Lyle Lovett y Vince Gill: A través del ‘country’, el humor divide

El humor en el ‘country’ puede servir para conectar las audiencias urbanas con la música, o no.

Cuepoint en español
Cuepoint en español

--

Por Barry Mazor. Traducido por Daniel Arbelo.

Los auténticos fans de la música country de todo el mundo lamentan la pérdida, a principios de este mes, de Little Jimmie Dickens, abanderado e imagen pública de la Grand Ole Opry desde hace muchos años. A sus 94 años, el amado «pequeño pero ruidoso» cantante de honky tonk seguía organizando y haciendo monólogos en los espectáculos de la Opry, cantando canciones tal y como hacía cuando su amigo Hank Williams escribía los números para él a finales de los 40. Era un conmovedor cantante de baladas que, sin embargo, fue más conocido por sus innovadores éxitos como «Out Behind the Barn» y «May the Bird of Paradise Fly Up Your Nose». Éste último tema consiguió impulsarlo al show de Dick Clark TV en 1965, pero la pura verdad era que, su humor, tanto cantado como hablado, tan astuto y cercano a lo obsceno como era, venía de la cultura country, para la audiencia country, y él se quedó en los límites y formato del género, divirtiendo felizmente a los fans durante casi 75 años.

Bobby Bare, Little Jimmie Dickens en los últimos años

Sin embargo algunos de los éxitos de Jimmie Dickens han aparecido en listas del tipo «Veinte títulos estúpidos de canciones country que no te creerías», que suelen aparecer en páginas de humor, pensando que la idea era ingeniosa e inteligente, ignorando felizmente que esos títulos de los que se burlaron (a menudo, canciones que nunca habían escuchado) fueron escritas con intención cómica desde el principio. No había nada estúpido en «Drop Kick Me Jesus» de Paul Craft, como cantó el siempre en la onda, Bobby Bare, o «You Can’t Rollerskate in a Buffalo Herd» de Roger Miller, aun así, también aparecen en algunas de esas listas, al igual que una amplia colección de títulos de las listas de country de hoy. La pregunta es, ¿quién es el paleto cuando se burlan tan descaradamente del otro?

Intérpretes con su ingenioso humor pueblerino burlándose de sí mismos, han usado a menudo ese gancho para llegar a las audiencias más alejadas del propio country. Esto a veces funciona. Apariciones regulares de Dolly Parton con Johnny Carson, por ejemplo, estaban hechas a conciencia con conocimiento previo de que la audiencia del late night TV daría por hecho que ella era una chica inocente, o quizás no. Apariciones más recientes en Nashville y en el programa radio digital de Elizabeth Cook y en el show de Letterman han ido encaminados más o menos de la misma forma.

Dolly habla con Carson, Elizabeth Cook con Letterman

La línea que separa la incomprensión mutua entre campo/ciudad, puede ser enorme —incluso en lugares pequeños—. En marzo de 1973, Gram Parsons fue fichado para el Manhattan’s uber-urban Max’s Kansas City, con su nueva banda de acompañamiento: the Fallen Angels, incluyendo a un desconocido Emmylou Harris, que continuaba su misión de traer una combinación del country sureño y soul a los fans del rock por todo el mundo. Cuarenta personas, como mucho, aparecieron para el espectáculo. Cuántos de ellos fueron a ver esta banda de country, y cuántos de ellos pertenecían a la audiencia regular de polimorfos, perversos, roqueros glam de los Warhol-Velvets, no estaba claro.

Tal y como se recoge en los documentos del evento, cuando Parsons comenzó con la introducción de una balada con un estilo típico del country: «Nos gustaría tocar una canción ahora, que está dedicada a todos los miembros de la audiencia», se pudo escuchar con desdén el «¡Uh!» que se obtuvo como respuesta. A lo que Gram respondió, «Esperen hasta escuchar lo que es; podría ser “Wreck on the Highway!”», y lo dice bastante satisfecho de sí mismo por salir adelante con esa respuesta cómica. Pero la duda queda en el aire: ¿Cuántos de los que mostraron su desprecio por su muestra de sentimientos entendieron su referencia a la tétrica bronca de Roy Acuff en 1942 acerca de conducir borracho? ¿Cuántos lo entendieron cómo un título de canción simplemente? ¿Cómo de satisfecho debería haber estado con la broma si se coló entre la audiencia sin que se notase?

A finales de este mes, entre el 27 y 30 de enero, Vince Gill y Lyle Lovett, amigos por más de treinta años y ambos artistas ampliamente apreciados y de gran reconocimiento, con su atrevido ingenio, recorrerán juntos, por primera vez, tocando en clubes en Glenside PA, Englewood NJ, Norfolk VA y North Charleston SC. La comedia ha tenido efectos notablemente diferentes en sus carreras —para Gill, contribuyendo a su larga trayectoria como el amable y bromista anfitrión de los Premios CMA, y para su eventual ingreso en el Country Music Hall of Fame; y el franco y poco convencional country de Lovett para los formatos establecidos del Adult Alternative, Americana, y de Hollywood—. Hace poco hablé con los dos sobre estas giras.

Lovett, a menudo comparado más con Randy Newman que con Little Jimmie Dickens, se dio a conocer como un excéntrico atractivo en un acto country. Un compositor que se sorprendió al encontrarse, de la nada, con un contrato de representación y pasó a colaborar con gente de la talla de el jazz man Clifford Brown, «The Blues Walk», en sus casi inclasificables grabaciones «Large Band». Sin embargo, no se recuerda tan bien como él consiguió colocar catorce sencillos country en las listas de singles entre 1986–1997, aunque fuese en las posiciones más bajas de la las listas.

«Pasé de ser un “cantante de folk”, alguien que no podía permitirse una banda y tocaba una guitarra acústica», rememora Lyle, «a todo un chico del country, pero con el pelo raro, porque los discos fueron lanzados en Nashville. Estoy abriendo shows para los Judds y Reba McIntyre y Merle Haggard. Los espectadores fueron... educados. Toda mi experiencia en la música country se resume en uno de mis primeros shows con Reba, donde amablemente, al final de su espectáculo, ella me pidió unirme a ella en el escenario para firmar autógrafos para la gente que había comprado sus 8x10s, posters y cosas. Yo no tengo ningún tipo de objeto promocional, así que me senté a su lado y ella firmaba algo y me lo pasaba a mí, y yo lo firmaba también. Finalmente, después de que una docena de personas hubiese pasado, una señora muy agradable, a la que Reba firmó un poster, me dice “Disculpa; ¿te importaría firmar éste por detrás?” Y lo hice, y le dije a Reba, “Gracias, pero me voy a ir”».

Por Houston, donde Lyle creció, las bandas de honky tonk se formaban para
mantener a la gente bailando, no para que la gente participara en el pataleo, y, sin duda, sin dar explicaciones o componer para otros. Aunque él pudiese perfectamente preparar una explicación como un cantante de folk, él no tenía la intención de hacer eso al estilo del country, incluso con sus frescas y reveladoras reinterpretaciones de canciones de otra gente, desde «Stand By Your Man» hasta «Brown-Eyed Handsome Man». Las canciones más atrevidas que cantó y escribió en sus años como artista del country, que eran tremendamente divertidas y conmovedoras al mismo tiempo, estaban obligadas a ser consideradas tan raras como su altísimo pelo por muchos.«Fat Babies Have No Pride», o «Church», en la que una gran paloma blanca aterriza en el alféizar de una iglesia y es atrapada por una congregación hambrienta que, en lugar de tomarla como un símbolo divino, coge la gallina para un estofado; no es exactamente una canción para el Top Ten de las listas del country. Su «She’s Leaving Me Because She Really Wants To» evita cualquier excusa para una ruptura usada en las canciones country, o en cualquier canción, que para el caso, se suele usar. Podría haber funcionado como la última canción country.

«Yo nunca, jamás me propuse burlarme del country», dice. «¡Cuando escribo una canción que suena a country, realmente estoy tratando de escribir una canción country! Siempre traté de ser yo mismo, apoyado por Tony Brown y toda la agrupación de la MCA en Nashville, pero incluso desde el principio se dieron cuenta de que mi público no era sólo el del country, así que ellos trataron de hacer llegar mi música a otras personas, también, con la ayuda de la MCA en Los Ángeles. Después del tercer álbum, Tony me dijo: “¿Por qué no sales ahí y hablas con ellos y descubres si te gusta?”. Nunca me disuadieron para que dejase de hacer las cosas que hice. Ellos simplemente me cambiaron».

Lyle, por supuesto, acabaría encontrando un público en la tierra de los cantautores de Americana, Texas, y él está de acuerdo en que, en cierta medida, su ingenio y comentarios secos se lo puso más fácil para que la audiencia de Texas aceptase su country: «Sí; les dio una excusa. Puedo apreciar eso. Esto les dio algo de lo que sospechar, ¡que había algo que yo podría decir que se saldría de lo normal!»

Con toda su astucia en su arsenal, Lovett ve probable que acabe jugando el papel de introductor cómico para Vince Gill, cuyo rápido ingenio se encuentra centrado en los comentarios entre canciones. Los temas de Gill son más propensos a ser desamores del estilo honky tonk como «When I Call Your Name», o su versión fascinante de la clásica «A Six Pack to Go», que interpreta junto a los Time Jumpers, una banda de swing occidental de hoy. Él, sin embargo, junto con su compañero Rodney Crowell, llevaron a cabo a la memorable pero menos conmovedora «It’s Hard to Kiss the Lips at Night That Chew Your Ass Out All Day Long».

Los temas de Vince Gill son de desamores al estilo honky tonk

Algunos aspectos de la vida de Gill le han hecho ganar tanto buena voluntad como variedad cómica: sus grandes contribuciones cívicas y a la industria musical, y su muestra constante de que él es simplemente un hombre de pie, dando la cara por la libertad de expresión de las Dixie Chicks y la demostración de su habilidad para la música cuando era difícil en algunos sectores de Nashville, plantando cara contra los grupos protestantes homófobos de Westboro, dando charlas para aprender a perdonar. Él no tiene ninguna necesidad de autocensurarse.

«Creo que es lo correcto», Vince estuvo de acuerdo, en otra conversación. «Aunque de vez en cuando, y por desgracia, soy el tipo que dice lo que todos los demás están pensando, ¡pero no lo digo! Sé que puedo decir y hacer mucho más de lo que la mayoría de personas pueden, sólo por lo que he sido, y lo mismo ocurre con Jimmie Dickens. La belleza de su humor, para mí, es que siempre estaba orientada hacia él mismo. Eso te da la libertad para pasarte un poco de la raya, porque no hay mala intención. Si estoy riéndome de mi mismo, ¿cómo te iba a ofender?»

Si la voz de Gill es lo que le convirtió en una estrella del country, y su destreza con la guitarra lo que lo hizo ser el chico del country obligatorio de ver en los festivales similares a los Crossroads de Eric Clapton, fue su espontaneidad, su ingenio autocrítico lo que le hizo ser elegido como anfitrión de los Premios CMA doce veces —burlándose de sus coros de tenores con «suenan como una chica», o al presentarse a si mismo hace unas semanas, a punto de cantar a dúo con el cantante de soul Sam Moore, como «una suave sombra de Dave».

Lovett y Gill, tanto el uno como el otro, pueden anticipar el ingenio improvisado durante su gira, de esos que, como subraya Vince, no puede ser ni planeado ni forzado: «Nunca pensé que podría sentarme y escribir algo que fuera divertido», dice, «ya sea escribiendo una canción o entreteniendo a una multitud. El humor normalmente viene a mí sobre la marcha, por el mismo ambiente en el que me encuentro. Después de unos años cambiaron los escritores en los Premios CMA, y estaba ese chico nuevo tratando de escribir improvisaciones. Y yo le dije: “Hombre, eso no se puede escribir; es algo que tiene que suceder”».

La autorrevelación espontánea siempre ha funcionado como entretenimiento para el público del country, que incluso en esta, extremadamente estudiada y ensayada, era del discurso correcto, a menudo responden mejor ante un error honestamente admitido con calma, para mostrar así signos de humanidad —y ​​también una buena broma—. Los artistas del country que pueden ir un paso más allá, mostrando, a su manera, la alegría espontánea de un músico de jazz en un solo, pueden cruzar la vieja línea que separa la comedia «country/urban».

Barry Mazor es el autor de Ralph Peer and the Making of Popular Roots Music y Meeting Jimmie Rodgers, y es un colaborador habitual del
Wall Street Journal.

Si te ha gustado lo que acabas de leer, por favor, haz clic en el corazón para que este artículo llegue a todos tus seguidores.

¡No pierdas el ritmo! Cuepoint en español también en Twitter y Facebook.

--

--