Violencia sexual: afrontar el miedo y el rechazo

Luego de 20 años de matrimonio feliz, la vida de Pascaline se desmoronó a raíz de un crimen del cual fue víctima.

« Estaba abrumada. No podía entender por qué me estaba pasando esto. Hasta mi esposo me echó de casa. ¿Se dan cuenta qué terrible es?»

Pascaline, una mujer alegre de unos cuarenta años, llevaba productos de su aldea al mercado en un pueblo cercano todas las semanas; luego, regresaba con arroz, aceite y sal para vender en su aldea. Gracias al éxito comercial de Pascaline, a su familia no le faltaba nada y podía enviar a sus tres hijos a la escuela.

Una tarde, Pascaline y algunas otras mujeres de su aldea se habían retrasado al salir del mercado para volver a su casa. Todavía estaban en el camino de regreso cuando se hizo de noche.

« El camino estaba desierto. Un grupo de hombres armados se nos acercó. Nos dijeron que nos sentáramos en el piso. Tomaron nuestro dinero y nuestras pertenencias. Luego nos violaron.»

Cuando Pascaline llegó a su casa la mañana siguiente, su esposo le preguntó dónde había pasado la noche. “Intenté explicarle lo que había sucedido, pero él no quería escuchar. Me dijo que debía irme, que no quería volver a verme.”

Jacques, su esposo, explicó que cuando supo lo que había pasado, se sintió débil. Pensaba que le era imposible seguir viviendo con su esposa porque él iba a morir de “enfermedades desconocidas” (la manera en que los pobladores locales se refieren al VIH).

“Cuando una mujer es rechazada por su familia, viene a mi casa”, explica Charlotte, voluntaria de la comunidad. “Se queda a pasar la noche y me cuenta lo que le pasó. Por la mañana, voy a ver a sus familiares para hacerles entender que ella necesita tratamiento y que no existen razones para echarla de casa. Acompaño a la víctima al centro de salud y a la casa de escucha. Luego, la llevo a su casa.”

Jacques, el esposo de Pascaline, recuerda que estaba muy enojado cuando Charlotte fue a su casa. “Le estaba diciendo a mi esposa que regresara a casa de sus padres. Charlotte me persuadió para que no lo hiciera, que durmiéramos en habitaciones diferentes y me prometió que vendría al día siguiente para llevar a mi esposa al hospital.”

Cuando Pascaline se repuso, Charlotte regresó y le dijo a Jacques que no debía destruir su matrimonio, porque lo que había sucedido era una desgracia, entre tantas otras. A pesar de los temores de Jacques, Charlotte logró convencerlo. “Mi esposa y yo siempre nos llevamos tan bien: tomamos decisiones juntos y hacemos cosas juntos. Además, tenemos hijos: ¿quién los cuidaría?”

El cambio de actitudes y comportamiento es un proceso largo y difícil. Las campañas de sensibilización y el trabajo de los voluntarios comunitarios realmente generan un cambio; en las aldeas donde se llevó a cabo la campaña, disminuyó la cantidad de mujeres rechazadas por sus familiares. Sin embargo, los voluntarios y respetados líderes de la comunidad que apoyan las campañas a veces también son ignorados. Los familiares de Jacques interrumpieron todo el contacto con él y su esposa. “Me dijeron que si no los escuchaba, tendría que dejar la casa y la tierra”, dijo Jacques con un gesto.

Pascaline dice que las dos familias no han vuelto a hablar desde entonces.

“ Para ellos ya no soy una mujer. Soy una prostituta que se acuesta con hombres desconocidos al costado del camino. Deberían enviarme de regreso con mis padres.” 

Ahora, la pareja vive día a día. Ya no tienen la parcela de tierra ni el dinero para sostener el negocio de Pascaline. Trabajan en los campos de otras personas por 2.000 francos congoleños por día, apenas suficiente para alimentar a sus hijos.

“El problema ahora es que no tenemos dinero para pagar la escuela de nuestros hijos”. Hoy uno de ellos tuvo que dejar la clase porque no habíamos pagado”, dice Pascaline.

En cuanto a Jacques, está triste porque no tiene dinero para la renovación de una casa pequeña que el Mwami, el líder tradicional, les dio. “Ni siquiera tenemos dinero para reparar el techo y protegernos de la lluvia.”

A pesar de sus problemas, Charlotte cree en el futuro de la pareja: “Veo que estas dos personas se llevan bien, van a solucionar las cosas y, como familia, seguirán adelante”.