Datos de feminicidio, trabajo emocional y autocuidado

Catherine D'Ignazio (she/ella)
Data + Feminism Lab, MIT
5 min readJul 18, 2023

Por Helena Suárez Val, Angeles Martinez Cuba, Catherine D’Ignazio y diseño por Melissa Q. Teng.

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Contribuyen al feminicidio el silencio social, la desatención, la idea de que hay problemas más urgentes y la vergüenza y el enojo que no conminan a transformar las cosas sino a disminuir el hecho y demostrar que no son tantas “las muertas”. (Lagarde y de los Ríos)

La violencia de género contra las mujeres y su desenlace letal, el feminicidio, son un flagelo en todo el mundo y han sido una preocupación histórica del movimiento feminista. Sin embargo, el progreso en la lucha contra esta violencia sigue siendo dolorosamente lento, incluso en la producción de datos que ayuden a comprender su escala y características. A pesar de que muchos gobiernos han tipificado el feminicidio en sus leyes y que la ONU ha llamado a establecer observatorios de feminicidio en cada país, los datos oficiales a menudo están ausentes, son incompletos, de difícil acceso, se actualizan con poca frecuencia y generalmente son cuestionados.

Producir datos sobre feminicidio ha sido históricamente una táctica importante desde el feminismo para visibilizar la violencia de género y para llamar la atención sobre la falta de información de fuentes oficiales. Frente a estos “datos faltantes”, activistas de datos, defensoras de los derechos humanos y grupos de la sociedad civil cubren la brecha rastreando casos de feminicidio en los medios y cruzando información con fuentes oficiales y extraoficiales, para generar “contradatos” (D’Ignazio y Klein). Estos esfuerzos constituyen una apropiación desobediente de los métodos y tecnologías para la producción de datos (Suárez Val), poniéndo los datos al servicio de la justicia social en lugar del control y la vigilancia . Nuestro proyecto de investigación-acción, Datos Contra el Feminicidio, ha catalogado más de 150 iniciativas que registran asesinatos y muertes violentas por razones de género y hemos entrevistado a 30 grupos o mujeres individuales que trabajan en las Américas (ver mapa).

Proyectos de datos de feminicidio entrevistados. Mapa por Angeles Martinez Cuba.

María Puig de la Bellacasa dice, con relación a la producción de conocimiento, que “cuidar” implica simultáneamente trabajo de mantenimiento cotidiano, compromiso ético-político y reconstrucción afectiva de la relación con nuestros objetos de estudio. En esta línea, consideramos que hacer datos de feminicidio es una labor de cuidado, con su consecuente carga emocional. Mantener una base de datos involucra muchas horas semanales de leer historias de violencia e ingresar cada detalle de los casos. Las activistas describen los reportajes que deben escrutar como sensacionalistas, irresponsables, revictimizantes, discriminatorios (especialmente para personas trans o travesti y mujeres racializadas), deshumanizantes y estigmatizantes. Aún así, persisten en llevar a cabo esta labor, no solo para “contabilizar” los feminicidios, sino también para sostener la memoria y dar testimonio. En este blog, mostramos cómo las activistas navegan la carga emocional de producir datos de feminicidio compartiendo sus palabras.

Debido a la íntima cercanía con la violencia que implica la producción de contradatos, ésta genera un evidente desgaste emocional y, en algunos casos, trauma secundario en las activistas. Dicho impacto afecta el flujo de trabajo y pone en riesgo la continuidad de los proyectos por la inherente necesidad de tomar pausas, establecer límites, o reducir la periodicidad con la que se rastrean y registran los casos. En nuestras conversaciones, muchas activistas han hecho hincapié en las diferentes tácticas de autocuidado y cuidado colectivo que han desarrollado para enfrentar estos desafíos. Este autocuidado -como dijo Audre Lorde y recoge Sara Ahmed — no es autocomplacencia, sino autopreservación y esto es un acto de guerra político.

Tácticas de autocuidado y cuidado colectivo para trabajar con datos de feminicidio.

Tácticas de autocuidado y cuidado colectivo

Algunas tácticas se enfocan en el mantenimiento cotidiano (figura 1) mediante ajustes al flujo de trabajo. Tomar pausas o establecer límites en el registro de casos es una de las medidas más mencionadas por las activistas, ello permite que cada una establezca su propio ritmo de trabajo: parar o reanudar cuando sea emocionalmente conveniente. Algunas activistas limitan la frecuencia con la que cargan los datos porque les afecta emocionalmente y no pueden hacer este tipo de trabajo mucho tiempo durante el día porque, como dijeron las integrantes del proyecto Ahora que sí nos ven, “te quema la cabeza”. También la posibilidad de automatizar algunos aspectos surge como una opción para reducir el trabajo emocional. Otras activistas ponen su foco en el placer de generar nuevos aprendizajes al mejorar algunos aspectos técnicos del registro de los datos.

Figura 1. Mantenimiento cotidiano

Otras tácticas están más ligadas a cómo las activistas gestionan la relación afectiva (figura 2) que construyen con los datos de feminicidio. Al elegir cuando distanciarse de algunos aspectos de la violencia o evitar el registro de algunos campos (ej., causa de muerte o tipo de arma), las activistas reducen el impacto emocional debido a que procesan menos información. En contraste, algunas activistas canalizan la rabia producto de la lectura violenta hacia la producción de mejores contradatos y acciones concretas. Muchas activistas también han expresado que su compromiso sobrepasa el trauma emocional secundario, sirviendo como fuerza motora para la continuidad de la producción de contradatos.

Figura 2. Gestionar la relación afectiva

Finalmente, otras tácticas están relacionadas con la práctica ético-política del feminismo (figura 3). Quienes trabajan colectivamente verifican el estado emocional entre compañeras o establecen espacios de contención emocional donde cada una pueda desfogar la carga fuerte que conlleva hacer el trabajo. Las activistas individuales también recurren a instancias colectivas para sanar, por ejemplo mediante intercambios en redes sociales o apps. Finalmente, otros grupos, como la Red Feminista Antimilitarista, mencionaron cómo celebran colectivamente la belleza de hacer comunidad feminista, para “no solamente pensar en la muerte sino también construir colectivamente”.

Figura 3. Prácticas feministas de cuidado

Sobre Datos Contra el Feminicidio

Este trabajo es parte de un proyecto de investigación-acción participativa feminista Sur-Norte, que se llama Datos Contra el Feminicidio. Para saber más sobre este trabajo y participar en la comunidad, visita http://datoscontrafeminicidio.net/.

Agradecimientos

Gracias a Melissa Q. Teng por su diseño que acompaña este blog. Puedes aprender sobre su trabajo a https://mqqt.co y seguirla en Twitter e Instagram como @mqqt_. Este artículo se publicó originalmente en Backchannels, el blog de la Sociedad de Estudios Sociales de la Ciencia (4S).

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Catherine D'Ignazio (she/ella)
Data + Feminism Lab, MIT

Associate Prof of Urban Science and Planning, Dept of Urban Studies and Planning. Director, Data + Feminism Lab @ MIT.