¿Guajiros o war heroes? dicharachos cubanos.

La Hojarasca cubana
El Cubano Libre
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6 min readDec 12, 2017

Por Glenda Moreno

¿Se ha preguntado alguna vez cuál es el origen de algunas de las palabras que utiliza en su interacción diaria en la sociedad? Por ejemplo; se ha detenido a pensar sobre el significado de las palabras fufú, guajiro, fotingos, guataca o de algunas expresiones como: “la hora de los mameyes”, “ponerse las Botas”, etc.

Sin más preámbulo conozcamos algunas definiciones que conforman este protocolo de cubanismos del habla popular, expresiones actuales de identidad lingüística en medio de la cultura de resistencia que se precisa.

Fufú de plátano. Foto tomada de Internet.

Como buena cubana que soy conozco lo sabroso que es el fufú de plátano, cuenta la historia que durante la dominación inglesa en Cuba, después de la toma de La Habana, llegaron al país muchos esclavos, los cuales eran alimentados con el plátano hervido y machacado. Se cree que al repartir las raciones de este alimento los “negreros” ingleses acostumbraban a decir “food, food”, (¡comida, comida!); de ahí que éstos lo comenzaron a llamar como fufú. Este plato se conoce en algunos lugares del Caribe, como machuquillo, matajíbaro, mofongo o mangú.

Foto tomada de Internet

La era de los fotingos en Cuba. Se reporta que los primeros automóviles arribaron a Cuba en 1899 y eran de fabricación francesa pero cuando el modelo Ford llegó en 1908 al país, se hizo popular y los criollos comenzaron a usar la palabra ‘fotingo’ (cubanizando la frase ‘foot it’n go’) para designar al modelo ‘T’ de la Ford. También le llamaban ‘tres patás’ (embrague, freno y acelerador).

Campesinos en los campos de Cuba. Foto tomada de Internet

El origen de los guatacas. La azada (los cubanos le decimos guataca) es un instrumento de trabajo que se utiliza para limpiar la maleza de los jardines y cultivos. También llamamos guataca a las personas que adulan a los jefes o poderosos. Según refieren, el origen de esta palabra se remonta a los tiempos del presidente Machado, a quien denominaban como el egregio y le construían arcos triunfales a su paso. El caricaturista Ricardo de la Torriente comenzó a publicar unas caricaturas en las que aparecía Machado rodeado de un grupo de alabadores que provistos de azadas o guatacas, precedían al general limpiando la senda que este debía pisar. El pueblo empezó a llamar a estos aduladores ‘guatacas’.

Mambises cubanos. Foto tomada de Internet.

¿Por qué los cubanos les decimos a los campesinos guajiros? Cuentan que durante la guerra de independencia de 1895, en Cuba, el campesinado cubano se unió a las tropas libertadoras que comandaba el Generalísimo Máximo Gómez. La guerra del 95 ya casi estaba ganada por los mambises pero las tropas norteamericanas intervinieron en Cuba. Estos últimos le comenzaron a llamar a los luchadores cubanos War Heroes, que era decodificado por el oído cubano “guar-jiro”, por lo cual quedó perpetuado en la historia como guajiro.

Ómnibus (guaguas) en Cuba del ayer. Foto tomada de Internet.

La palabra guagua que para los cubanos significa ómnibus etc., viene del inglés Wa & Wa Co. Inc. (Washington, Walton, and Company Incorporated) que fue la primera fábrica estadounidense en exportar autobuses a la isla. El logo de Wa & Wa Co., Inc. era una liebre blanca, azul y roja, colores de la bandera norteamericana, y se localizaba en el frente, fondo y costados de todos sus autobuses.

Toma de la Habana por los ingleses. Foto tomada de Internet.

La hora de los mameyes. Esta frase se originó durante la toma de La Habana por los ingleses. Durante ese episodio los cubanos, que tenemos como costumbre burlarnos de todo, denominaron a los soldados ingleses como mameyes, por el color del uniforme que vestían: chaqueta roja-mamey y pantalón negro. En aquella época La Habana estaba rodeada por una muralla que la protegía de corsarios y piratas. Cada noche, a las nueve, se disparaba un cañonazo desde la fortaleza del Morro para avisar que las puertas de la muralla se cerrarían hasta el amanecer. Y como a esa hora los odiosos ‘mameyes’ se hacían más visibles patrullando las calles, los habaneros bautizaron a las nueve de la noche como “la hora de los mameyes”.

Foto tomada de Internet.

Ponerse las Botas. Hubo un tiempo en el que el calzado era signo distintivo de la clase social a la que pertenecía el individuo. De manera que, mientras las botas eran de uso privativo de los caballeros ricos y poderosos, el zapato bajo estaba reservado al pueblo llano. De ahí nació la expresión ponerse las botas, utilizada para poner de manifiesto el progreso de quien, por virtud de un golpe de fortuna, accedía al uso de las botas. Por supuesto, ese progreso sólo podía verificarse en un integrante de la clase baja ya que los nobles siempre habían usado botas.

Estos y otros aforismos forman parte del entramado lingüístico cubano que se forjó y cocinó a la par de la formación cultural y consolidación de la identidad del criollo.

Fernando Ortiz. Foto tomada de Internet.

Así lo corroboró el destacado investigador cubano Don Fernando Ortiz, cuando definió que: “Cuba es un ajiaco… El ajiaco fue el guiso de los indios taínos, como de todos los pueblos primitivos cuando, al pasar de la economía meramente extractiva y nómada a la economía sedentaria y agrícola, aprendieron a cocer los alimentos en cazuelas al fuego… A la cazuela iba todo lo comestible. La imagen del ajiaco criollo nos simboliza bien la formación del pueblo cubano. Con los blancos de Europa, llegaron los negros de África y estos nos aportaron guineas, plátanos y ñames y su técnica cocinera. Y luego los asiáticos con sus misteriosas especies del Oriente; y los franceses con su ponderación de sabores que amortiguó la causticidad del pimiento salvaje; y los angloamericanos con sus mecánicas domésticas que simplificaron la cocina… Con todo ello se ha hecho nuestro ajiaco nacional.”

En el lenguaje popular y los cubanismos han sido abordados por diversos investigadores a lo largo de la historia de la isla, dentro de los más destacados podemos mencionar a José María Peñalver[1], don Esteban Pichardo[2], José García de Arboleya, Antonio Bachiller y Morales, Félix Ramos y Duarte, Juan Manuel Dihigo, Fernando Ortiz, Juan Marinello y Constantino Suárez, entre muchos otros.

En nuestro país los hablantes apelan a la diversidad en la usanza del lenguaje, todo depende de la ocasión ya sea el entorno familiar, amistoso, laboral y académico, así como el área geográfica que ocupe.

[1] Fraile nacido en La Habana, reconocido por su interés en la elaboración de un trabajo lexicográfico cubano en 1795.

[2] Abogado de profesión y lingüista por vocación, fue el encargado de asumir la labor de lexicógrafo y crear una obra trascendente.

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