Crónica: ‘Bird Calls’. Rudresh Mahanthappa Quintet
Lugar: Festival de Jazz de Madrid. Auditorio del Centro Cultural Conde Duque. Madrid
Fecha: 17 de noviembre de 2016. 19:30 horas. Aforo completo
Bird Calls: Rudresh Mahanthappa, saxo alto; Adam O’Farrill, trompeta; Joshua White, piano; Francois Moutin, contrabajo; Rudy Royston, batería
Bird Calls es más que una llamada a hacer presente la música de Charlie Parker (de ahí lo de «Bird», claro). Tampoco supone sólo una llamada a nuestra atención sobre el sonido único de Rudresh Mahanthappa. No. Es una llamada a la magia, a un escenario único en el que ocurre lo imposible porque hay cinco músicos que pueden crear más allá de ellos mismos.
Esta capacidad de improvisación y de figurar es una de las pistas de que nos encontramos ante el mejor jazz. Y la intención es utilizar figurar en el sentido etimológico de la palabra. Fingo, en su origen latino, se refería a modelar materiales y objetos como la cera o el barro con la finalidad de crear, para, más tarde, evolucionar hacia el concepto de modelar la mente: componiendo, imaginando o figurando.
El quinteto nos mostró ambas facetas, pues los instrumentos se modelaron a gusto del músico, de modo que el saxo alto de Mahanthappa se convirtió en tantos otros como necesitara para recrear las llamadas a oriente, traspasar el lenguaje bebop o hacer un guiño al manouche. Pero si algo se conquistó fue el torno de la imaginación musical y de la belleza.
Valga como ejemplo el tándem «Bird Calls #2» y «Chillin’», donde el trabajo de Mahanthappa al saxo y de O’Farrill a la trompeta, pese a la brisa melódica del «Relaxin’ At Camarillo» de Parker y algún inevitable fotograma de la pareja musical que formó junto a Gillespie, fueron un solo viento cuando se quiso y un caleidoscopio de sonidos y emociones en su juego de fraseos, cantos, cánones, mantras y, cómo no, trinos de éstos y otros tiempos; de éstas y otras tierras.
El fascinante y sólido ensamblaje de la sección rítmica potenció en segundo plano y habló con la misma autoridad cuando volvió a ser quinteto.
Mención especial requieren los solos de cada uno de estos músicos; todos ellos trascendieron límites de género y técnica: desde el piano personal de Joshua White, capaz de hacer recordar a un tiempo a Roll Morton y a Schönberg con éxito y sentido por muy bipolar o inverosímil que esto parezca, hasta el contrabajo de Francois Moutin, que se expresa como le viene en gana porque puede hacerlo, ya sea en clave de rock o en el lenguaje más clasicista: todo funciona, todo tiene un sentido en este quinteto capaz de desestructurar y reexponer temas mientras cambian cuanto quieren de ritmo con la mayor naturalidad y eficiencia.
«On The Dl» y «Man, Thanks For Coming» desataron una suerte de mad-bop, mientras que Rudresh Mahanthappa eligió una interpretación algo más melódica que la registrada en el álbum en Sure, Why Not? y en el hermoso y envolvente «Talin is Thinking» (tema dedicado a su hijo a partir de la esencia de «Parker’s Mood»), donde se consuma el ideal del sonido.
Si Bird Calls fue elegido como uno de los discos favoritos de 2015 en esta bitácora, la experiencia de este hecho artístico comprende sin duda uno de los inolvidables de 2016.
Las capacidades, posibilidades y realidades en torno al concierto que ofreció este quinteto definen con certeza no sólo el buen jazz, sino sobre todo —gracias a ese pasaporte con sellos de diversos colores, texturas e ideas— la buena música y el acto dramático en su universalidad; esto es: lo imprevisible, lo que busca, y crea, y cree, y figura y se figura, y muestra su proceder para alcanzar la excelencia.
©Texto: Mirian Arbalejo
@ Fotografías: Álvaro López del Cerro/Madrid Destino
Publicado originalmente por Mirian Arbalejo en missingduke.blogspot.com.