Exigencias (a) normales: la cultura de la dieta

Sin Corbata
De Pasillo
Published in
7 min readJul 4, 2020

Por: María Byfield, editora del Periódico Sin Corbata

Como sociedad hemos normalizado los desórdenes alimenticios por muchas generaciones a tal punto que hoy en día podemos hablar de la cultura de la dieta. Los desórdenes alimenticios han tenido un mayor impacto en las mujeres pero esto no significa que los hombres estén exentos de estos. De hecho, estos últimos, tienen cada vez mayor predisposición a padecerlos. Vale la pena cuestionarse cómo y porqué se han normalizado estas conductas alimentarias que no sólo tienen un impacto físico y visual sino que también, van de la mano junto con la invisibilidad de emociones y altas consecuencias de salud mental. Junto a esto hay que aclarar y resaltar que, los desórdenes alimenticios superan la imagen corporal y que en muchas ocasiones este monstruo opera de manera silenciosa dado que no se evidencia a nivel físico.

Para empezar, es evidente que los desórdenes alimenticios se han normalizado y que han permeado a nuestra cultura en diferentes aspectos. En el caso de las mujeres, se ha vuelto común que desde muy pequeñas e incluso antes que culminen la etapa de crecimiento, se encuentren realizando dietas en las que restringen grandes grupos alimenticios y haciendo largos periodos de ejercicio para que el cuerpo se vea de determinada manera. También se puede evidenciar en mujeres de varias edades que se la pasan saltando de dieta en dieta sin tener unos hábitos alimenticios saludables y sostenibles. Además, no sobra la urgencia de perder peso para ocasiones especiales. Debo aclarar que hay una gran diferencia en hacer una dieta por razones de salud y estar acompañado de un especialista del tema. Estas conductas descritas anteriormente se han ido normalizando y convirtiendo en lo que hoy se puede denominar la cultura de la dieta, junto a muchas otras acciones que más adelante seguirán siendo ejemplificadas.

Los medios de comunicación han tenido un papel clave en la intensidad e incremento de esta problemática. Antes que llegaran las redes sociales, las revistas de moda incluían un sinfín de dietas y “tips” para bajar de peso,junto con “secretos” de las celebridades para verse de cierta manera. Asimismo, todas las modelos tenían un cuerpo extremadamente delgado y que en su mayoría no era saludable. No en vano, muchas modelos como Charli Howard han contado los regímenes alimenticios que tenían que seguir para ser contratadas en agencias de modelaje y como muchas veces las rechazaban porque debían tener unas mediadas inferiores, su salud ya estuviera en riesgo. A pesar que todas estas modelos no estuvieran sanas era la imagen que la publicidad quería venderles a todas las mujeres como canon de belleza, aun sabiendo que en la realidad para llegar a verse así la salud entraría en riesgo.

Con el boom de las redes sociales, como el caso de Instagram, We Heart it, Tumblr y demás, fue tomando más fuerza la cultura de la dieta y también la presión sobre el aspecto físico. Esta cultura de la dieta paso por varias etapas pero todas inducían de igual forma la predisposición de tener un trastorno de la conducta alimentaria. En un primer momento, se enfatizó en la delgadez extrema, era normal ver fotos con frases como: “un minuto en tu boca, pero por siempre en tus caderas o hashtags como #thinspiration” que significaba inspiración para ser delgada y que en su mayoría, incluía imágenes de fotos en las que los muslos de las piernas no se tocaban. Así mismo, surgieron blogs en los que mujeres con desórdenes alimenticios creaban comunidades para no comer y alentarse a vomitar junto a muchas otras conductas que buscaban la delgadez extrema. Considero que muchas de estas conductas no deben ser descritas dado que a pesar que se quiera crear conocimiento y consciencia sobre el tema para prevenirlo, puede tener efectos colaterales que impliquen que personas con susceptibilidad las copien. Aunque estos blogs en muchos casos no eran tan visibles con una sola búsqueda se podían encontrar y aunque uno no las buscará en muchas otras redes como We Heart It e Instagram circulaban fotos que promovían la misma delgadez. Después de varios años muchos de los contenidos que alentaban a dejar de comer y propagaban malos hábitos alimenticios fueron bajados de las plataformas y las mismas redes sociales al hacer búsqueda de estos, mostraban un anuncio en el que se notificaba que esa información podía ser peligrosa y que era mejor acudir a un profesional.

Poco después de esto, empezó a ser tendencia lo fitness y las ideas saludables. Hubo un gran crecimiento de influencers y bloggers que mostraban qué comían, qué rutinas de ejercicio hacían y cómo intercambiaban ciertas recetas para comer de una forma más saludable. Cabe resaltar que la mayoría de estos influencers no solo compartían esta información, sino que también, mostraban excesivamente su cuerpo. De tal manera que el mensaje final venía siendo, haz esto y te verás como yo. En un primer momento esto puede parecer como la promoción de un estilo de vida saludable pero realmente no lo es por varias razones. Dentro de estas se incluyen el hecho que, muchas de las personas que comparten este tipo de contenido ya tienen problemas alimenticios, dan información que no ha sido comprobada y no cuentan con la acreditación profesional sobre el tema. Sin dejar de lado, que la obsesión con comer y tener un estilo de vida saludable tampoco es sano.

Actualmente este tipo de contenido sigue siendo tendencia en las redes sociales a pesar que haya más consciencia sobre los desórdenes alimenticios y exista mayor pluralidad en los cánones de belleza. Sin embargo, se debería llegar al hecho en que tengamos pluralidades y no únicamente una “pluralidad” que está determinada por ideas altamente delimitadas. A la vez que las mujeres que hagan parte de las campañas publicitarias y demás campañas que representen cuerpos, realmente representen a todas las mujeres y que promuevan una vida sana y real.

Por más que se haya avanzado de cierta manera contra la problemática es cada vez más común encontrar personas con desórdenes alimenticios y problemas de imagen corporal. Dado que, hay un sinfín de información sobre dietas y estilos de vida saludable que está al alcance de una gran mayoría de la población pero que, termina teniendo un efecto de desinformación y la promoción de la cultura de la dieta. Está información lo único que termina generando es mayor confusión y múltiples contradicciones. Esto lo podemos ver en los gimnasios donde es normal que los entrenadores recomienden dietas en los que se prohíbe ciertos alimentos, en las conversaciones del día a día o en el simple hecho que cada vez que alguien sube o baja de peso algún comentario se hace al respecto. La democratización de la información nos está haciendo una mala jugada en este aspecto y sólo está promoviendo estilos de vida que no son saludables ni a largo ni a corto plazo.

Sin embargo, hay que ser conscientes que antes que llegara la tecnología y el acceso a todo tipo de información, ya se había normalizado la cultura de la dieta y lo que esto implica. En muchas ocasiones fueron conductas heredadas que iban acompañadas de prejuicios sobre el aspecto del cuerpo y como este determinaría tanto la felicidad como el éxito.

Por otro lado, la medicina y la nutrición han sido también permeadas por esta cultura. En muchas ocasiones los nutricionistas mandan una formula exacta a pacientes completamente diferentes. Dejando de lado que cada uno de estos, tiene necesidades únicas en cuanto a su alimentación y que posiblemente la causa detrás de la consulta es una obsesión con verse de una forma determinada más que tener hábitos saludables. Asimismo, suele suceder que dentro del gremio médico los desórdenes alimenticios se siguen asociando con la imagen física y se deja de lado la salud mental, estigmatizando así a los pacientes que no se ven de cierta manera. Ante esto no se puede ignorar que muchas clínicas no ofrecen tratamientos para combatir los trastornos alimenticios y que la gran mayoría de los centros de salud que se encargan de estos, tienen unos costos altísimos que ni las mimas EPS los quieren cubrir.

Para finalizar considero que es algo que se debe cambiar como sociedad y que está ligado a muchos otros movimientos que buscan la liberación e igualdad de la mujer. Sin duda no es algo que podamos acabar de un día a otro. Pero que se puede empezar con pequeñas acciones que involucren consultar con un médico o nutricionista antes de iniciar una dieta, dejar de comentar sobre lo que comen o no comen los otros y no felicitar a alguien por si ha bajado de peso. Debemos promover imágenes del cuerpo neutrales en los que se les deje de asociar a la delgadez como algo positivo o una cualidad, que en muchas ocasiones se termina alabando y asemejando con salud y belleza. Todas estas acciones y categorizaciones traen consigo unas consecuencias que a primera vista pueden parecer inofensivas pero que desencadenan en una serie de culpas y problemas emocionales.

*** Hago especial énfasis en las mujeres porque es lo que he vivido por mi experiencia

--

--

Sin Corbata
De Pasillo

Periódico de los estudiantes de Ciencia Política de la Universidad de los Andes.