La Casa Del Bosque

Catalina Quiroga
De Color
Published in
3 min readMar 12, 2019

Existe un pequeña casa de colores ubicada en el centro de un inmenso bosque que adorna el lado norte de una ciudad. Tantos son sus colores, que pareciera como si hubiesen pensado con detalle cada uno de ellos para que combinara con los tonos verdes que la rodea. Viéndola desde arriba, se precisa como un pequeño punto multicolor que duró un tiempo sin brillar como el sol.

Tan pequeña y natural, no pareciera tener mucho que brindar, pero más allá de sus puertas, paredes y ventanas, la casa del bosque es mágica y solo algunos hasta ahora la conocen.

Un día las hermanas Alicia y Camila, aburridas de los parques hechos con tubos y metal decidieron esa tarde ir a caminar. El sendero enganchaba sus pasos a través del silencio, el viento y su canto. Sin darse cuenta, olvidando la hora y el sol, entraron al denso bosque sin distinguir la dirección.

Nunca antes, ni en compañía de sus padres estas dos hermanas habían ido a aquel lugar. El camino poco iluminado se hacía desconocido e inquietante. Sin embargo, el miedo no creció, se cogieron de gancho y avanzaron con largo paso.

A lo lejos observaron un camino degrade y brillante. Aquella casa las atraía con sus colores y magia. Las hermanas sintieron alivio, corrieron ese último tramo, tocaron la puerta, no escucharon nada, no había nadie en ella. Entraron, se quitaron los zapatos y descansaron.

Preguntándose por cómo regresarían y la segura preocupación de sus padres por encontrarlas, de repente, empezaron a escuchar una melodía olvidada, unas voces que cantaban. Miraron a todos lados, parecía todo muy extraño. Camila agarró a su hermana por el brazo, mientras Alicia tarareaba sin pensarlo aquella extraña canción pues la conocía, pero no recordaba de dónde ni cuándo.

En ese momento, las paredes empezaron a brillar, muchas luces parecían saltar, el cielo de aquel lugar se abrió en una lluvia de burbujas que caían sobre ellas, eran doradas, azules y plateadas.

Sorprendidas y encantadas, Alicia y Camila empezaron a bailar aquella canción, de pronto en medio del son, Alicia la reconoció, -“esa es la que nos cantaba papá” y Camila con sus ojos bien abiertos respondió -“es la que bailaba mamá”-. Acogidas por el ritmo y la fascinación, entendieron que las voces del principio eran las de sus padres cuando eran niños, ellos que con sus amigos jugaban en aquel bosque, encontraron en su tiempo la magia de aquella casa. Ahora, fue su turno de revivir la memoria de juegos e historias y de este lugar que ya no era secreto, sino más bien, la casa de infancia hecha con magia.

Se terminó la canción, se miraron las dos, salieron de nuevo, el camino ahora tenía más brillo, llegaron a casa y nadie dijo nada.

El tiempo es aliado del juego y el canto. Seguían cantando aquella canción con la misma magia de aquella casa, sus padres la escucharon y entonces recordaron su infancia.

Amigos desde que eran niños, junto con otros niñitos visitaban aquella casa, y entonces su visita no pasó inadvertida, toda la ciudad supo de su travesía.

Lo más importante, la magia seguía viva, la casa adornada de colores y el denso bosque donde ya nadie entraba recobró vida, cuando vio a todos volver a ella con alegría.

Cantaron y bailaron aquella maravillosa y cierta canción “por más que crezcas y adulto seas, no dejes de alimentar tu imaginación, no dejes perder el niño que aún vive en tu interior”.

Finalmente, despertando de la rutina, aquella ciudad recobró su memoria al cantar y aquella casa del bosque nunca más dejó de brillar.

--

--

Catalina Quiroga
De Color

Psicóloga, de esas que le gusta trabajar con niños, de esas que le encanta leerles cuentos, de esas que encontró su arte escribiendo para ellos.