2018: Centenario Bernstein. Una celebración

Así celebró la Orquesta Nacional de España el centenario del nacimiento de Leonard Bernstein bajo la dirección de Juanjo Mena

Mirian Arbalejo («Missingduke»)
Cuepoint en español
7 min readApr 23, 2018

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Leonard Bernstein fotografiado por Jack Mitchell

Hemos viajado 100 años al pasado, a ese 25 de agosto en que Jennie Bernstein rompía aguas en casa de su madre. También hemos sido testigos lejanos de la infancia del pequeño Lenny, con su determinación y aquel talento innato.

Y conocemos muchas de las razones por las que celebrar el centenario del nacimiento de esta febril figura humana y musical, con sus peculiaridades, contradicciones y logros desemejantes tan valiosos.

Por todo ello, lo justo es hacer una pausa esencial y traer a Leonard Bersntein a nuestro escenario, a nuestro tiempo, y ver hasta qué punto sigue siendo el suyo. Para ello qué mejor cita que el concierto de la serie Descubre de la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE), un evento no sólo musical sino especialmente divulgativo donde tienen cabida invitados de todas las edades y gustos musicales. Un encuentro imprescidible en la celebración del centenario Bernstein: Descubre… ‘West Side Story’ de Bernstein.

El programa consistió en dos piezas para orquesta sinfónica, muy diferentes en naturaleza, propósito y fecha de composición. La primera (y más moderna, de 1980), Divertimento para orquesta, fue compuesta por Bernstein para celebrar el centenario de la Orquesta Sinfónica de Boston, y jugó (como ya hicieran otros músicos como Dimitri Shostakovich) con la nomenclatura de las notas en las partituras anglosajonas para crear la melodía (B y C en inglés, correspondiendo a Boston Centenary). Tras ella, las Danzas Sinfónicas de ‘West Side Story’.

Pero antes de la fiesta musical, prestemos atención a la presentación de la Dra. Sofía Martínez Villar en este Descubre, pues realizará un ejercicio de auténtica divulgación.

Divulgación es una de esas pocas palabras etimológicamente resistentes a los siglos pues sigue significando exactamente lo mismo (divulgātio): divulgar, hacer público, hacer que corra a través del pueblo.

En la época de la información instantánea y la apatía ante la confirmación de las fuentes, la divulgación es un ejercicio de extrema importancia que debemos cuidar y fomentar meticulosamente.

Y conseguir la atención de niños y adultos desde las butacas del Auditorio Nacional de Música no es una respuesta gratuita. Porque sí, la convivencia de la teoría musical y la referencia a Los Simpson (cantad y atad cabos) supone un recordatorio ante la atemporalidad y logra, por tanto, que quien escucha se deshaga del erróneo lastre que pudiera traer si considera que lo que no coincide en tu tiempo biográfico es catalogado como antiguo.

Quien firma este texto no pudo sino sentir extremo regocijo ante las numerosas alusiones al jazz en esta presentación divulgativa, por eso desde aquí agradezco de nuevo las declaraciones en exclusiva para IT DON’T MEAN A THING de Sofía Martínez Villar respecto a la influencia del jazz en Leonard Bernstein:

«Bernstein al igual que otros compositores que él admiraba como Gershwin y Kurt Weill se sintieron atraídos por la música de su tiempo. No por la música “folklórica” (que es lo que habían hecho otros compositores en otras épocas) sino por la nueva música de su tiempo. En música hay experimentaciones de autores que meten el ruido en las salas sinfónicas como Varesse y también estos otros que meten la música de la calle en las salas sinfónicas.

Berstein tenía un grupito de Jazz con el que improvisaba y pasaba el rato además de sacarse unos dinerillos en celebraciones y también tenía la oportunidad de asistir a las mejores salas de Jazz de Boston, Nueva York, Chicago, Michigan… en la época hay intérpretes de Jazz que habían tenido una formación académica como pianistas clásicos y llevan esa técnica al Jazz de modo que no es de extrañar que hubiera compositores académicos que hicieran el camino inverso como el caso de Bernstein. Lo interesante es cómo combina las técnicas más jazzísticas (combinaciones instrumentales, ruedas de acordes, estructuras de 12 compases) con un lenguaje armónico y orquestal académico como hace en las dos obras que se explicaron en Descubre

Y era inevitable realizar cierta pregunta. No porque importe, sino porque es la excusa para la respuesta; lo que llevamos desentrañando y la razón de este texto: por qué celebrar a Bernstein en el siglo XXI:

«En cuanto a por qué debemos celebrar la música de Bernstein, en mi opinión es precisamente por esto y porque su experiencia como director de orquesta le lleva a componer obras con un conocimiento muy extenso de cómo funciona una orquesta. Eso le da una experiencia estupenda para equilibrar el volumen instrumental, para conocer las posibilidades técnicas y expresivas de cada uno de los instrumentos e incluso para jugar con la expectativa del público como hizo en sus sinfonías o en su concierto para violín. Además, su vertiente como teórico le hacía conocer muy bien la Historia de la música, los grandes hitos de la composición y también la importancia de divulgar el significado de las obras, de este modo sus obras están llenas no solo de buen contenido musical sino también de significado (como homenajear a Beethoven, Tchaikovsky… o meter una Samba para simbolizar algo).

Era un tipo muy polifacético y perfeccionista y además un vividor, de modo que esa alegría y esa forma de vivir sin buscar el drama sino lo positivo de las cosas también es algo para celebrar ya que en la historia de la música hay pocos compositores así. La mayoría tienen vidas muy dramáticas detrás de ellos y esto rompe un poco el estigma de que cuanto más sufre uno mejor creador es».

Ya estamos enfocados. La orquesta ha ido poniéndonos la miel en los labios y necesitamos devorar ya las composiciones de Bernstein. Solo nos queda saludar a los niños que no se encuentran entre el público, sino en la actividad Pintasonic, junto con algunos músicos de la orquesta. Hoy, claro está, se han dividido en dos grupos: los tiburones y los veloces (Sharks y Jets) nos dedican a través de la pantalla su coreografía a grito de ¡Mambo!

El Divertimento para Orquesta es 33 años más moderno que la segunda obra del programa. No es musicalmente tan terminante como otras obras de Bernstein pero es significativa puesto que en ocho breve movimientos expresará mucho de lo que fue su compositor, incluyendo su experiencia como divulgador y director de orquesta: el uso del leit motiv referido anteriormente, la comodidad musical en diversos géneros… No es la primera vez que recordamos en esta publicación que la fusión no es un concepto contemporáneo, y estas dos obras de Bernstein son buen ejemplo de ello.

En este divertimento reconoceremos la samba y especialmente un blues expresado en inequívoco lenguaje del swing. Para llevar a cabo esta festiva expresión, la Orquesta Nacional de España recurrió a un despliegue de percusión nada habitual; una impresionante base rítmica apoyada en 8 contrabajos (vamos reconociendo más y más elementos del jazz). En cuanto a los instrumentos de viento es destacable su número (casi una treintena) pero, sobre todo, el uso de sordinas con que el oyente de jazz está tan familiarizado.

Es importante incidir en el hecho de que (ya en materia con las Danzas Sinfónicas de ‘West Side Story’) la dirección y ejecución de la obra requiere una comprensión y expresión musicales que sobrepasa la dinámica avezada de una orquesta sinfónica, pues exige utilizar también el lenguaje de big band y orquesta latina, con el reto de dominar y comunicar formas tan diversas de hacer música.

Directores estrella de fabulosas orquestas lo han intentado previamente con dudoso éxito, por ello es mandatorio resaltar la dirección de Juanjo Mena, motor inequívoco del espíritu de Bernstein, y la motivación de la ONE. No muy a menudo se puede ser testigo de tantos músicos abrazándose al final de un concierto.

Decía Cifu algo así como que en el swing el ritmo no responde al golpe marcado, sino al golpe sentido. El swing no es recurrir al fortissimo o tener delante una partitura firmada por un jazzman. No, el swing es una forma de expresión musical que no puede aparentarse.

Una de las pruebas de fuego fue el VII movimiento de las danzas sinfónicas: Cool Fuge, donde encontramos sonidos que nos llevan a Terry Gibbs; su instrumento será protagónico, al igual que el uso jazzístico de la batería y las sordinas, que alcanzan ese sonido jungle que Bernstein tomó de Ellington. Presenciamos una explosión de un swing orquestal muy avanzado que domina el jazz contemporáneo (sin olvidar el uso de los chasquidos, incluido en la partitura, reflejo de los directos de la música de naturaleza improvisatoria).

Con todo esto no es de extrañar que al abandonar la butaca nos uniéramos a niños y adultos silbando melodías de Bernstein. Y tampoco lo es que muchos otros (todo sea dicho, adultos en su mayoría) lo hicieran llorando: hay que tener en cuenta que la adaptación que hizo para sus danzas sinfónicas de temas como «Somewhere» resultan ciertamente sobrecogedoras; si a esto se le añade el soporte visual correspondiente a las escenas del filme de Robert Wise y la atención en los detalles explicados previamente por Martínez Villar, es más que comprensible que el hecho artístico encontrara su diana: emocionar.

Os dejo con Bernstein digiendo sus Danzas Sinfónicas de West Side Story en 1985

© del texto (excepto citas, que correponden a quien se acredita): Mirian Arbalejo

Publicado originalmente por Mirian Arbalejo en www.missingduke.com

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Mirian Arbalejo («Missingduke»)
Cuepoint en español

Escribo. Jazz Critic. Jazz Popularizer. Classical Philologist. Dave Liebman said my work is ‘really great, top level’, so I burned my C.V. www.missingduke.com