Diseñar también el residuo

Reciclar lo que descartamos está bien, pero necesitamos correr la mirada y hacer visible también los procesos de diseño y producción previos que traen los objetos a nuestras manos.

Dafna Nudelman
Dafna Nudelman | Portfolio de notas

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El reciclaje y los residuos, ya hace unos años que empezaron a estar en boca de todos, y se habla mucho de la importancia y la necesidad de que todos como usuarios, empecemos a reducir el consumo, reutilizar lo más que se pueda y separar en nuestras casas lo reciclable si es que definitivamente lo tenemos que descartar.

Hasta acá pareciera que el eslabón protagonista para reducir los residuos somos los consumidores, y que está en nosotros disminuir el impacto de nuestras acciones…

Pero lo cierto es que el proceso de consumo y descarte se inicia mucho más atrás, y es importante correr la mirada y hacer visible también los procesos de diseño y producción que traen los objetos a nuestras manos.

Son los diseñadores y los creadores de cada objeto que usamos, los que determinan el impacto y los residuos que se generan. La moda y la obsolescencia programada nos generan esa sensación de necesitar cambiar un objeto que compramos hace poco y ya no funciona, o se ve más viejo que el nuevo que acaba de salir, y eso está diseñado.

El BUEN Diseño es durable

A principios del siglo XX, antes del boom del plástico, el paradigma era muy diferente: los diseñadores se esforzaban en hacer diseños simples que perduren en el tiempo, y ambientalmente amigables. Dieter Rams en los ‘70’s ya empezó a hablar de diseño sustentable y lo especificó en sus 10 mandamientos del Buen Diseño: El buen diseño es durable.

“Evita seguir las tendencias, y nunca estará ‘pasado de moda’. A diferencia del diseño de moda, un objeto de buen diseño debe durar muchos años — aún en nuestra sociedad acostumbrada al descarte”.

Los diseños de Rams son honestos, durables, útiles, ambientalmente responsables, innovadores, estéticos, entendibles, no intrusivos y pensados al detalle. Serie de posters »

Él, y otros diseñadores de la Bauhaus y Ulm, escuelas que formaron el diseño como disciplina, se preocupaban por utilizar materiales duraderos, y diseñar formas prácticas y eficientes que optimicen la producción, el almacenamiento y hasta la limpieza de los objetos. Muchos objetos de esa época tienen estéticas sumamente atemporales, que hoy, más de 90 años después, todavía se sienten modernos y a la moda, tanto que nos parece difícil de creer que se diseñaron en 1920!.

¿Quién se atrevería a decir que estos objetos, diseñados antes de 1950, no son dignos de cualquier hogar moderno en 2016?

Hoy el panorama es muy diferente, y con la proliferación de nuevas tecnologías que facilitan la fabricación masiva en diferentes escalas y la globalización, los límites técnicos desaparecen y el diseñador no necesita, y/o no se interesa en evaluar tantas variables.

Ya sea que estemos hablando de un auto, una silla, el menú de un restaurant, una revista, un pantalón o un teléfono, los residuos que genera un objeto a lo largo de su vida útil, se determinan en el momento de su proyección, cuando es simplemente un boceto en un papel.

Está en manos del diseñador definir las variables de su producción, distribución, consumo y disposición, para reducir al mínimo posible el descarte y el impacto, así como define variables morfológicas o económicas: ¿El molde que diseñé permite optimizar el uso del material o entre pieza y pieza quedan espacios sin usar?, ¿Estoy usando materiales de origen renovable o no?, ¿Puedo producir lo mismo con materiales recuperados y reciclados?, ¿Puedo reducir al mínimo el packaging y que lo poco que use sea reciclable?, ¿A la hora de transportarlos cómo puedo ordenarlos para aprovechar al máximo cada viaje?, ¿El usuario va a poder usarlo por muchos años?, ¿Es fácil de lavar?

Todas estas decisiones inciden directamente en la huella de residuos del producto, y son factores claves para diferenciar un buen producto de diseño y sustentable.

“La función ‘sentarse’ requiere la versión 2.0 o posterior” — Obsolescencia programada, definición gráfica.

Hace ya varias décadas que el mercado maneja una lógica diferente a la que enseñaron en Bauhaus. El documental español Comprar, Tirar, Comprar (entero en YouTube) explica muy bien los procesos y los motivos por los que hoy, a la hora de pensar un producto, se diseña para que dure poco, y termine siendo descartado y reemplazado por uno nuevo.

Si la obsolescencia programada es un invento del mercado, qué pasó en la enseñanza académica que se contagió también de esas ideas y terminó descartando sus enseñanzas fundacionales. Y si ahora estamos viviendo una transición hacia un nuevo paradigma, más consciente de los límites planetarios y la necesidad de actuar sosteniblemente ¿Cómo podríamos combatir estas viejas ideas desde la enseñanza del diseño?

Sería necesario que la formación académica retome los conceptos de Rams, que se estudian pero no se aplican. Hoy en día son pocas las directrices profesionales establecidas que insisten en incorporar estas variables al concepto del buen diseño, y finalmente estas decisiones se dejan a criterio de cada diseñador, quien debe lidiar con otros actores del proceso productivo, que (por ahora) tampoco se preocupan de pensar estrategias para reducir los residuos.

El ámbito académico debería formar profesionales responsables y conscientes del impacto que conllevan sus diseños desde lo ambiental en todo el ciclo de vida del producto, desde el momento de su producción, hasta su descarte.

La facultad no es un ente aislado de la sociedad, y al mismo tiempo que forma profesionales idóneos en una materia, debe formar ciudadanos responsables. Al diseñador no puede serle indiferente el manejo de los recursos, y es obligación de las autoridades académicas, brindar planes de estudio que hagan énfasis en alternativas y soluciones para las problemáticas sociales actuales, como es el manejo de residuos.

Podemos estar seguros de que es cuestión de tiempo para que estos conceptos se incorporen progresivamente, pero mientras llega el día, seamos nosotros parte de la masa crítica que revisa, reprueba y rediseña los diseños actuales para que generen la menor cantidad de residuos en todo su ciclo de vida.

Originalmente publicado en Diario La Razón | Septiembre 2015

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