Todas las canciones hablan de la pandemia

Javier Martín G.
Días de cuarentena
4 min readMay 13, 2020

El pasado 13 de marzo, la banda Carolina Durante anunció en un tuit que no iba a hacer una canción sobre el coronavirus. Era el día dos antes del confinamiento y la crisis estaba estallando en esos momentos. El mensaje sigue hoy fijado en la parte superior de su perfil. Lo que el grupo no desvelaba es que no necesitaba escribir esa canción porque ya la había escrito. “Lo dicen en los telediarios, lo dice el hombre del tiempo, se viene la hostia del año como no nos estemos quietos”. Estos versos pertenecen aEl año’, tema incluido en el disco de debut que editaron los madrileños el año pasado por estas fechas. Tan visionaria que asusta.

Cuando estamos un poco sensibles, por la razón que sea, todas las canciones hablan de nosotros. Suele suceder especialmente con el desamor, el más universal de los temas tratados por la música popular. “¿Me dio por escuchar música porque estaba triste o estaba triste porque escuchaba música?”, se preguntaba Nick Hornby en su popular novela de culto Alta fidelidad. Ahora las canciones nos cuentan nuestra vida reciente. Hablan del confinamiento, de la epidemia, de la ilusión por volver a llenar las calles y las incertidumbres ante ese futuro que llaman nueva normalidad.

Durante los dos meses de cuarentena, cuando me cansaba de mirar por el ventanal, me asomaba a la pantalla del ordenador para ver el mundo a través de cámaras repartidas por lugares emblemáticos de todo el planeta. Resultaba sobrecogedor ver la Puerta del Sol totalmente vacía en pleno viernes santo, Manhattan con muy poco tráfico a media mañana o la Fontana de Trevi sin un alma. Cuando contemos esto a las generaciones futuras, va a ser difícil que nos crean. Por otro lado, será buena señal si no nos creen. “Gente realmente asustada, nadie sale de su casa, un planeta lleno de fantasmas”. Tarde o temprano, siempre aparecen Los Planetas. “Mucha gente se pregunta si lo que está viendo es sólo un sueño”.

Todas las canciones hablan de la cuarentena.

La cámaras ya no arrojan imágenes de plazas desiertas e ilusiona ver cómo las calles empiezan a recuperar algo parecido a la normalidad, pero la esperanza choca con la cautela en una mezcla de sensaciones encontradas. Aún tenemos que andar de puntillas para no despertar a la bestia adormecida, y así será hasta que aparezca la ansiada vacuna. La Vanguardia habla de más de cien proyectos en desarrollo: “Igual que el viaje a la luna en los años 60, conseguir vacunas contra el virus de la Covid se ha convertido en una carrera. Es también un reto científico y tecnológico sin precedentes para conseguir algo que nunca se ha hecho antes. Y es un proyecto que afecta a toda la humanidad”. Leo estas frases y en mi mente suena ‘Race for the prize, de Flaming Lips: “Two scientists are racing for the good of all mankind. Both of them side-by-side, so determined”.

Todas las canciones hablan del coronavirus.

Este nuevo mundo origina situaciones extrañas. Hace un par de días me encontré con un amigo justo al llegar al supermercado. Nos saludamos a metro y medio de distancia, nos preguntamos qué tal todo y seguimos nuestro camino por los pasillos con una sensación incómoda. Hemos mantenido el contacto durante estos dos meses, pero el encuentro mascarilla a mascarilla nos cogió desprevenidos. Parecíamos dos antiguos enamorados que se encuentran por sorpresa y no saben muy bien qué decirse porque lo que en el fondo están deseando es echarse a los brazos del otro. La situación fue tan rara que al llegar a casa nos llamamos por teléfono y estuvimos un rato hablando, relajados al fin. “Y entre nosotros, un muro de metracrilato”, anunciaba Kiko Veneno.

Todas las canciones hablan de la distancia social.

El futuro inmediato va a necesitar mucha paciencia, empatía, imaginación y responsabilidad. La vida encerrados era una mierda, pero era sencilla. Había poco margen para el error. Con la desescalada toman protagonismo la responsabilidad y las decisiones individuales, no siempre fáciles. Habrá que acostumbrarse a establecer algunas rutinas nuevas y a reforzar las ya aprendidas durante estos últimos tiempos. Como pasa con los mandamientos de la ley de dios, todas las recomendaciones para la nueva normalidad se resumen en dos: higiene extrema y distancia social. La primera requiere costumbre y fuerza de voluntad, pero para cumplir la segunda hace falta un esfuerzo para el que no sé si estamos preparados. “No tocarte, pasar todo el día junto a ti, no voy a tocarte, es mejor así”, cantaba Radio Futura allá por los años 80.

Todas las canciones hablan de nosotros.

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