Dialéctica y tercero excluido

Dos narraciones de revolución y una hipótesis práctica

Julián Peller
Textos Varios

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Conocemos la narración de la revolución francesa. Dice más o menos así: existe una sociedad feudal, con señores y siervos. En sus entrañas comienza a emerger una capa de comerciantes que no funciona según los roles preestablecidos en esa estructura social. Esa capa se demuestra eficiente y crece -toma poder- y, en alianza con las monarquías, subleva a los siervos contra los señores bajo la triada: “libertad, igualdad, fraternidad”.

También conocemos la narración de la revolución comunista. Se parece a esto: existe una sociedad capitalista, con burgueses y proletarios. La burguesía es parasitaria: es socialmente innecesaria y su rol es, solamente, explotar a la clase trabajadora; el proletariado no tiene nada que perder más que sus cadenas y tiene, en cambio, un mundo por ganar.

Organizándose políticamente, el proletariado toma el poder y elimina la lógica del capital, generando una sociedad sin clases. Esta revolución es, por así decirlo, una revolución final: tras ella no emergen nuevas clases sociales, nuevas formas de dominio. Fin de la Historia.

Ahora bien, en la revolución burguesa existe un orden de dos clases (señores y siervos) y la emergencia de una tercera clase (la burguesía) funciona como el factor revolucionario.

Principio de no contradicción, fundamento filosófico de la clasificación binaria

En el momento de la revolución hay tres actores: los siervos, los burgueses (siervos devenidos burgueses) y la aristocracia. Tercero excluido.

En la revolución marxista, en cambio, existe un orden de dos clases (burgueses y proletarios) y la clase sometida (el proletariado) funciona como factor revolucionario en si misma.

En el momento de la revolución hay dos actores.

Hegel era, antes que nada, narigón y amargado

El factor de desestabilización del statu quo está ya implícito en ese mismo statu quo. El sujeto revolucionario no aparece como un factor extraño a la definición estructural de la sociedad, sino que está ya en esa definición. Dialéctica.

La burguesía revoluciona una lógica que le es ajena: señor — siervo. El proletariado revoluciona una lógica que le es propia: burgués — proletario.

Esta cualidad del marxismo está indisolublemente ligada a su propuesta de revolución final. La revolución proletaria además de aniquilar a un amo histórico concreto (la burguesía) también aniquila al Amo con mayúscula. La sociedad sin clases es, antes que nada, un cambio metafísico, un cambio en la esencia misma del hombre: el fin de la dialéctica de dominación — sumisión, el fin de las clases sociales, el fin del reino de la necesidad, el fin de la historia; el acceso al reino de la libertad en la tierra.

El título de la nota señala esta distinción entre las narraciones. La revolución obrera es una narración dialéctica porque la contradicción que determina la subversión del orden establecido está ya implícita en dicho orden. La revolución burguesa, por su parte, funciona bajo la lógica del tercero excluido porque el sujeto revolucionario es un tercer actor, no contemplado en la estructura dada, que primero emerge y luego revoluciona. La verdadera crisis del feudalismo es la misma emergencia de la burguesía, su toma del poder es una conclusión histórica que se sigue de allí, un mero corolario.

Cualquier discurso político revolucionario actual tiene la estructura de la narración de una revolución dialéctica. Lo que yo busco es rehabilitar la noción de una revolución no dialéctica, a saber, aquella que supone la emergencia de una nueva lógica de juego superior dentro de las entrañas de una sociedad de dos clases.

En primer lugar, para que exploremos esa posibilidad de pensamiento, ya que considero que el camino dialéctico, hoy, está exhausto.

En segundo lugar, quiero hacer la propuesta - tentativa, hipotética- de que la lógica del ámbito de la producción y circulación de información basada en la red de comunicaciones podría considerarse una lógica extra-capitalista en emergencia.

Considero que el entorno de producción y circulación de información otorga eficiencia a la noción de colaboración, lo que socava las bases de la competencia como forma óptima de desenvolvimiento del individuo. La inmaterialidad de la producción y circulación de información en un entorno digital genera una situación de abundancia que pone en cuestión muchos principio capitalistas basados en la idea de escasez, como la competencia y la propiedad privada como formas de organizar la producción.

Por ejemplo, github es una plataforma en la que todos colocamos nuestros sistemas de software para que la comunidad pueda hacer uso de ellos.

En github, los proyectos de software son públicos y se premia la eficiencia y la colaboración

Esta socialización de lo producido hace a la comunidad y también al individuo más eficientes, pues así no se reinventa la rueda un millón de veces. En github hay un “sistema social de prestigio” no basado en la propiedad, que eleva dinámicamente a individuos eficientes y que producen interfaces de fácil uso para los demás. (DemocracyOS, por ejemplo, fue usada en Túnez para discutir su constitución sin que los programadores originales lo sepan).

Existen muchos ejemplos de estas lógicas extrañas emergiendo alrededor nuestro.

Un argumento sencillo que suele impactarme es la diferencia que existe entre producir dos objetos iguales: en el mundo de la producción material, “copiar” un objeto requiere horas de esfuerzo, en el digital, basta con presionar Ctrl+ C, Ctrl + V.

Las redes sociales habilitan canales de circulación de información no centralizados por el poder social

Las redes sociales, otro ejemplo cotidiano, habilitan canales que atentan contra la centralización de los focos de producción de verdades de los medios de masas y hacen circular voces nuevas. Está claro que estas plataformas pertenecen a corporaciones y, en ese sentido, reproducen la lógica del capital. Sin embargo, su lógica de circulación de información interna es una novedad respecto a los medios tradicionales. Las nuevas lógicas nacen dentro de las viejas y se contaminan de ellas: que Europa tenga monarquías constitucionales y no solamente repúblicas es un ejemplo de esto. Traen, a pesar de esta contaminación, algunas novedades.

Las redes basadas en P2P, como los torrents y los viejos Napster y Kazaa son casos en los que la red de comunicaciones se impuso sobre las grandes productoras. Netflix puede verse como la reacción conservadora frente a esto. Por su parte, Bitcoin, una red basada en P2P, se asoma como un protocolo que puede competir con el intercambio de dinero usual y, más aún, con el sistema jurídico de la modernidad. Si bien es verdad que el BTC puede tener casos de uso interesantes para la lógica de mercado, también es cierto que estos usos pueden regularse y esto dependerá, en gran medida, de qué fuerzas haya en juego en la discusión social sobre este tema. (Y allí estará nuestra voz).

El crowdfunding es otro ejemplo de descentralización, colaboración y eficiencia del “nuevo entorno”

Por su parte, el crowdfunding -o financiamiento colectivo-, aún en germinación, emerge como una lógica descentralizada de financiamiento de proyectos individuales o colectivos. Sin ir más lejos, el PdR financió sus boletas para las elecciones de 2013 con idea.me, una plataforma de crowdfunding latinoamericana. Las aplicaciones socio-económicas de este tipo de ideas, una vez que con el tiempo tomen más cuerpo y visibilidad, son muchísimas.

La democracia líquida propone la posibilidad de procesos de toma de decisión descentralizados, masivos e inteligentes

Por otro lado, la democracia líquida, que es la propuesta política del Partido de la Red (y una idea en fase de experimentación en diferentes regiones del globo) propone utilizar Internet para crear entornos de toma de decisiones sociales de magnitudes antes impensadas. Como dice nuestro Manifiesto: “la #Red es un ágora que ni los griegos podían soñar. crear plazas democráticas en vez de castillos señoriales es nuestra responsabilidad”.

En fin, en diferentes ámbitos de trascendencia social (como la producción, la construcción del sentido común, la difusión del arte, el financiamiento, la economía y la toma de decisiones) emergen experimentos con lógicas extrañas basadas en la red de comunicaciones. Estas lógicas tiene un denominador común: descentralización y colaboración asociadas a la eficacia y la eficiencia.

Estas lógicas podrían poner en duda, con el tiempo, un principio fundacional de la sociedad actual, a saber: que la centralización jerárquica y la competencia individual son formas de organización que superan en eficacia y eficiencia a cualquier otra forma planteada. Y si bien este nuevo entorno nace en -y es contaminado por- lógicas jerárquicas y competitivas de escenarios históricamente anteriores, compite con el orden establecido ya no solo desde una perspectiva moral sino también desde una utilitarista y pragmática… compite con el orden establecido en su propio juego.

Muchos de nosotros estamos acostumbrados a pensar como cosas marcadamente diferenciadas a lo que consideramos moral y a lo que consideramos que de hecho funciona. Para cerrar quisiera solo nombrar un concepto propio - inspirado en el “Amor eficaz” de Camilo Torres- que pienso desarrollar algún día: Bien eficaz. Bien, las nuevas lógicas sugieren que quizás hablar de un Bien eficaz no sea incurrir en una contradicción como creímos siempre.

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Julián Peller
Textos Varios

Datos, mente, inteligencia, consciencia, sujeto, capital, política, filosofía.