La rueda de la muerte
Qué pasa si no defendemos la Neutralidad de la Red.
Existen tres íconos que todos odiamos ver.
El del medio es la rueda de la muerte, ese ciclo sin fin que indica que el contenido está tardando en descargarse.
Ese es el ícono que podríamos ver cada vez más seguido y durante más tiempo si no defendemos la Neutraidad de la Red. Y sin embargo, no es la consecuencia más grave que podría sufrir Internet como la conocemos, si perdemos esa batalla.
Neutralidad de la Red significa que todo el tráfico en Internet es tratado de la misma manera.
Es decir: toda la información circula a la misma velocidad.
Si pensamos Internet como una autopista, y los datos que circulan por ella como autos, la Neutralidad de la Red sería el derecho de todos los autos a circular por todos los canales de la autopista a la misma velocidad.
Hoy, todo el contenido corre a la misma velocidad.
Algunos proveedores de Internet quieren que eso cambie.
Sin neutralidad de la red, los proveedores tendrían la posibilidad de pedirle a los sitios que manejan mucho tráfico, como Netflix, que paguen para priorizar la velocidad de su contenido. Si Netflix no paga, vos estarías horas para cargar un capítulo de una serie. Y si paga, ese costo extra lo traslada a sus usuarios para no perder ganancias, o sea que estarías pagando más.
Lejos de ser un ejemplo casual, esto es precisamente lo que Comcast hizo con Netflix (uno de los mayores distribuidores de contenido del mundo) hace pocos meses. Primero, limitaron el ancho de banda disponible para el tráfico de peliculas stremeadas. La velocidad de descarga cayó abruptamente. Cuando Netflix firmó un acuerdo -$- con los proveedores, el tráfico volvió sorprendentemente a la normalidad.
Con estas reglas de juego, los sitios de las compañías más grandes -las únicas que pueden pagar para que su contenido sea tratado preferencialmente- tendrían un tráfico mucho más veloz que todos los demás. Así que Facebook y Twitter seguirían igual, pero las páginas web de una fundación, de una ONG, y cualquier agrupación sin fines de lucro o con pocas ganancias, se verían perjudicadas.
Entre las empresas que producen y distribuyen contenido, habría ganadores y perdedores dependiendo de cuánto estén dispuestos a pagar, y no de la genialidad de sus propuestas.
La diversidad y autonomía, que son lo mejor de internet, se verían gravemente afectadas.
Pero hay más:
Hoy todos tenemos acceso a toda la información que corre por Internet prácticamente al mismo costo. Pero las empresas que proveen Internet, también podrían decidir negociar directamente con los usuarios, haciendo “paquetes” de acceso. Entonces de acuerdo a lo que seamos capaces de pagar, tendremos derecho a ver. Sería algo como la imagen de la izquierda.
La conclusión es evidente:
Sin Neutralidad de la Red se profundiza la desigualdad.
¿Cómo podemos evitar que esto pase?
La desigualdad se reproduce a si misma:
Las empresas de telecomunicación y proveedoras de Internet tienen uno de los poderes de lobby más fuertes y efectivos del mundo.
La neutralidad de la red tenemos que protegerla nosotros: el 99% de los usuarios de Internet que no podría pagar para que alguien haga lobby en su lugar. Y como es un tema complicado, la gran mayoría todavía no sabe en detalle de qué se trata la neutralidad de la red y qué estrategias encarar colectivamente para protegerla.
Un desafío comunicacional
El desafío es encontrar una forma de comunicar lo que es una larga y compleja lucha política, de manera viral, para que todos puedan conocerla. Solo a partir de eso, alguien podría decidir defenderla.
Si la información es poder, el primer paso es lograr que todos se enteren.
La batalla sólo puede ganarse en red. Pero una red no es una masa. No se trata de viralizar un mensaje como “Amamos la neutralidad de la red” y esperar a que todo el mundo se sume a la causa. Explicar las complejidades y detalles de la lucha por la neutralidad de la red no es una tarea fácil. Implica que pasemos de la automatización de la moda, a la complejidad de una red de relaciones e interacciones, en la que cada acción personal se vuelve un factor determinante.
Esa red se forma con las conexiones entre personas conscientes y empoderadoas, determinadas a hacer escuchar sus demandas. Construirla y recordar que los usuarios tienen el poder (porque el uso convalida) es el verdadero objetivo.
Proteger Internet depende de que seamos capaces de entender que la distribución descentralizada del poder implica autonomía y colaboración al mismo tiempo.