La mentalidad maker

por Dale Dougherty

Franco Grassano
Cultura del hacer

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Si nuestra interacción con el mundo
en el que vivimos nos inspira a crear,
entonces somos makers.

El Movimiento Maker sigue creciendo. Podemos notarlo en la proliferación de comunidades de makers en línea, así como también en la multiplicación de los espacios de trabajo makers, llamados makerspaces, y la propagación de las Maker Faires o Ferias Maker por todo el mundo. Al Movimiento Maker lo incentiva la introducción de nuevas tecnologías, como las impresoras 3D y el microcontrolador Arduino; las nuevas oportunidades que ofrecen las herramientas para el prototipado rápido y la fabricación personal; la posibilidad de conseguir fácilmente partes y productos comprándolos por internet; y el aumento de la participación de todo tipo de personas con todo tipo de aptitudes en comunidades interconectadas, así como también en espacios físicos que convocan a aquellos que comparten objetivos en común.

Origen

Sin embargo, el origen del Movimiento Maker se encuentra en algo bastante personal: lo que me animo a llamar “juego experimental”. Cuando empecé la revista Make, reconocí que los makers eran entusiastas que jugaban con la tecnología para aprender de ella. Una nueva tecnología presenta una invitación para jugar, y los makers encuentran este tipo de juego terriblemente gratificante. Los makers prueban, experimentan, desarman las cosas, y tratan de hacer cosas que ni siquiera el fabricante habría pensado. Ya sea buscando qué puede hacerse con una impresora 3D o con un vehículo aéreo no tripulado (drone), los makers exploran éstos objetos mientras van aprendiendo. A partir de ese proceso es que emergen nuevas ideas que podrían llevar a implementaciones en el mundo real o mismo a nuevos emprendimientos. Hacer es una fuente de innovación.

Expansión

Aunque la tecnología ha sido la chispa del Movimiento Maker, este se ha convertido en un movimiento social que incluye todo tipo de haceres y todo tipo de hacedores, tanto conectándose con el pasado como cambiando la forma en que miramos al futuro. De hecho, el Movimiento Maker parece ser una renovación de algunos valores culturales profundamente arraigados en nuestra historia y cultura: el reconocimiento de que lo que hacemos es lo que nos define.

Tal como Frank Bidart escribió en su poema Advice to the players (“Consejo para los jugadores”):

“Somos criaturas que necesitan hacer.”

En su conjunto, los makers están buscando una alternativa a ser considerados consumidores, rechazando la idea de que uno es definido por lo que compra. Por su lado, los makers son conscientes de lo que pueden hacer y lo que pueden aprender a hacer. Al igual que los artistas, los motivan sus propias metas y no alguna recompensa extrínseca. Los inspira el trabajo de otros. Y más importante aún, no esperan a que llegue el futuro para crear y hacer. Sienten la urgencia de hacer en el momento — o perder la oportunidad de hacer por completo.

Aunque el hacer alguna vez fue uno de los principales atributos del estadounidense de clase media, hoy ya no es más su actividad principal o aspiración. Hoy el hacer, a pesar de que vive en los márgenes de la sociedad, está prosperando. Los makers tienden a verse a sí mismos como forasteros -tal como algunos artistas y escritores- que no siguen los caminos tradicionales. Crean sus propios caminos, que es lo que las personas creativas e innovadoras hacen. Sencillamente, necesitamos alentar a más jóvenes a que exploren, creen, descubran y hagan su propio camino.

Educación

El mayor desafío y mayor oportunidad para el Movimiento Maker es transformar la educación. Mi esperanza es que los agentes de cambio sean los mismos estudiantes. Cada vez más, la tecnología le ha dado a los estudiantes mayor control sobre sus vidas, e incluso el celular más simple puede cambiar la sensación de autonomía de una persona. Los estudiantes están buscando dirigir sus propias vidas educativas, procurando comprometerse con experiencias creativas y estimulantes. Muchos entienden la diferencia entre la agonía de la educación formal y el placer del verdadero aprendizaje. Desafortunadamente son forzados a buscar oportunidades fuera de la escuela para expresarse y demostrar lo que ellos pueden hacer.

La educación formal se ha vuelto un negocio tan serio, definiendo al éxito según la capacidad para el pensamiento abstracto y las evaluaciones de alta exigencia, que se eliminó el tiempo y el contexto para jugar. Si jugar es lo que los estudiantes hacen fuera del colegio, entonces ahí es donde el verdadero aprendizaje tomará lugar y ahí es donde la innovación y la creatividad serán encontradas.

El sistema académico rígido está desaprovechando a todos los estudiantes, aunque una elite de unos pocos pareciera prosperar de acuerdo a los estándares académicos. Sin embargo, hay un creciente escepticismo de que incluso aquellos que tienen éxito académico no son los pensadores y hacedores creativos e innovadores que necesitamos.

“La educación es el sistema que se supone desarrolle nuestras habilidades naturales y nos permita andar nuestro camino en el mundo. En lugar de esto, está sofocando los talentos individuales y las habilidades de muchos estudiantes, y esfumando su motivación por aprender”
— Sir Ken Robinson, The Element.

El juego, los makerspaces, la incentivación

El libro del Dr. Stuart Brown, Play: How It Shapes the Brain, Opens the Imagination, and Invigorates the Soul cuenta la historia de cómo el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL) se dio cuenta de que aunque estaban contratando a los mejores y más brillantes graduados, estaban contratando al tipo equivocado de personas.

Algo había cambiado en el tipo de personas que iban a trabajar al JPL:

Los directores del JPL comenzaron a revisar el perfil de sus propios ingenieros retirados y… encontraron que en su juventud, sus antiguos empleados resolvedores de problemas, habían desarmado relojes para ver cómo funcionaban, o hecho autos de carrera de cartón, o construido estéreos de alta fidelidad, o arreglado electrodomésticos. Los jóvenes graduados de la escuela de ingeniería que también habían hecho estas cosas, que habían jugado con sus manos, eran hábiles para resolver la clase de problemas que el JPL necesitaba.

En cambio, aquellos que no lo habían hecho, generalmente no eran grandes resolvedores de problemas. A partir de ese momento, el JPL le pregunta a los aspirantes sobre “proyectos y juegos juveniles” como parte estándar de sus entrevistas. A través de su investigación, los directores del JPL descubrieron que en el juego hay cierto tipo de magia.

Debemos intentar traer esta especie de magia a los colegios, por más difícil que sea. Me he estado enfocando en la importancia de crear un espacio donde los chicos tengan la oportunidad de hacer — un lugar donde algunas herramientas, materiales, y suficiente experiencia puedan encaminarlos. Estos lugares, llamados makerspaces, comparten algunos aspectos con las clases de manualidades, las clases de economía de hogar, las clases de arte, y el laboratorio de ciencias. De hecho, un makerspace es una mezcla de diferentes espacios que permite a los makers y sus proyectos integrar todos estos diferentes tipos de habilidades.

Mentalidad maker

Podemos crear un lugar de trabajo o makerspace, y podemos adquirir herramientas y materiales, pero no tendremos éxito en crear pensadores y hacedores innovadores a menos que seamos capaces de promover una mentalidad maker.

Carol Dweck, una profesora de psicología en Stanford, escribió un libro llamado Mindset (“Mentalidad”) que distingue entre la mentalidad fija y la mentalidad del crecimiento. Las personas con una mentalidad fija tienden a creer que sus capacidades están dadas, como si estas habilidades estuvieran fuera de su control. Las personas con una mentalidad de crecimiento tienden a creer que las capacidades pueden ser desarrolladas, mejoradas y expandidas. Una mentalidad de crecimiento tolera el riesgo y el fracaso, mientras que una mentalidad fija evita el riesgo y su acompañante frustración. Es obvio cuál de las mentalidades ayuda a alguien a adaptarse y contribuir en un mundo que está en constante cambio. Dweck señala que muchos de los que tienen éxito académico poseen mentalidades fijas, lo que los limita a explorar solo las áreas en las que les dijeron que eran buenos. A la inversa, muchos de los que no les va bien en el colegio tomaron muy seriamente el juicio de los demás sobre su habilidad en materias como matemática o ciencias. En ambos casos, tales limitadas perspectivas de sí mismos son contraproducentes y pueden impedir que las personas exploren nuevas áreas y desarrollen capacidades que desconocían. Hacer se trata de desarrollar el potencial propio completo.

Gráfico: Nigel Holmes

La mentalidad del desarrollo que propone Dweck aplica muy bien a la mentalidad maker, que implica una actitud dinámica que puede resumirse en “¿Qué puedo hacer con lo que sé?” Es una invitación a tomar las ideas y transformarlas en todo tipo de realidades. Es el proceso de iteración sobre un proyecto para mejorarlo. Es una oportunidad de participar en comunidades de makers de todas las edades compartiendo tu trabajo y experiencia. El hacer puede ser una experiencia social absorbente, construida alrededor de las relaciones interpersonales.

Promover la mentalidad maker a través de la educación es un proyecto fundamentalmente humano, que apoya el crecimiento y desarrollo de otra persona, no solo físicamente sino también mental y emocionalmente. El aprendizaje debería enfocarse integralmente en la persona en tanto cualquier emprendimiento verdaderamente creativo requiere todo de nosotros y no solo de una parte. Debería estar enraizado también en el tipo de experiencias donde se comparten conocimientos y habilidades que los humanos hacen mejor cara a cara.

Uno podría temer con buenas razones que el hacer será reducido a otro acercamiento fallido a la reforma educativa. Podría describirse como un “aprendizaje basado en proyectos” o “aprendizaje manos a la obra” pero hacer proyectos o trabajar con las manos es sólo la apariencia superficial del hacer, no lo que es. En su libro sobre educación, To Understand Is to Invent, Jean Piaget escribe que los educadores deberían “guiar al niño para que construya por si mismo las herramientas que lo transformarán desde el interior — esto es en un sentido real y no meramente superficial.” Es la diferencia entre un niño a quien se dirige para que realice una tarea y uno que se auto dirige para descubrir qué hacer. Ese tipo de transformación, ese tipo de cambio personal y social, es de lo que se trata el hacer.

Ideas para promover el movimiento

Aquí hay algunas ideas para acercar al movimiento maker a la educación:

  • Crear un contexto que desarrolle la mentalidad maker, una mentalidad de crecimiento que anime a los estudiantes a creer que pueden aprender a hacer cualquier cosa.
  • Construir un nuevo cuerpo de prácticas para la enseñanza del hacer y reunir un conjunto de practicantes
  • Diseñar y desarrollar makerspaces en una variedad de contextos comunitarios que sirvan a un diverso grupo de aprendices que no siempre compartan los mismos recursos.
  • Identificar, desarrollar y compartir un amplio marco de proyectos y kits, basados en un amplio rango de herramientas y materiales que conecten con los intereses de los estudiantes dentro y fuera del colegio.
  • Diseñar y alojar plataformas sociales en línea para la colaboración entre estudiantes, maestros y la comunidad.
  • Desarrollar programas especialmente para gente joven que les permita tomar un papel protagónico en la proliferación de makers en las escuelas, en actividades extracurriculares, en campamentos de verano y en otros entornos comunitarios.
  • Crear un contexto comunitario para la exhibición y curación de trabajos estudiantiles en relación con todos los makers y el hacer, de tal modo que se creen nuevas oportunidades para que más personas participen
  • Permitir a individuos y grupos construir un registro de participación en la comunidad maker, que podría resultar útil para su desarrollo académico y profesional como así también apoyar la creciente noción de desarrollo personal del estudiante.
  • Desarrollar contextos educacionales que vinculen la práctica del hacer con la teoría y los conceptos formales, apoyar el descubrimiento y la exploración introduciendo herramientas avanzadas para diseñar y nuevas formas de pensar sobre el hacer (en la práctica esto significaría desarrollar guías para maestros, mentores y otros líderes); y
  • Desarrollar en todos los estudiantes su total capacidad, creatividad y confianza para convertirse en agentes de cambio en sus vidas y en sus comunidades.

En resumen, podemos pensar en organizar este trabajo en términos de lugares, proyectos y prácticas. La Iniciativa Educativa Maker, una organización sin fines de lucro lanzada a comienzos de 2012, fue fundada para trabajar en muchas de las ideas anteriores. Su misión es crear más oportunidades para que los jóvenes hagan y, mientras hacen, se sientan más seguros de si mismos, desarrollen su creatividad y despierten su interés por la ciencia, la tecnología. la ingeniería, las matemáticas, el arte y el aprendizaje como un todo. Una de las maneras en que la Iniciativa Educativa Maker abordará esto es trabajando para ayudar a las organizaciones existentes, como bibliotecas, a que construyan su capacidad para involucrar y desarrollar a pequeños makers. Fortalecer a los makers de todas las edades para que jueguen un rol activo en la introducción de estudiantes y educadores a la cultura del hacer será un componente clave en estos esfuerzos.

Finalmente, me gustaría compartir una cita de John Boyd, que da en la clave de por qué el hacer es la puerta para entender por qué la ciencia y la tecnología importan. Boyd escribió (Osinga, 2007) que:

“La meta de la educación es hacer evidente cómo la ciencia, la ingeniería, y la tecnología influencian nuestra habilidad para interactuar y afrontar
una realidad siempre cambiante de la que somos parte,
en la que vivimos y de la que nos nutrimos”

El tipo de cambio que buscamos en la educación es parte de los cambios que estamos viendo a nuestro alrededor, el tipo de cambio que buscamos en nosotros mismos. Si esas interacciones con el mundo en el que vivimos nos inspiran a crear, entonces somos makers.

Referencias

  1. Brown, Stuart, M.D., with Christopher Vaughan. (2009). Play: How it shapes the brain, opens the imagination, and invigorates the soul. New York: Penguin Group.
  2. Dweck, Carol S., Ph.D. (2006). Mindset: The new psychology of success. New York: Random House. Piaget, Jean. (1973). To understand is to invent: The future of education. New York: Grossman Publishers.
  3. Osinga, Frans P. B. (2007). Science, strategy and war: The strategic theory of John Boyd. New York: Routledge, p. 220.

Esta es una traducción libre del texto “The Maker Mindset”, por Dale Dougherty, realizada por Ailén Salamone, Franco Grassano y Valentín Muro.

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