¿Bogotá de-generada?

De Pasillo
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4 min readMay 12, 2019
Fotografía original de nuestro cubrimiento del 8M 2019
Fotografía original del cubrimiento al 8M 2019 por DePasillo

-Arianna cuenta:

La mitad de los bogotanos (un 56%) mantiene la perspectiva de que una educación adecuada para las niñas es la que da preferencia al desarrollo de sus roles de madre y esposa, según la Encuesta Bienal de Culturas que se aplicó entre agosto y diciembre del 2017 a 16.132 personas mayores de 13 años. En este caso, dio a conocer que el 66% de los ciudadanos cree que las mujeres cuidan mejor a los(as) niños(as) que los hombres, cosa que muestra que, si bien se ha avanzado en materia de roles de género, hace falta mucho más: a las niñas y a las mujeres se les sigue cargando socialmente con el cuidado de los hijos solo por ser mujeres. Así mismo, el 62% considera que las mujeres, por naturaleza (es decir, por su biología que las categoriza como tales), hacen mejor los oficios del hogar que los hombres, y no es coincidencia que estos datos se reflejen en la poca participación que tienen las mujeres dentro de, por ejemplo, el mundo empresarial.

Según datos de Corewoman (una organización que trabaja a favor de la equidad de género en empresas) en Colombia, las mujeres ocupan nada más el 10% de los cargos en juntas directivas en empresas, y el 52% de mujeres en el mundo laboral dicen que dejan o han dejado sus cargos por no encontrar un balance entre su vida familiar (por los roles que se cree que deben asumir) y su vida laboral. Esta situación también se ve representada, por ejemplo, en el tiempo de licencia de maternidad que se les da a las madres, cuando a los hombres no se les da un porcentaje de tiempo igual para encargarse de labores de cuidado. Según Corewoman, la disparidad entre la licencia de maternidad y paternidad lleva a que empresas seleccionen personal manteniendo sesgos de género, pues consideran que si una mujer queda embarazada esto suponen pérdidas para la empresa, porque a ella se le tendrían que dar meses de maternidad mientras que a un hombre no. Esto limita la participación de las mujeres en la economía nacional, así como su posibilidad de llegar a la independencia económica, lo que perpetúa su permanencia en labores domésticas y de cuidado.

Ahora bien, el panorama se hace aún más oscuro cuando estas creencias se ven desde la lupa de la violencia intrafamiliar. Según la Encuesta Bienal de Culturas, más de la mitad de los ciudadanos (el 55%), está de acuerdo con la creencia de que ´la mujer que se deja maltratar por su pareja lo hace porque le gusta que la maltraten´. De la misma manera, casi ese mismo porcentaje (el 56%), considera que lo más grave de que un hombre maltrate a su pareja es que lo haga en público, no el hecho de que por sí la maltrate.

Fotografía original del cubrimiento DePasillo al 8M

En nuestra cultura hemos acuñado frases donde se culpa a mujer y no a los agresores de las violencias que sufren: “ella se lo buscó por vestirse así”, “dice que no para hacerse la difícil”, “si se viste así es para que la miren”, “es una cuestión de decencia, las mujeres decentes no salen así a la calle”, “ya no aguantan ni un piropo”, etc. La evidencia lo demuestra: casi la mitad, el 43%, justifica que una mujer que se viste con minifalda o ropa muy ajustada provoca que le falten el respeto en la calle.

El mayor problema de las creencias que estas frases representan, es que se manifiestan en acciones concretas contra las mujeres. La Sala Situacional “Mujeres víctimas de violencia de género”, del Ministerio de Salud y Protección Social, y la Oficina de Promoción Social, indica que de 98.999 casos que fueron reportados en el 2017, un 78,2% de ellos se dieron por violencia física contra mujeres y un 87.7% por violencia sexual. Más preocupante aún: señalan que se presentan más casos de violencia sexual y negligencia hacia niñas menores de 10 años, mientras que para mujeres adultas se presentaron más casos de violencia física y psicológica. Lo pertinente de esto, es que para el 72% de los casos de violencia contra la mujer el agresor fue un familiar, mientras que en el 28% de los casos el agresor es un conocido (sin lazos de parentesco) o desconocido. Lo cual de por sí desmiente que las mujeres “se lo busquen” y muestra una alarmante correlación entre la creencia de que las mujeres están mejor realizando labores en el hogar cuando es en el hogar mismo donde las mujeres tienden a ser más violentadas. 7.694 fue el número de casos de violencia de género en la capital, lo que convierte a Cundinamarca en el tercer departamento con más agresiones a mujeres, superado únicamente por Valle y Antioquia. Así mismo, Bogotá es la ciudad que presenta más casos de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar con 14.583 casos, lo cual representa más del doble de los casos que tuvo Antioquia, el segundo departamento con más casos (6.776).

La correlación que existe entre los casos de violencia intrafamiliar y las creencias culturales que se tienen en la capital, permiten identificar algunas de las problemáticas que se tienen alrededor de los roles de género normalizados en nuestra sociedad. Estas cifras demuestran que a la equidad de género no se va a llegar naturalmente: hace falta mucho más esfuerzo, en particular para transformar las creencias que se tienen sobre la relación entre la mujer y el hogar.

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Información política, cultural y social de universitarios para universitarios, que discuten entre sí y se nutren partiendo de escuchar al otro.