A puerta cerrada

Javier Martín G.
Días de cuarentena
3 min readMar 31, 2020

Aunque sospecho que ya me tiene por imposible, mi novia todavía se sorprende cada vez que utilizo acontecimientos deportivos como asidero para rememorar mi pasado. Si me acuerdo de que pasé medio verano de 2012 con conjuntivitis es porque coincidió con la celebración de los Juegos Olímpicos de Londres. Sé que una noche de julio de 1998 estaba en lo más alto de la Alpujarra porque vi la semifinal Holanda — Brasil en la televisión de un camping de Trevélez. Recuerdo que vi a REM en directo en mayo de 2005 ya que por culpa de Michael Stipe me perdí la final de Champions entre Liverpool y Milan (el taxista me contó la remontada de vuelta a casa). Y así con todo.

No sé cómo recordaremos en el futuro estos días en que nuestra vida está en un extraño limbo, pero por primera vez nos encontramos vacíos de referencias. Ahora el deporte está en cuarentena y solo vemos reposiciones de partidos antiguos, recordando cuándo, dónde y con quién vimos esa final de Copa o aquella etapa del Tour. El mundo se desmorona y nosotros escuchamos a Pedro Barthe quejarse de los árbitros.

Hace justo un mes estaba de turismo por Castilla la Mancha, aprovechando el puente de Andalucía. Ahora miro las fotos de las lagunas de Ruidera o los selfies en la plaza mayor de Almagro y me parecen imágenes de hace años. Repasando la galería del móvil aparece la nostalgia, pero también un breve amago de remordimiento: ¿cómo podíamos ser tan felices, tan inconscientes, cuando estábamos a las puertas del desastre? Han pasado 30 días y parece que fue en otra vida.

Yo no hago ronda telefónica como Pérez Reverte, pero tengo tuiter. “Todavía recuerdo el impacto por la suspensión de las Fallas y ahora me parece una anécdota”, me apunta Rafa Lahuerta. Hace poco más de dos semanas discutíamos si se debían jugar los partidos a puerta cerrada y ahora somos nosotros los que vivimos a puerta cerrada. Casi nadie habla ya de recuperar eventos aplazados porque la realidad atropella cualquier iniciativa voluntarista. Leo que el Primavera Sound anuncia que la edición de este año se posterga hasta el mes de agosto y pienso que ojalá.

“Nuestros conciudadanos no eran más culpables que otros, se olvidaban de ser modestos, eso es todo, y pensaban que todavía todo era posible para ellos, lo cual daba por supuesto que las plagas eran imposibles. Continuaban haciendo negocios, planeando viajes y teniendo opiniones. ¿Cómo hubieran podido pensar en la peste, que suprime el porvenir, los desplazamientos y las discusiones? Se creían libres y nadie será libre mientras haya plagas”. En La Peste, Albert Camus nos da pistas sobre por qué hemos llegado hasta aquí.

En el futuro se estudiará cómo fue posible que cada país, uno tras otro, repitiera los mismos errores. Un par de días antes de que todo estallara, un médico muy activo en las redes llamaba pollanovirus al COVID-19, denunciaba el alarmismo de los medios y afirmaba que el sistema sanitario de los países golpeados por el virus era “una mierda”, y que aquí nunca podría pasar eso. Es el mismo que se ha hecho famoso estos días por señalar culpables políticos, abroncar a la población y protestar con vehemencia.

Nos creíamos libres y ahora están en suspenso el provenir, los desplazamientos y las discusiones. Aquí los únicos que lo vieron venir fueron Iker Jiménez y Fran Rivera. Es todo muy raro.

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