la asfixia económica al país. Habrá que ver que nos depara el 2018, pero sinceramente, y espero equivocarme, yo espero lo peor de aquel gobierno del norte.

Por nuestra parte seguiremos resistiendo, trabajando, construyendo la felicidad por nuestros propios esfuerzos, cambiando lo que deba ser cambiado pero por nosotros mismos, aportando a la salud mundial y contribuyendo, con nuestro a ejemplo, para demostrar que un mundo mejor es posible.

Niños cubanos. Foto tomada de Internet.
Asnay Rodríguez

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