El momento justo para dejar de ser el novato del año

Julio César Guevara
De uno en uno
Published in
5 min readMay 12, 2018

Hay algo en lo que eres mejor que los demás. Y no importa si tu ego es elevado o si te gusta mantener un perfil bajo, sin excepción, tienes habilidades natas y adquiridas que hacen que llames la atención de los demás en algún aspecto de la vida. A este fenómeno me gusta llamarle: ser el novato del año.

Eres la promesa del equipo, esa persona que destacó del resto del grupo en algo y no puede pasar desapercibido. Llegaste como uno más y de pronto resulta que eres bueno exponiendo tus ideas, escribiendo, tirando penales, dibujando, cocinando pasta, tocando la guitarra, resolviendo ecuaciones, motivando a los demás, etc. Y de pronto dejas de ser solo uno más.

Esto te habrá pasado en la escuela cuando descubriste que eras mejor dibujando que el resto de tus compañeros, o te habrás dado cuenta que alguien aprendió a leer en voz alta mejor que todos en el salón. Quizá en el juego eras la persona que anotaba todos los tiros, el más rápido corriendo o el que contaba con la mayor destreza, quizá el mejor en matemáticas, o quien aprendió inglés con una facilidad tremenda.

Sea cual sea el caso, habrás elevado las expectavias sobre ti. Es lo que le pasa a las promesas del deporte; muestran un poco de aquello de lo que son capaces y en poco tiempo todo el mundo habla de ellos y de lo que ‘seguro’ podrán lograr en el futuro. Los reflectores están encima y la cuenta regresiva comienza.

Esta habilidad ‘especial’ es algo de lo que hoy me gustaría platicarte, porque no es algo exclusivo de los deportistas, nos ocurre a todos y no creerías la cantidad de gente que he descubierto (y seguro tú también) con habilidades brillantes que no aprovecha y aunque de inicio pensarías en él como un éxito seguro, más tarde termina siendo: la promesa fallida. Y mucho radica en cómo manejó su momento como novato del año.

Tiempo

En esta metáfora existe algo determinante que puede hacerte brillar o sepultarte y dejarte en el olvido: el tiempo.

Una de las características de ser el novato del año, es que justamente nos referimos a un intervalo de tiempo. Este intervalo (no necesariamente un año) es cuando tu hablidad para hacer algo ¡Sorprende!. Es la ventana de tiempo cuando las expectativas están a tope sobre ti y lo que puedes hacer.

Cualquiera apostaría en ti.

Una vez terminado este período, la gente se habrá acostumbrado. Lo que hiciste en esa ventana de tiempo definirá más de lo crees.

El tiempo también es quien permite llamarte novato, una vez transcurrido, ese apodo deja de ser válido y las exigencias que recaerán sobre ti solo podrán ser cubiertas si aprovechaste tu momento.

En palabras llanas, un día eres el novato del año y al otro, una vez que el tiempo transcurrió, eres: la estrella del equipo o la promesa fallida. La clave entre ser uno u otro es el qué hiciste en ese tiempo.

El verdadero problema

Uno de los errores más comunes que he observado en las personas que he tenido oportunidad de guiar (y que tuve que enfrentar en mas de una ocasión) es saber cuánto dura el tiempo del que hablamos. ¿Cuánto tiempo puedo ser novato? ¿A partir de cuándo se empezará a esperar más de mí?

¿Cuándo y cómo dejo de ser la promesa para convertirme en la estrella?

Esa pregunta es donde fallé y donde he visto fallar a muchos. Porque como bien dije anteriormente, todos podemos sorpredener con alguna de nuestras habilidades que consciente o inconscientemente hemos desarrollado para la vida y que cruzándose con la oportunidad de lucirla, inevitablemente nos pone en buena posición.

Pero algo que también es cierto, es que no todos podemos capitalizar esa posición en algo más grande, en cubrir las expectativas que generamos en un inicio. No es fácil saber cómo. Muchos se quedan ahí. ¿Porqué?

Por que es ‘fácil’ exponer bien, pero no es fácil convertirte en un orador que ponga de pie a su audiencia.

Es ‘fácil’ dibujar bonito, pero no es fácil transmitir sentimientos con tus dibujos.

Es ‘fácil’ jugar bien, pero no es fácil hacerlo de tal manera que consigas fans que inviertan un poco de su tiempo para verte hacerlo.

Es ‘fácil’ cocinar rico, pero no es fácil transmitir recuerdos con una sopa y un platillo que se tenga que comer en doble porción.

Es ‘fácil’ ser buen maestro, pero no es fácil enseñar a las personas a superarte.

¿Cuál es el momento justo para dejar de ser el novato del año?

Es justo después de haber disfrutado la sincera admiración de lo que hoy eres. Es justo después de una tarde de haber comido un helado, tomado una cerveza o comido tu platillo favorito con la sensación de sentir que aprovechas tus habilidades, lo que eres y lo que puedes ser. Lo disfrutas y en ese momento…

Eleva las expectativas

Las estrellas del equipo <eso en lo que quieres convertirte> siempre están elevando sus expectativas. Disfrutan ser mejores como fruto de su trabajo pero lo disfrutan una vez y ya saben cuál es la siguiente línea a alcanzar.

La diferencia entre la estrella del equipo y las promesas fallidas es que el primero disfrutó los elogios de su ventaja y los aprovechó para motivarse a conseguir algo más, mientras que los segundos nunca supieron salir de ahí. Y lo que un día fue alegría más tarde se torna en frustración.

Eres bueno exponiendo: no te quedes ahí, conviértete en alguien que la gente quiera escuchar y aplaudir.

Eres bueno escribiendo: no te quedes ahí, convierte tus textos en algo que el mundo quiera leer e imitar.

Creas arte: no te quedes ahí, logra transmitir emociones, saca una sonrisa en las personas para que quieran conservar tu trabajo.

Eres inteligente: no te quedes ahí, conecta ideas y aprendizajes, experimenta y crea.

Las habilidades desperdiciadas son las pérdidas más grandes que tenemos como especie, matamos la posibilidad de crecer como equipo.

Eres bueno en algo, sé mejor. Emprende ese camino, porque aún cuando no creas en ti, hay gente haciéndolo. Hay personas reconociéndote de una u otra forma.

Si no usa usted su pasión, ésta va a disminuir. Recuerde: el valor que no se usa, disminuye; el compromiso que no se ejerce, se desvanece; el amor que no se comparte, se disipa. Anthony Robbins.

Ayuda a la gente que conoces a desarrollar y resaltar sus habilidades. ¡Rétalo! Elogia de manera sincera a quienes hoy la vida los llevó a ser buenos en ‘ese’ algo y después, incentívalo a que eleve sus expectativas. Permítele ser: la estrella del equipo.

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