Jonestown ¿Suicidio colectivo o asesinato en masa? — La surrealista historia del Templo del pueblo y su líder

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5 min readFeb 18, 2019

Por : Santiago Barco Rivière

Con fotos inéditas del Jonestown Institute

Jim Jones en guyana 1977 — Anonimo

El 17 de noviembre de 1978 Leo Ryan, congresista demócrata del estado de California aterrizaba en la remota selva de Guyana en el pueblo de Port Kaituma próximo a la frontera con Venezuela para investigar la verdadera situación del Templo del Pueblo, dos días después moriría asesinado junto con otras 913 personas a manos de uno de los cultos más siniestros que ha visto el mundo. La peor masacre de la historia estadounidense hasta el 9/11.

La historia de Jonestown es la historia de Jim Jones, un carismático líder religioso de Indiana que pasó de ser un reconocido pastor progresista a ser un falso profeta con un severo desbalance mental alimentado por una salvaje adicción a drogas barbitúricas. Desde muy joven Jones había trabajado por la abolición de la segregación racial en la iglesia metodista. Su lucha por los derechos de los más pobres, en especial las minorías excluidas, basada en una narrativa socialista cristiana, le garantizó una base importante de adeptos en su estado natal. Sin embargo una paranoia que acompañaría a Jones el resto de su vida le hizo pensar que allí serian víctimas de un ataque nuclear y que por ende lo adecuado era trasladar la congregación a un área rural de California cerca de la ciudad de San Francisco. Su perversa capacidad de persuasión hizo que cientos lo siguieran.

Damien Kohl y Phillip Andrews, víctimas del suicidio en masa. Jonestown 1976

Una vez en California rural, el Templo del pueblo creció con rapidez, producto de su tiempo, profundamente encaminado por el movimiento de la contra cultura de la época, basado en un sentimiento de desilusión e inconformidad con las instituciones y el statu quo. Jones otorgó a cientos de marginados una alternativa de vida y una falsa promesa. Al mismo paso que crecía El Templo, tanto Jones como el culto se radicalizaron. En California siguió predicando y realizando rituales de saneamiento acrecentando su fama, rápidamente se empezaron a conocer reportes de abuso de todos tipos dentro de la comunidad y se acusó a Jones de hipócrita y de falso mesías. Dos artículos del San Francisco Examiner denunciaron por primera vez en 1974 al Templo del Pueblo como un culto de la muerte, donde se estaba usando la coerción para cometer atrocidades, entre ellas simulacros de “Suicidio revolucionario”. Esta primera alerta fue trágicamente ignorada por las autoridades.

Asediado por la mala prensa pero con la entrega total de casi dos mil fieles seguidores, Jones pone en marcha el proyecto que marcaría un macabro hito del siglo XX: el suicidio colectivo más infame de la era moderna. Con una pequeña congregación el Templo del pueblo se traslada a Guyana y allí empiezan a crear una sociedad utópica de acuerdo con la visión socialista de Jones. En la mitad de la selva nace un pueblo heterogéneo y multicultural, para 1978 hay alrededor de mil habitantes. Como era de esperar, los abusos continúan y muchos detractores denuncian los más terribles tratos por parte de los dirigentes del culto, Jones y nueve mujeres de su escogencia.

Motivado por ocho detractores de California, el congresista Leo Ryan emprende una comisión investigativa a Guyana. Allí él y cuatro periodistas que le acompañaban también perderían la vida.

Foto escenificada por Jim Jones- Jonestown 1976

A sus 47 años, en extremo paranoico y al borde de perder el control, Jones vio como una gran amenaza la visita del congresista y sus periodistas pero aún así logra mantener las apariencias como lo había hecho siempre hasta enotnces, coercionando a los habitantes a no hablar. Jones convence a Ryan de que Jonestown es el lugar más feliz del mundo. Para él, Ryan representa todo lo que odia: el gobierno, las instituciones y la presa. Sin embargo en el último día de la visita varios habitantes le pasan una nota a un camarógrafo de la NBC en la que dicen temer por sus vidas y expresan su deseo de irse. Denuncian abuso físico, psicológico y verbal, además de un plan de suicidio colectivo. Al día siguiente, Ryan convence a Jones de que deje ir con él a todos los que así lo deseen pero cuando el congresista de california y los 15 detractores abordaban el avión, un tractor con miembros leales del Templo abrió fuego matando a Ryan, a tres reporteros y a una detractora llamada Jessica Melroy. Todo quedó grabado en las cámaras de los reporteros asesinados.

Agujeros de bala en el avión de Leo Ryan

— Lo que sucedería a continuación marcaría el 20 de noviembre de 1978 como el día en el un líder macabro empujo a casi mil personas a la muerte. Los sobrevivientes de la masacre en la rudimentaria pista lograron llegar a Port Kaituma. Ahí notificaron a las autoridades guyanesas de la tragedia inminente. Desafortunadamente ya era demasiado tarde —

Foto area después de la tragédia

La mañana siguiente las tropas llegaron a la comunidad para desvelar el desastre, la supuesta utopía de Jones era ahora un campo tapizado por cadáveres. Inicialmente se descubrieron 450 muertos sin embargo la cuenta total rápidamente ascendió a 913, entre ellos más de 250 niños asesinados por sus padres. Tanques de jugo de mora “Kool Aid” con cianuro habían sido entregados a los habitantes del templo, estos se los dieron a sus hijos bajo la falsa amenaza de un ataque soviético inminente del que Jones los había convencido. Nunca se sabrá más allá de la evidencia, pero lo que parece ser el suicidio colectivo más atroz es creído por muchos un asesinato en masa. Jim Jones fue encontrado aún con vida pero herido de muerte por un disparo en la cabeza inflingido por su enfermera.

Fuerza Area norteamericana sobre Jonestown 21 noviembre de 1978 Creds: WSJ
El FBI en redada Jonestown 1978

Separar la verdad de la ficción después de décadas de reportajes sensacionalistas permanece una tarea monumental. Sin embargo, la tragedia de Jonestown deja una amarga lección acerca de los peligros del fanatismo ciego, y es un duro aviso que aplica hoy en día en la política, la religión y la vida: el peligro de perder el criterio propio por el de alguien más puede y tiende a resultar en algo verdaderamente fatal.

Para DePasillo 2019

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