En India no se tolera, se trasciende: sobre la identidad y diversidad en Occidente

jorge
delirium quotidianum
10 min readMar 19, 2017

Es Domingo en la noche en la calle de Meenakshi Kovil y el murmullo de la ciudad está tan vivo como siempre. Las mujeres ríen en sintonía con sus coloridos sarees, engalanadas con accesorios dorados y niños que corretean alrededor. Las acompañan en ocasiones esposos no menos animados, con su peculiar interpretación alternativa de prendas occidentales.

En la ocupada calle las muchachas van juntas, vestidas con sarees o kurtas y leggings de brillantes colores. También hay mujeres con burqas — una prenda negra que cubre todo el cuerpo, incluyendo la cara — de compostura sobria y con una determinación siempre en el actuar, a veces con pequeños hijos cerca suyo. No faltan tampoco ancianos vestidos con sarongs — una especie de falda tradicional — y camisa de vestir, usualmente con patrones contrastantes. Claro que hay turistas y expats americanos y europeos que se distinguen entre la multitud sin dificultad. Además es posible reconocer a distancia los mercaderes musulmanes con su particular barba espesa y sombrero blanco.

Una mezquita inmediatamente adyacente a un templo hindú.

En medio del tumulto es posible notar que no solo las apariencias son diversas: se hablan varios de idiomas. Kannada es el lenguaje de Karnataka, pero muchos tienen su tertulia callejera en Tamil pues vienen del estado vecino. La misa que acaba de terminar fue en Inglés, no en atención a posibles extranjeros, sino por ser un idioma popular entre la gente; en esta ciudad, aún quizá más que el Hindi, el idioma oficial de India.

No estamos hablando de un teatro de coloridos personajes sino de una calle en la que conviven sin restricciones personas de todo tipo en toda la radicalidad de sus costumbres y creencias. Qué agudo resulta el contraste con la nueva iniciativa de ley alemana para prohibir que las mujeres usen burqas en la calle, o con la reciente polémica contra un profesor canadiense que se negaba a usar pronombres inexistentes para tratar personas que se declaran transgénero, sin mencionar la propuesta de Trump por promocionar los crímenes cometidos por inmigrantes indocumentados.

Al vivir en India tan colorido mosaico de trazos, técnicas, colores y texturas conviviendo, uno voltea la mirada a Occidente y se pregunta ¿cómo han llegado a tanta tolerancia en India?

En Occidente, ¿hablamos de tolerancia o desprecio?

Es claro que ninguna cultura hoy en día puede verse a sí misma como un fenómeno puro y aislado. La cultura es heterogénea desde el momento en que no existe en sí misma sino solo como expresión de un colectivo de fronteras poco claras. Por lo tanto, en una cultura confluyen, pelean y se entremezclan diversas formas de pensar y vivir.

Esto ocurre de forma especialmente dramática en Occidente, donde vemos dos tradiciones pujantes: el humanismo estrictamente racional y el cristianismo. El humanismo se ve a sí mismo como el gran elemento pacificador y unificador hacia donde todos deben tender. Por su parte, el cristianismo siempre ha tenido una dimensión evangelizadora que busca también unificar. ¿Nos convertimos acaso en una cultura conquistadora y hostil?

Desde un punto de vista histórico, no es posible negar la naturaleza colonizadora de Occidente. A pesar que hoy en día se ven como superadas las conquistas con caballos y pistolas, buscamos imponernos en otra forma, quizá más sutil pero dañina para todos: empujar nuestras propias agendas ideológicas en las forma de pensar de cada cultura e individuo.

Es entonces cuando la tolerancia se presenta con una dinámica doble. Cuando se trata de ver a otras culturas, debemos limitarnos a ‘tolerarlas’ pues en realidad son solo figuras arcaicas que no pueden aportar nada. Se les pone como en un zoológico, pues son suficientemente exóticas para observar pero nada más. En el mejor de los casos se toma su forma estética y, una vez vacía de contenido, se procede a comercializar.

Por otro lado, cuando alguna cultura no acepta indiscutiblemente las inyecciones ideológicas, entonces se dice que deben aprender a ser tolerantes y salir del pasado. Se les tacha de torpes y retrógradas. Ya no se le coloca en el zoológico sino en el infierno pues son enemigas del progreso. En vez de vaciar su contenido, se inicia un campaña de desprestigio hasta que se olvida el tema o se “logra que cambien”.

La tolerancia en sí misma no es una actitud positiva, sino negativa. No busca construir, no busca respetar, no busca amar. Desde su definición se trata de catalogar — a priori — como malo todo lo que no coincide con nuestro estrechísimo entendimiento o nuestras limitadas experiencias. ¿Por qué le tenemos tanto miedo a lo ajeno?

En primer plano unas mujeres regatean prendas de vestir. Al fondo se ve una basílica menor católica, a la derecha un templo hindú.

Vidas polifónicas en India

Cada mañana empiezan a resonar las campanas de Saint Mary’s Basilica, mientras los cánticos de cada pequeño templo hindú se turnan para despertar la ciudad. Basta caminar dos cuadras en Meenakshi Kovi para encontrarse con coloridos templos hindús, una basílica católica y una mezquita entre las calles que se convertirán en mercado. Cada lugar de culto se mantienen ocupado, en especial los fines de semana. Estarán abarrotados de sus respectivos creyentes, cuyas prácticas serían juzgadas despectivamente de “estrictas” o “fundamentalistas” en Occidente pero que aquí solo se viven en armonía como los cantos y las campanadas matutinas.

A diferencia de Occidente, no se ve de forma hostil lo externo ni se renuncia a la propia esencia ante la diversidad. Al contrario, la identidad personal es bien definida para la mayoría, lo cual empieza a develar el secreto tras esta misteriosa armonía milenaria.

Precedencia y trascendencia

En la oficina de Bangalore conocí a Aashrit, en medio de sus 20s. Es sin duda muy agradable y de fácil trato. No fue sino tras conocerlo unas semanas que me contó que era descendiente de los brahamanes. Esta es una casta de muy alto prestigio, pues los brahamanes son tradicionalmente los encargados de la labor de culto. Ordinariamente se abstienen de carne de cualquier tipo, huevos, ajo y cebolla. Sin embargo, Aashrit practica muchos deportes, incluyendo MMA, así que con frecuencia opta por comer pollo para obtener proteínas y tener un mejor rendimiento. A pesar que no practica activamente el hinduismo, respeta y sigue varias tradiciones familiares. Por ejemplo, a veces decidirá tener días de purificación, siguiendo su dieta particular, o tendrá como política no tomarse fotos en lugares religiosos.

Aashrit no es, en absoluto, una excepción en su delicado respeto a las tradiciones que incorpora de forma natural a una vida más à l’américaine. Muchos jóvenes en India quizá ya no sigan una buena parte de las costumbres, pero no por eso dejan de saberse precedidos por generaciones.

De este modo la genealogía resulta crucial, pues yo no soy solo yo, sino soy mi familia extendida, mis antepasados, mi idioma, mi ciudad, mi estado, mi país. Yo no me construyo a mí mismo ni soy un ente aislado. Soy un nosotros concreto que puedo conocer y amar, y que inevitablemente coincidirá en algún punto con los que me rodean.

De forma análoga, no solo soy precedido, sino que también mi yo trasciende más allá de lo que mi individualidad alcanza. Materialmente se manifestará mi trascendencia en mi hijos y en sus esposas, en mis nietos, y en todas las generaciones por venir.

Más aún, la precedencia y la trascendencia se magnifican al incorporar el aspecto cosmológico hindú que entienden los indios de una u otra forma, indiferentemente de su profesión religiosa: yo soy precedido por algo o alguien que es superior a mí y por tanto tengo la posibilidad de trascender hacia este ser superior. De este modo mi entender y obrar están abiertos a trascender sus propios límites y se saben condicionados pues se saben precedidos.

Interior del Templo de Shiva en Belur

Ser y libertad tras el siglo XIX

Con la introducción del pensamiento cartesiano y las corrientes británicas, se inicia en la mentalidad occidental un giro que irá adquiriendo matices más y más dramáticos y que terminarán en el escepticismo contemporáneo. Se renuncia a la precedencia, pues todo lo pasado se ha probado inútil. Es hora de buscar nuevas formas. También se despide a la trascendencia y se le cambia por una fe en el progreso, que no existe sino que vamos construyendo a cada paso. A pesar de esto, se atribuyen al progreso y a la “ciencia” cualidades redentoras. Se dice que solo es cuestión de tiempo antes que se resuelvan todos los males de la humanidad.

Durante el tormentoso siglo XX se revela una realidad que deja a todos los ponentes aturdidos: la ciencia no salva y el progreso es una noción demasiado ambigua. Los regímenes que arrancan todo lo pasado solo lo reemplazan por terror. Lejos de dar la libertad prometida, la anulan. El dominio de la técnica nos ha traído devastaciones que antes siquera eran imaginables. Ya que habíamos descartado la precedencia y la trascendencia, nos habíamos quedado sin pasado ni un futuro y ahora tampoco tenemos cómo construir el presente. ¿Qué hacemos ahora que ya no tenemos nada?

Como suele suceder en la historia, las ideas empiezan a hacerse vida en el ciudadano de a pie con casi un siglo de desfase. Hoy vemos que las muchedumbres alaban la “ciencia”, despojada ya de cualquier rigor técnico para cuando la consumen. La libertad se ha convertido en sinónimo de felicidad, donde felicidad es placer, confort, y no-límites de ningún tipo. Se dice que nadie puede imponernos nada, que nosotros podemos ser lo que queramos.

Nótese que ya no solo decidimos lo que queremos hacer: decidimos lo que queremos ser. Ya que ser no tienen ningún contenido, ¿por qué no? Yo puedo ser hombre, mujer, cabra, gato. Lo más importante es que nadie cuestione lo que yo soy: ya que mi ser es tan frágil, resulta lógico sentirse amenazado ante cualquier puesta en duda de la propia identidad.

Construcción mediante el ruido

Generar ruido es una forma popular de construcción de identidad contemporánea, puesto que con suficiente escándalo el eco volverá a mis oídos y me confortará con un etéreo momento de estabilidad.

Vemos este comportamiento en la histeria de las redes sociales, donde se me da la oportunidad de generar una vida surreal. A veces parece que las publicaciones son gritos desesperados que buscan respuestas en un desierto lleno de ilusos espejismos.

De forma análoga ocurre con movimientos sociales que buscan promover sus agendas ideológicas. Las susceptibilidades y escándalos mediáticos, por ejemplo, de los grupos LGTB+ le recuerdan a Cerberus los gemidos que escuchara en el Hades: incontables, horripilantes y constantes.

Debido a la naturaleza contingente de esta forma de construcción de identidad, se vuelve necesario aumentar cada vez más la dosis. Pronto se empieza vivir en una especie de delirio de persecución y se generan enemigos imaginarios que multipliquen la posibilidad de escándalos mediáticos y lograr así escuchar ese refrescante eco en respuesta a nuestros gritos.

Turistas siendo timados por un local en Mumbai.

Espabilar y trascender

Amarth vivió en Bélgica por tres meses, pero decidió volver a Bangalore en vez de seguir su carrera en Europa porque tenía otras prioridades: estar disponible para sus padres, construir una casa para ellos y mantenerlos. La precedencia y trascendencia de las que se vive en India no son solamente teóricas, definen en buena parte el estilo de vida y la forma de pensar. Esta apertura del yo trae paz y ensancha el horizonte; va más allá del bienestar material y de la satisfacción inmediata.

En Occidente hemos llegado a desarrollar una mentalidad demasiado cerrada, pragmática y egoísta. Nos hemos dejado engañar en favor de la comodidad y hemos perdido de vista que en definitiva no nos construimos a nosotros mismos. El no estar consciente de nuestra limitación y del pasado común que nos condiciona solo lleva a confusión y frustración, pues nos hace incapaces de entender el presente de forma realista.

A pesar de los retos que implica, sobre todo por lo violentas que suelen ser las reacciones sociales, hemos de empezar a salir del letargo y cuestionar a todos aquellos que se afanan en negar nuestra pasado y presente. Es tarea de todos en Occidente redescubrir la riqueza de nuestras raíces y reconocer así la fuerza que nos precede. De igual forma, contra todos los que niegan a priori todo sentido de trascendencia, hemos de reconocer que nuestro yo va más allá de nosotros mismos. Solo así podremos reconstruir una sociedad verdaderamente inclusiva.

Despedida: Un punto de partida

Este artículo está escrito considerando que las culturas y formas de vida no-occidentales, con sus tradiciones y valores, son en sí mismas positivas. Afirmar desde fuera que “tal cultura debe cambiar y hacer esto o aquello es un juicio demasiado pretensioso.

Evidentemente, ninguna cultura es ideal y por tanto hay mucho más de lo que puede y debe reflexionarse. Entre tantos temas considero particularmente interesantes la cuestión del género y el papel de la mujer en la sociedad india en contraste con los más recientes movimientos en Occidente. Ya tendremos ocasión de compartir pensamientos sobre otros temas en artículos posteriores.

Aprecio que hayas llegado a leer hasta acá. Por favor comparte tu punto de vista en un comentario o envíame un DM en Twitter (puede hacerlo cualquiera, no es necesario que me sigas).

M E T A

Lecturas desde la llegada a India hasta la publicación de este artículo:
- Jürgen Habermas y Joseph Ratzinger: Dialéctica de la secularización: Sobre la razón y la religión
-
Benedicto XVI: Spes Salvi, Jesús de Nazaret I (30%)
- Herman Hesse: Siddhartha, Damián (50%)
- G. K. Chesterton: El Hombre que fue Jueves

Albums más escuchados:
- Radiohead: In Rainbows, A Moon Shaped Pool
- Oketo: Audiotree live session
- James Blake: James Blake

Lugares visitados en India:
- Karnataka: Bangalore, Hill Station
- Tamil Nadú: Chennai, Tiruppur
- Maharashtra: Mumbai
- Kerala: Alappuzha

Horas dedicadas a este artículo:
- Más de las racionalmente aceptables.

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jorge
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